“El pueblo cubano sigue estando en el centro de todo lo que hacemos”, dijo un alto funcionario del Departamento de Estado al anunciar este viernes el quinto y último paquete de enmiendas de la administración Obama a las regulaciones sobre Cuba de los Departamentos del Tesoro y de Comercio.
A una pregunta de la AP el funcionario dejó claro que al Ejecutivo no le preocupa si beneficiar a los cubanos comunes requiere permitir que también se beneficie el Estado cubano.
De hecho, varias de las medidas anunciadas engrosarán directamente las arcas del gobierno de la isla y beneficiarán a sectores estratégicos de la economía estatal al abrir camino al mercado estadounidense a los productos biofarmacéuticos de la empresa estatal Biofarma, y eliminar los límites de importación personal desde Cuba o terceros países (el valor máximo permitido era $100), de rones producidos por la empresa estatal Havana Rum and Liquors, y de habanos torcidos y empacados por Cubatabaco que pueden traer los norteamericanos.
El año pasado visitaron la isla 161.000 estadounidenses y 271.171 cubanos radicados en Estados Unidos. Si cada uno hubiera importado tabaco y alcohol en el marco permitido hasta entonces ($100 USD) por EEUU, habrían dejado a Cuba $43, 271, 000.
Los tres rubros forman parte de los bienes exportables que más aportan al país, junto con el azúcar y el níquel, cuyos precios se mantienen bajos en el mercado mundial, los pescados y mariscos, y los derivados del petróleo producidos con importaciones de crudo venezolano.
Otra buena noticia para La Habana es la emisión por parte de la Oficina de Control de Activos Cubanos, OFAC, de una licencia general que pasará por alto (waive) una restricción comprendida en la Ley Torricelli de 1992 y que ponía en una cuarentena de 180 días para tocar puertos estadounidenses a cualquier buque que entrara a un puerto cubano con propósitos de carga o descarga de mercancías.
La condición es que los artículos transportados a Cuba sean designados bajo las Regulaciones de Administración de Exportaciones (EAR) de EE.UU. como EAR99. Esto quiere decir que no figuran en la Lista de Control del Departamento de Comercio que engloba productos de posible doble uso como los nucleares, químicos, toxinas, ciertas computadoras y artículos electrónicos y de telecomunicaciones, aeroespaciales, etc. Aun así se necesitaba una licencia especial para exportar los EAR99 a un país bajo embargo de EE.UU., requisito que ahora desaparece para Cuba.
Volviendo a la medida sobre los buques, esta deroga en la práctica la sección 6005 artículo (b) de la Ley de Democracia Cubana de 1992 (Ley Torricelli) y refuerza los planes de La Habana de convertir el megapuerto y terminal de Contenedores de Mariel, al que el gobierno ha apostado su futuro, en un hub o centro regional de transbordo de mercancías en buques de la clase Post-Panamax hacia las costas este y del Golfo de los Estados Unidos.
El mes pasado el director de la terminal administrada por la empresa PSA de Singapur, Charles Baker, expresó al Journal of Commerce su confianza en que tan pronto Washington eliminara la mencionada sanción se pudiera realizar el potencial de Mariel.
La terminal tiene capacidad para procesar 800.000 TEU anuales (unidades equivalentes a contenedores de 20 pies de largo) y había alcanzado a principios de 2016 los 300.000 TEU gracias al “boom” turístico que beneficia a Cuba, hasta que el desplome venezolano sumió a la isla en una nueva crisis.
“Después de un comienzo muy, muy bueno, la situación que enfrenta económicamente el país se ha vuelto mucho más difícil. Lo que vimos en el segundo trimestre fue una ralentización del tráfico”, dijo Baker.
Su esperanza era justamente lo que acaba de ocurrir, pues una vez puesta a dormir la sanción, Mariel queda con vía libre para transbordar mercancías, incluso estadounidenses ya que, según Baker, eso no está prohibido por el embargo.
"Sería carga en tránsito y no estaría cubierta por el embargo. Nuestra interpretación es que si se elimina la regla de los 180 días y la Ley Torricelli que va con ella, (...), podría efectuarse en Mariel el transbordo internacional de cargas de importación y exportación estadounidenses. Todavía no se podría comerciar libremente entre Cuba y EEUU, no se exportarían productos hechos en Estados Unidos a Cuba o cubanos a EEUU, pero se podría crear una red internacional de transbordo de cargas”.
Acerca de la posibilidad de que se eliminara o pasara por alto lo estipulado por la Ley Torricelli y codificado después por la Helms-Burton de 1996, Baker mencionó al Journal Of Commerce lo ocurrido con los cruceros y los vuelos comerciales entre los dos países y predijo: “Si las excepciones se hacen para esa clase de industrias, ¿es tan descabellado pensar que podría haber una solución similar para la regla de los 180 días y los buques portacontenedores?".