Desde Madrid y "con el polvo del camino" todavía encima, la directora teatral, dramaturga, investigadora y profesora escénica Liuba Cid conversa con Martí Noticias. Acaba de regresar de Cádiz, donde tiene lugar (hasta este sábado 24) la edición número 30 del Festival de Teatro Iberoamericano, uno de los más importantes de este ámbito.
Fue invitada con su espectáculo El burgués gentilhombre, en cuyo elenco hay ocho actores; de ellos, siete cubanos y un español. Se trata de una visión "latinizada" de este clásico de Molière, con escenografía sencilla pero con maquillaje y vestuario complejos. Un divertimento que, al decir de la crítica local, "con referencias concretas a algunas vanidades contemporáneas… ha convertido las piezas de ballet originales en números musicales de raíces cubanas".
Liuba es un producto del Instituto Superior de Arte (ISA) de la isla. Formó parte de ese boom teatral que hubo en los años 90 y luego se residenció en España para continuar ejerciendo su profesión "con una mirada hacia atrás". Visitar los clásicos muy a menudo, con una intertextualidad muy sugerente, la mantiene en los festivales de ese género desde que fundó su grupo Mephisto Teatro, hace seis años.
En Madrid ha repensado Cuba con su trabajo. A cada rato conforma elencos con actores cubanos de largo recorrido, como es el caso de Justo Salas (protagonista de El burgués…), Rey Montesinos y Jorge Ferrera; este último también director de escena y parte del boom de los 90 con Teatro El Puente.
A continuación presentamos la entrevista con una inquieta creadora que ha hecho de los clásicos del Siglo de Oro una razón para su vida. Esta conversación se produce mientras transcurre el Festival Internacional de Teatro de La Habana, que comenzó este último jueves y se desarrollará hasta el 31 de octubre.
¿Cuándo fue creada la compañía Mephisto Teatro y cómo surgió la idea?
Se crea en el año 2009 por una petición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro (España), en su XXXII edición. El director de tan prestigioso Festival me pidió una versión de la obra de Lope de Vega Fuenteovejuna, pues ese año se presentaba la versión de la compañía Ksec Act, de Japón. Fue entonces cuando inicié un casting para encontrar el elenco adecuado y empezar a plantear las ideas de una puesta en escena que apostaba por una versión algo más actualizada del texto de Lope. En este sentido, incorporé textos de José Martí y Virgilio Piñera, usando como fondo una Jungla de Wilfredo Lam que sustituía al campo cordobés.
Así nació un proyecto que lleva seis años participando activamente en la programación teatral de España, sobre todo en los Festivales de Teatro Clásico. A la compañía pertenecen actores cubanos y españoles. Muchos de ellos procedentes de otras compañías cubanas, del cine y la televisión.
¿Está relacionada tu compañía con otra de igual nombre que existe en Cuba?
En un principio sí. Parte de los elementos escenográficos y de vestuario los diseñó el gran artesano del teatro Tony Díaz, fallecido recientemente, y de quien nos acordamos cada vez que tocamos alguna de sus piezas que tanta belleza y singularidad han aportado a nuestros montajes. Esto ocurrió el primer año de trabajo, pues quisimos establecer un puente de conexión entre Cuba y España intercambiando actores y actrices, pero más adelante nuestro proyecto se fue independizando y tomamos caminos diferentes. No obstante, y como el nombre de la compañía era ya conocido en España, decidimos escribir en inglés la palabra que daba nombre a la compañía pasando de Mefisto a Mephisto Teatro, estableciendo así una diferenciación.
¿Por qué te dedicas a revisar los clásicos del Siglo de Oro y, como dices, hacerle una lectura contemporánea?
Si existe una teoría contemporánea del teatro es gracias a los clásicos del Siglo de Oro. Al tratado "El arte nuevo de hacer comedias" de Lope, debemos la polimetría, tan rica en matices, iluminando al texto, la fusión entre el verso y la prosa, ampliando los horizontes de la comunicación a través del lenguaje, el humanismo, tan necesario para ampliar nuestro conocimiento universal, la amalgama de géneros, la maquinaria escénica en función del relato escénico, y un sinfín de aspectos de los que somos herederos. Calderón, Lope, Tirso, Quevedo, Rojas Zorrilla… todos encapsulan en su teatro estas formas que palpitan en el drama moderno. Me gusta mirar hacia atrás y, cada vez que lo hago, veo mis ideas reflejadas en un futuro posible que se materializa en la escena. Podría afirmar que los clásicos son mi fuente de inspiración.
¿Te has presentado en Cuba alguna vez con tu compañía?
Sí. Hemos estado en el Festival de Teatro de la Habana en el año 2011. Gracias a una colaboración con la embajada de España en Cuba pudimos representar Donde hay agravios no hay celos, de Francisco de Rojas Zorrilla, dos días en el Teatro Mella. Unas funciones inolvidables, con el teatro "hasta la bandera", y un público volcado por completo con nosotros. No era de extrañar, en el reparto estaban Yolandita Ruiz y Vladimir Cruz, dos referentes generacionales muy admirados por el público cubano.
