La historia demuestra que, cuando están en peligro de desaparecer, las naciones se refugian en las esencias de su identidad. A fines del siglo 18, ocupada por Prusia, el Imperio Austrohúngaro y Rusia, Polonia desapareció como territorio nacional y los nacionalistas polacos se refugiaron en las iglesias, hasta que el país resucitó 123 años después. Hoy Polonia es una de las naciones con mayor promedio de católicos practicantes en todo el mundo.
Cuba, bajo secuestro de una dictadura que lleva casi 60 años disfrazada de nación, tiene un dibujante que se refugia en las herejías del humor para azotar a los secuestradores. Se llama Alen Lauzán, nació en Bauta en 1974, y entre 1995 y 2000 editó el suplemento humorístico Dedeté en La Habana. Lleva 18 años viviendo en Chile, 14 de ellos en Santiago, y los últimos cuatro en la ciudad de Talca, casi 160 millas al sur de la capital.
“Como soy de Bauta, un pueblo chico, me mudé a Talca”, cuenta el caricaturista. “Tiene 300 mil habitantes; me siento como en Bauta, que tenía 50 mil habitantes. Volví a mis orígenes: yo le digo Bautalca”.
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La palabra Guamá, escrita así, no tendría por qué traer a la mente de ningún cubano el nombre del boletín del Partido Comunista, Granma. Pero basta ver una imagen de la parodia gráfica del logotipo para darse cuenta. Sobre todo, si luego se lee: “Órgano oficial de los que han partido”.
Lauzán, autor de esa parodia, hace muchas otras que también ridiculizan buena parte de los medios usados por el castrismo en su virulenta campaña de propaganda política: los periódicos Trabajadores y Juventud Rebelde son Trabajodedores y Senectud Reverde. Las revistas Bohemia, Verde Olivo, Moncada y Zunzún son Bohimeo, Verde Orino, Mongada y Zonzón. Y el sitio de internet La Jiribilla es La Guaricandilla.
La editorial Hypermedia acaba de publicar su libro Cuba Sí, Cubanos También. Memorias del Deshielo Cuba-USA, disponible en Amazon. Recoge caricaturas publicadas por Lauzán en Diario de Cuba a raíz de la apertura de la Administración Obama hacia La Habana. El breve prólogo es de otro caricaturista, Gustavo Rodríguez, Garrincha.
“Como se podrá apreciar, Lauzán es brutalmente honesto al lidiar con el affairpolítico cubano, tan ninguneado o sobredimensionado, según la agenda o cuenta de banco”, escribe Garrincha.
“Gráficamente hablando, estas colaboraciones son una extensión de ese desparpajo demoledor con que el autor dibuja lo que muchos piensan, pero no saben decir. O lo que nadie había visto, aun teniéndolo frente a sus narices. Yo siempre lo he dicho: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo dibuja Lauzán”, agrega el caricaturista, que actualiza semanalmente "El Ojo de la Risa", la sección de opinión gráfica de martinoticias.com.
En la serie de portadas de Guamá, reunidas en otro libro, la irreverencia del humor político lauzaniano no deja títere con cabeza. Reza la presentación: “El libro que usted tiene en sus gusanas manos contiene imágenes y textos publicados en el-guama.blogspot.comentre 2008 y 2014. Gracias a todos los que colaboraron durante esos años y sobre todo a nuestros más guamañangas lectores que hicieron posible que el diversionismo idológico [sic] no muriera”.
“Guamá me consumió mucho tiempo, y no podía dibujar”, confiesa ahora el caricaturista. “Era otro estilo de humor, y a mí lo que más me gusta es dibujar. Diario de Cuba me dio esa oportunidad, y el libro Cuba Sí, Cubanos También reúne poco más de dos años desde antes que Obama y Raúl [Castro] aparecieran sin que nadie supiera. Yo me olía que venía algo así. No me sorprendió”.
En una de las caricaturas todos los personajes son pingüinos que pasean frente al Capitolio de La Habana y uno dice: “Lo peor del descongelamiento es seguir siendo pingüino”.
“Seguimos siendo pingüinos porque ese deshielo fue falso, no había alternativa”, comenta Lauzán. Para “los cubanos de Cuba y los que estamos fuera de Cuba”.
Es nieto de José Rafael Lauzán, que fue historiador de San Antonio de los Baños desde 1933 hasta su muerte en 1998.
