Ahora resulta que ya Cuba no está peligrosamente cerca del enemigo, como se nos ha repetido durante décadas, sino que –por el contrario– la Isla disfruta de una “bendición geográfica”.
Dice la voz popular que el socialismo es el camino más largo entre capitalismo y capitalismo. Ahora la propia prensa oficial nos informa que existe un atajo: “Mariel, el camino más corto” (Juventud Rebelde, domingo 3 de noviembre de 2013, páginas 4 y 5) es un extenso artículo del periodista René Tamayo León, que –con la inclusión de gráficos comparativos y un mapa de la región–, se extiende exponiendo las bondades de la primera obra capitalista de gran envergadura realizada en Cuba por el gobierno “revolucionario”, en la que se combinan capitales brasileño, de la oligarquía militar cubana y de una empresa millonaria china o, para decirlo con mayor exactitud, la empresa de un millonario chino.
Quizás un empeño anterior de magnitud comparable fue la construcción de la central termonuclear de Juraguá en la provincia de Cienfuegos, en tiempos de Castro I y del idilio con la también extinta URSS, el mayor de los tantos disparates náufragos del magno orate, truncado tras el desastre de Chernóbil en abril de 1986 –cuyo sistema de enfriamiento era el mismo que se aplicaría en Juraguá– , que dio lugar a que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no aprobara la puesta en marcha de “nuestra” flamante central nuclear, salvándose la Isla y los cubanos de acá del peligro de desaparecer por una (accidental o no) explosión.
Sin embargo, la planta nuclear de Cienfuegos todavía se inscribía en un proyecto marcadamente socialista y en un programa de “solidaridad” entre regímenes comunistas. En los años 80’, hablar de capital en Cuba era toda una herejía.
En cambio, Mariel, “una obra para el presente y el futuro”, según palabras del general-presidente, es un proyecto capitalista de estos tiempos en los que ya la prensa oficial habla abiertamente de inversiones de capitales, incluyendo el otrora infeccioso y sucio capital extranjero. No obstante, continúan ocultas las cifras comprometidas en las obras. A cuánto asciende el monto invertido por la parte cubana, cuál es su procedencia, cuánto del también oculto “presupuesto nacional” se destina a las obras de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), qué beneficios concretos recibirá de esta inversión la población cubana y en qué plazos, son algunas de las cuestiones que quedaron en el tintero del periodista y de sus patronos.
Pero ciertas cosas no cambian, como es el caso del lenguaje ambiguo y los mensajes crípticos. Un estilo periodístico destinado a generar optimismos en una población empobrecida que necesita desesperadamente las buenas noticias, pero a la que es recomendable no ofrecerle demasiados datos. En cuanto a los inversores nacionales y extranjeros, “Mariel les abre una oportunidad única: un nicho donde se ofrecen las ventajas que caracterizan a estos espacios en cualquier lugar, pero con el valor agregado de estar en un país que será estratégico en el mapa del transporte marítimo y el comercio global tras concluirse la ampliación del Canal de Panamá en 2015”.
El artículo no parece decir mucho, pero entre líneas explica el porqué de la creciente ofensiva de las autoridades cubanas contra el embargo estadounidense, tema que ganó protagonismo en el discurso gubernamental solo a partir de 1992, después del fin del protectorado sovieto-socialista. También se dibujan elementos para el posible surgimiento de un nuevo escenario en el mapa geopolítico regional a mediano plazo, en el cual las relaciones entre los países inversores, y en particular las de Cuba y EEUU, definirían las pautas e intensidad del comercio por la vía marítima, entre otras cuestiones.
Así, ahora resulta que ya Cuba no está peligrosamente cerca del enemigo, como se nos ha repetido durante décadas, sino que –por el contrario– la Isla disfruta de una “bendición geográfica” que parece otorgarle ventajas naturales sobre otras naciones, la misma bendición que entre los siglos XVI y XVIII impulsaba a la flota de la corona española a agruparse en La Habana antes de zarpar a la metrópoli.
Los 465 kilómetros cuadrados pertenecientes a seis municipios de la provincia de Artemisa, con la posibilidad de que el Consejo de Ministros disponga la incorporación de otras áreas “siempre y cuando tributen al mejor cumplimiento de los objetivos”, son la avanzada de futuras Zonas Especiales que se emprenderán en otras regiones de la Isla y que ya los címbalos y trompetas anuncian desde la prensa oficial.
