Los amantes del censor

Donde más se percibe la pasión por sus propios verdugos es en una casta de blogueros que se desviven por salvar y justificar la cara más amarga de su revolución.

Si hay un país donde los periodistas están a favor de la censura y de seguir limitando el acceso a Internet a la mayoría de la población, ese es, sin lugar a dudas, Cuba. Si se les dice esto a ellos dirán que no, saldrán con su manido discurso sobre el Imperio y las feroces campañas mediáticas. Sienten amor por sus carceleros y así se nota en toda la prensa de la Isla. Donde más se percibe la pasión por sus propios verdugos es en una casta de blogueros que se desviven por salvar y justificar la cara más amarga de su revolución. Hace algún tiempo, la periodista oficialista Vladia Rubio escribió en su blog que se sentía feliz finalmente de poder leer los posts de Yoani Sánchez en su blog Generación Y a los que anteriormente no había podido acceder. Sin decirlo clara y explícitamente admitía haber sido víctima de la censura, sin que ello le hubiese generado ningún tipo de contrariedad ni tan siquiera se interrogara sobre las razones por las cuales el Estado había decidido prohibirle el acceso a las artículos de una inofensiva bloguera. Asumía entonces que otros decidieran lo que podía leer y qué no.

“Bastan el sentido común, el apego a la honestidad y ese sentido de amor patrio para desmontar sus mensajes”, escribía Vladia Rubio en su blog, alojado en la plataforma de Blogs de Periodistas Cubanos del Centro Internacional de Prensa (CIP), cuyas bitácoras incluyen invariablemente la foto de Fidel Castro en la esquina superior derecha, en una posición clara de celoso vigía del ciberespacio patrio. La periodista había apuntado antes que, durante un tiempo, tuvo dificultades para acceder a Generación Y, pero esta situación de censura, que choca con su derecho a la libertad de información, lejos de motivarle un sentimiento de rebeldía contra una injusticia por una acción del Estado que limita el acceso a las ideas y a las opiniones, la condujo en cambio a repudiar y menospreciar las opiniones de Yoani, a quien considera algo así como una enemiga de la nación. Al mismo tiempo, a renglón seguido afirmaba que los blogueros que se mueven en las redes sociales “desde Cuba y por Cuba” no les asiste el apoyo tecnológico que sustenta los “diseños mediáticos y las campañas gestadas desde la otra orilla”. Y eso lo dice quien, a pesar de que no les asiste una ayuda externa (lo cual no es cierto), tiene a su disposición todo el aparato estatal de la República de Cuba, con los recursos de las mismísimas FAR si fuera preciso, y con agentes del Seguridad del Estado con blog propio. Así que este lloriqueo resulta increíble. En cuanto al apoyo exterior, hay que recordar que los contenidos producidos por la blogosfera oficialista en Cuba son reproducidos automáticamente por decenas o quizás centenares de blogs y medios de todo el mundo, en donde no hay censura; en España existen incluso organizaciones como Euskadi-Cuba que, simulando funciones de solidaridad y cooperación, mantiene sitios como Cubainformacion.tv, manejado por personal en plantilla consagrado a tareas de comunicación relacionadas con la defensa del régimen de los hermanos Castro. Aquí sí que nadie censura.

Parece difícil pensar que en la mentalidad de los periodistas oficialistas que escriben semejante tipo de opiniones pueda existir un mínimo de amor, ya no patrio, sino más bien hacia su propia profesión, la periodística, que precisa ante todo de libertad creativa. Ésta no puede mantenerse sujeta a condicionantes impuestos desde el poder, ni mucho menos dejar que éste dirija sus operaciones. Mucho más difícil de imaginar el amor a la prensa cuando en todos y cada uno de esos blogs se mantiene, en posición destacada, la imagen de Fidel Castro, como líder supremo. Se entiende que en todos esos espacios se expresan tan solo variantes sobre el mismo tema, es decir, variaciones aceptadas en torno al pensamiento matriz que es el compendio de ideas que ha promovido el dictador durante medio siglo y que han convertido Cuba en un país del que hay que escapar, sea como sea. Aún así, existen periodistas en medios oficiales que consideran que solo basta tener “sentido común” para “desmontar” los mensajes de la blogosfera alternativa. El estudio de los principales indicadores usando este mismo sentido común nos hace ser, por supuesto, mucho menos optimistas que Vladia.

En España, Francia, Estados Unidos, Ecuador, Bolivia, México o Venezuela los periodistas defienden cada día la libertad de expresión y el fin de toda censura. En España, recientemente contra la intención de algunos gobernantes de controlar los medios públicos; en Ecuador contra la intromisión del mismísimo presidente en la tarea de los periodistas; en México contra las bandas del narcotráfico que siguen sembrando el terror entre periodistas y últimamente contra blogueros y tuiteros; en Venezuela, contra normas que limitan de forma descarada la libertad de los periodistas. En Cuba, donde sobrevive la prensa de partido y única, los periodistas como Vladia Rubio se sienten felices y agradecidos. ¡Quién creería que a ellos sí les asiste el sentido común y la honestidad!