“Era un comunista aferrado, estuvo preso en el Presidio Modelo [de Isla de Pinos] en el 33”, recuerda el dibujante. “Él me enseñó muchas cosas, entre ellas esa irreverencia. He visto comentarios desde dentro de Cuba de estos comisarios culturales que te dicen: “¿Cómo, tú eres nieto de Jose Rafael Lauzán, que era un gran comunista?” Pero era comunista en el año 33, no en 1998. Él me enseñó a ser yo mismo, nunca me inculcó qué tengo que ser ni cómo tengo que ser. Yo no tenía que estar disimulando mi postura política ni nada. Por mi abuelo es que yo conozco todo este proceso. Siempre me gustó dibujar, pero por él fue que seguí dibujando y después hice humor gráfico”.
Lauzán tenía 20 años cuando entró a trabajar en Dedeté, suplemento humorístico del periódico Juventud Rebelde.
“Era heavy trabajar en ese ambiente, pero aprendí mucho para después formarme mi propia opinión”, comenta. “Me vine a Chile con 24 años, y ahí empecé a ver la verdad de Cuba”.
Fue por pura casualidad que terminó viviendo en Chile, asegura.
“Me gané el Gran Premio Eduardo Abela de la Bienal de San Antonio de los Baños, era la primera vez que entregaban mil dólares”, recuerda. “Imagínate, en el 98 con mil dólares. Le compré un televisor a mi mamá y me dije: Tengo que irme, esta es la oportunidad... Tampoco fue así, fue un proceso para entender que podía hacer con ese dinero”.
Un caricaturista argentino que participó en la Bienal de San Antonio le dijo: “Vete a Argentina, tienes la plata, busquemos la forma”. Pero meses después, cuando ya Lauzán había hecho los trámites para viajar, el colega argentino le dijo que la cosa se estaba poniendo mala en su país. Un año después, en el 2001, vino El Corralito, la congelación de depósitos bancarios decretada por el gobierno de Fernando de la Rúa para evitar las extracciones masivas y el colapso del sistema financiero.
“Me contactó entonces con un caricaturista chileno, que me recibió acá”, cuenta el dibujante cubano. “Hicimos la famosa carta de invitación; como yo trabajaba en Juventud Rebelde no me fue difícil hacer los trámites, pero salí con pasaporte oficial, porque sabían que me iba a quedar. Averigüé y me dijeron que cuando llegara fuera a la Embajada y cambiara el pasaporte. Cuando fui el Cónsul me dijo: “Pero cómo tú, siendo tan joven, te recomiendo que vuelvas y recapacites…” Le dije: “Compadre, ya estoy acá. No tengo más dinero para estar volviendo”. Y así fue”.
Lo primero que lo impresionó al llegar a Chile en el 2000 fueron los estanquillos abarrotados de diarios.
“Imagínate, para un cubano que trabajaba en prensa, acostumbrado a ver sólo Juventud Rebelde, Trabajadores, Granma… y lo que más me llamó la atención fueron las sátiras de The Clinic”, recuerda. “Fui, me presenté ahí en [la redacción de] The Clinic y como se dice en Chile, “se va haciendo migas del pan”, me fui quedando. Ya dos años después me contratan, y estuve hasta el 2010. Porque sentí como que me estaba aplatanando mucho en The Clinic, me fui y sigo ahí colaborando, pero quería hacer otras cosas con Cuba… la sangre llama”.
Hasta hoy. Ha hecho muchas caricaturas memorables, desde las que desenmascaran a quienes disimulan “solidaridad” con Cuba para hacer turismo de hipocresía y bajas pasiones hasta las de humor blanco, como esa donde todos los pasajeros de un avión apuntan con las cámaras de sus celulares al único que lee un libro. Pero una, la que pone a Liborio –el personaje-símbolo del pueblo cubano acuñado por Ricardo de la Torriente en 1904—arrastrando el seboruco donde descansan los restos de Fidel Castro, es una OBRA MAESTRA, así, con mayúsculas. Cuando se edite una antología gráfica de la sátira política cubana de la “revolución”, esa pieza tendrá que ser la portada.
Una revisión incluso superficial de la obra de Lauzán deja ver que no le teme al panfleto.
“A mí el panfleto, mientras esté bien hecho, no me molesta”, explica. “Conocemos la tradición de cartel que hay en Cuba. Y hay panfletos tan bien diseñados que uno tiene que reconocer que deben haber cumplido un objetivo primordial”.