Los beneficios que de ellas recibiremos continúan siendo tan inaccesibles como los secretos financieros de la obra. Todo indica que la ZEDM es el nombre de bautismo que ha recibido esta prometedora empresa capitalista de la cúpula “comunista”, otra nube del paraíso fiscal de los Castro.
Publicado en Cubanet el 5 de noviembre del 2013
Quizás un empeño anterior de magnitud comparable fue la construcción de la central termonuclear de Juraguá en la provincia de Cienfuegos, en tiempos de Castro I y del idilio con la también extinta URSS, el mayor de los tantos disparates náufragos del magno orate, truncado tras el desastre de Chernóbil en abril de 1986 –cuyo sistema de enfriamiento era el mismo que se aplicaría en Juraguá– , que dio lugar a que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no aprobara la puesta en marcha de “nuestra” flamante central nuclear, salvándose la Isla y los cubanos de acá del peligro de desaparecer por una (accidental o no) explosión.
Sin embargo, la planta nuclear de Cienfuegos todavía se inscribía en un proyecto marcadamente socialista y en un programa de “solidaridad” entre regímenes comunistas. En los años 80’, hablar de capital en Cuba era toda una herejía.
En cambio, Mariel, “una obra para el presente y el futuro”, según palabras del general-presidente, es un proyecto capitalista de estos tiempos en los que ya la prensa oficial habla abiertamente de inversiones de capitales, incluyendo el otrora infeccioso y sucio capital extranjero. No obstante, continúan ocultas las cifras comprometidas en las obras. A cuánto asciende el monto invertido por la parte cubana, cuál es su procedencia, cuánto del también oculto “presupuesto nacional” se destina a las obras de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), qué beneficios concretos recibirá de esta inversión la población cubana y en qué plazos, son algunas de las cuestiones que quedaron en el tintero del periodista y de sus patronos.
Pero ciertas cosas no cambian, como es el caso del lenguaje ambiguo y los mensajes crípticos. Un estilo periodístico destinado a generar optimismos en una población empobrecida que necesita desesperadamente las buenas noticias, pero a la que es recomendable no ofrecerle demasiados datos. En cuanto a los inversores nacionales y extranjeros, “Mariel les abre una oportunidad única: un nicho donde se ofrecen las ventajas que caracterizan a estos espacios en cualquier lugar, pero con el valor agregado de estar en un país que será estratégico en el mapa del transporte marítimo y el comercio global tras concluirse la ampliación del Canal de Panamá en 2015”.
El artículo no parece decir mucho, pero entre líneas explica el porqué de la creciente ofensiva de las autoridades cubanas contra el embargo estadounidense, tema que ganó protagonismo en el discurso gubernamental solo a partir de 1992, después del fin del protectorado sovieto-socialista. También se dibujan elementos para el posible surgimiento de un nuevo escenario en el mapa geopolítico regional a mediano plazo, en el cual las relaciones entre los países inversores, y en particular las de Cuba y EEUU, definirían las pautas e intensidad del comercio por la vía marítima, entre otras cuestiones.
Así, ahora resulta que ya Cuba no está peligrosamente cerca del enemigo, como se nos ha repetido durante décadas, sino que –por el contrario– la Isla disfruta de una “bendición geográfica” que parece otorgarle ventajas naturales sobre otras naciones, la misma bendición que entre los siglos XVI y XVIII impulsaba a la flota de la corona española a agruparse en La Habana antes de zarpar a la metrópoli.
Los 465 kilómetros cuadrados pertenecientes a seis municipios de la provincia de Artemisa, con la posibilidad de que el Consejo de Ministros disponga la incorporación de otras áreas “siempre y cuando tributen al mejor cumplimiento de los objetivos”, son la avanzada de futuras Zonas Especiales que se emprenderán en otras regiones de la Isla y que ya los címbalos y trompetas anuncian desde la prensa oficial.
Los beneficios que de ellas recibiremos continúan siendo tan inaccesibles como los secretos financieros de la obra. Todo indica que la ZEDM es el nombre de bautismo que ha recibido esta prometedora empresa capitalista de la cúpula “comunista”, otra nube del paraíso fiscal de los Castro.
Publicado en Cubanet el 5 de noviembre del 2013