Si José Ramón Machado Ventura conserva el cargo de segundo secretario del Comité Central del Partido, nadie debe albergar dudas de que sigue siendo Machadito la segunda figura de la nomenclatura castrista.
A raíz del nombramiento de Miguel Díaz-Canel Bermúdez como primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, numerosos analistas y medios de prensa internacionales han anunciado que asistimos a la entronización de la segunda figura de la revolución cubana. Es decir, que si de momento faltara Raúl Castro, sería Díaz-Canel el que asumiría las riendas del poder.
A los que piensan de esa manera, les recomendamos consultar la Constitución de la República de Cuba. Su artículo 5 establece que "El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". Por lo tanto, si José Ramón Machado Ventura conserva el cargo de segundo secretario del Comité Central del Partido, nadie debe albergar dudas de que sigue siendo Machadito la segunda figura de la nomenclatura castrista.
Además, algunos hechos podrían confirmar lo que apuntamos. Uno de ellos fue la reciente celebración del 55º aniversario de la creación del Segundo Frente Oriental "Frank País". En la actividad estuvieron presentes Raúl, Machado y Díaz-Canel. Y el presentador del acto, a la hora de referirse a los miembros de la presidencia, después de mencionar a Raúl, nombró a Machado Ventura. Sabemos que en este tipo de eventos se respeta estrictamente la jerarquía entre los componentes del aparato de poder.
Por otra parte, hay evidencias de que no ha habido una modificación significativa en las funciones del primer vicepresidente. El flamante "delfín" presidió hace poco un pleno del Comité Nacional del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte. O sea que, al parecer, continúa atendiendo las mismas esferas que cuando era un vicepresidente más del Consejo de Ministros.
Entonces lo que habríamos presenciado es el anuncio de que ya se encontró al sucesor del binomio dinastía castrista-generación histórica de la revolución, pero no necesariamente que esa figura posea en este momento una cuota considerable de poder. Algo parecido a lo que aconteció en la España franquista cuando se dijo que iba a restablecerse la monarquía borbónica con Juan Carlos como monarca, mas únicamente después de la muerte del Generalísimo.
Lo anterior se traduce, en nuestro medio, en que Díaz-Canel debe de asumir el mando efectivo de la nación una vez que desaparezcan del escenario político Raúl y Machado, este último como postrer exponente de la generación histórica de la revolución. Porque, obviamente, no consideramos a Ramiro Valdés ni al general Abelardo Colomé Ibarra (Furry) con cualidades personales para el liderazgo supremo del país. Ha comenzado un período de transición, una transición que, dadas las edades del uno y el dos actuales, es casi seguro que no supere los cinco años.
A aquellos que imaginan la posibilidad de una caída de Díaz-Canel antes de la sucesión, les responderíamos que se trata de algo poco probable, a menos que ocurra un "autodescalabro". Raúl Castro se tomó todo su tiempo para proclamar oficialmente al sucesor, y ello significa que, al fin, halló al candidato que colma sus expectativas. No debemos olvidar que han quedado en el camino varios protegidos -al menos, aparentemente- del general-presidente, como fueron los casos de Nelson Torres y Pedro Sáez, sin contar a otros menos protegidos como los Aldana, Lage, Pérez Roque, Robaina y Hassan Pérez, entre otros.
Claro, en esta trama no se excluiría totalmente aquello de que "una cosa piensa el ladrón y otra el policía". Porque, por ejemplo, en la antigua República Democrática Alemana, cuando el régimen de Erich Honecker se caía a pedazos, los comunistas intentaron promover la figura de Egon Krenz para mantener el viejo régimen con un rostro nuevo. Sin embargo, las ansias de libertad y reunificación nacional del pueblo alemán frustraron esa maniobra. Nada quita que entre nosotros pueda suceder algo similar.
Publicado en Primavera Digital el 22 de abril del 2013.
A los que piensan de esa manera, les recomendamos consultar la Constitución de la República de Cuba. Su artículo 5 establece que "El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". Por lo tanto, si José Ramón Machado Ventura conserva el cargo de segundo secretario del Comité Central del Partido, nadie debe albergar dudas de que sigue siendo Machadito la segunda figura de la nomenclatura castrista.
Además, algunos hechos podrían confirmar lo que apuntamos. Uno de ellos fue la reciente celebración del 55º aniversario de la creación del Segundo Frente Oriental "Frank País". En la actividad estuvieron presentes Raúl, Machado y Díaz-Canel. Y el presentador del acto, a la hora de referirse a los miembros de la presidencia, después de mencionar a Raúl, nombró a Machado Ventura. Sabemos que en este tipo de eventos se respeta estrictamente la jerarquía entre los componentes del aparato de poder.
Por otra parte, hay evidencias de que no ha habido una modificación significativa en las funciones del primer vicepresidente. El flamante "delfín" presidió hace poco un pleno del Comité Nacional del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte. O sea que, al parecer, continúa atendiendo las mismas esferas que cuando era un vicepresidente más del Consejo de Ministros.
Entonces lo que habríamos presenciado es el anuncio de que ya se encontró al sucesor del binomio dinastía castrista-generación histórica de la revolución, pero no necesariamente que esa figura posea en este momento una cuota considerable de poder. Algo parecido a lo que aconteció en la España franquista cuando se dijo que iba a restablecerse la monarquía borbónica con Juan Carlos como monarca, mas únicamente después de la muerte del Generalísimo.
Lo anterior se traduce, en nuestro medio, en que Díaz-Canel debe de asumir el mando efectivo de la nación una vez que desaparezcan del escenario político Raúl y Machado, este último como postrer exponente de la generación histórica de la revolución. Porque, obviamente, no consideramos a Ramiro Valdés ni al general Abelardo Colomé Ibarra (Furry) con cualidades personales para el liderazgo supremo del país. Ha comenzado un período de transición, una transición que, dadas las edades del uno y el dos actuales, es casi seguro que no supere los cinco años.
A aquellos que imaginan la posibilidad de una caída de Díaz-Canel antes de la sucesión, les responderíamos que se trata de algo poco probable, a menos que ocurra un "autodescalabro". Raúl Castro se tomó todo su tiempo para proclamar oficialmente al sucesor, y ello significa que, al fin, halló al candidato que colma sus expectativas. No debemos olvidar que han quedado en el camino varios protegidos -al menos, aparentemente- del general-presidente, como fueron los casos de Nelson Torres y Pedro Sáez, sin contar a otros menos protegidos como los Aldana, Lage, Pérez Roque, Robaina y Hassan Pérez, entre otros.
Claro, en esta trama no se excluiría totalmente aquello de que "una cosa piensa el ladrón y otra el policía". Porque, por ejemplo, en la antigua República Democrática Alemana, cuando el régimen de Erich Honecker se caía a pedazos, los comunistas intentaron promover la figura de Egon Krenz para mantener el viejo régimen con un rostro nuevo. Sin embargo, las ansias de libertad y reunificación nacional del pueblo alemán frustraron esa maniobra. Nada quita que entre nosotros pueda suceder algo similar.
Publicado en Primavera Digital el 22 de abril del 2013.