¿Qué opinión tienes sobre el Teatro Cubano de los 90, una época de profunda crisis económica y que, sin embargo, tuvo un boom teatral?
Se sabe que todas las crisis generan grandes ideas. Tragedia y grandeza van de la mano en el campo de la creación. En los 90 tuvimos en Cuba la necesidad de condensar toda la experiencia formativa. El Instituto Superior de Arte (ISA) fue un gran revulsivo en ese sentido. Actores, dramaturgos, directores, diseñadores, críticos, investigadores y especialistas, una legión de "teatreros" se dispersó por la isla, y por el mundo, como una auténtica diáspora. Esa semilla ha dado sus frutos y ha crecido en una cartelera nutrida de magníficos proyectos.
Los años 90 fueron muy difíciles para todos, y en particular para los artistas, siempre el tejido más frágil y desfavorecido cuando se sufren grandes catástrofes a nivel económico, político y social. Pero esa adversidad genera a su vez una avalancha de preguntas en las que el teatro posiciona su respuesta. Grandes dramaturgos, actores, directores y creadores como Salvador Lemis, Joel Cano, Abel González Melo, Carlos Díaz, Carlos Celdrán, Nelda del Castillo… la lista sería copiosa, han dibujado el mapa de un teatro imaginario e imaginado desde todos los rincones del mundo.
¿Ser cubano o cubana, vivir en España y hacer teatro significa tener un plus para trabajar contigo?
No, yo trabajo con cualquier actor, sea de la nacionalidad que sea, si me gusta. Sin embargo, tengo claro que la formación de un actor cubano es siempre buena, y su ductilidad permite afrontar trabajos de muy diferentes registros.
Háblanos de El burgués gentilhombre. ¿Cómo fue la presentación en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz que finaliza este fin de semana?
El 18 de octubre actuamos allí. Es nuestra tercera visita desde que Mephisto Teatro fue constituido. Asistir a este Festival es grato para cualquier artista latinoamericano porque en torno a él se reúnen las mejores compañías de Iberoamérica, siendo una ocasión increíble para ver buen teatro.
En esta ocasión levantamos el telón con El burgués gentilhombre, de Molière, una versión encarnada por ocho actores que asumen la responsabilidad de los roles femeninos y masculinos, un reparto de lujo formado por Justo Salas, Rey Montesinos, Jorge Ferrera, Georbis Martínez, Gabriel Buenaventura, Fidel Betancourt, Luis Castellanos y el actor español Guillermo Dorda.
Con el Gran Teatro Falla casi al completo, dejamos que fluyera la magia de los clásicos, y Molière, con su sabiduría, hizo gala de la crítica y el humor como herramientas liberadoras del pensamiento. Como es difícil distanciarse y hablar con objetividad del trabajo, les dejo un resumen de la crítica de esta función, bajo el título "Molière, sabor latino", firmada por Mª Ángeles Robles.
"El burgués gentilhombre de Mephisto se apoya en una escenografía sencilla y eficaz en la que la luz juega un papel protagonista. Liuba Cid ha actualizado y latinizado a Molière con referencias concretas a algunas vanidades contemporáneas (el banquete en el que se sirve a los comensales, humo con aroma de ternera, por ejemplo) y ha convertido las piezas de ballet originales en números musicales de raíces cubanas. Más allá de la pervivencia indiscutible de un clásico de todos los tiempos, los cubanos de Mephisto se empeñan en llegar al público y lo consiguen, principalmente, porque parecen divertirse, y mucho, sobre el escenario. Simpático final, con selfie incluido, con los actores entre el público en el patio de butacas".
¿Qué proyectos tienes ahora, en qué estás trabajando?
En una versión de Arlequín, servidor de dos amos, de Goldoni. Llevaba muchos años con el recuerdo anclado en el corazón de aquella magistral interpretación del actor cubano Carlos Díaz (Grupo Rita Montaner), que pude ver en La Habana cuando tenía 17 años. En cuanto a la versión, puedo adelantarte en primicia que hablará de la transgresión y la subversión, dibujando un escenario contemporáneo en el que los personajes visten con brochazos inacabados, a la vez que manipulan objetos imposibles nacidos de la visión surrealista del mundo de Arlequín. Un juego teatral intencionado que mezcla representación y vida.
Asistiremos al sueño caótico y extravagante de Trufaldino (Arlequín), que es la extensión de un mundo que se ha acostumbrado a la mentira en pos de la supervivencia, aceptando el maltrato como forma de identidad, mirándose en su propio ombligo con el sueño puesto en el espejismo de la lucha de clases, la esencia misma de la sabiduría popular con sus códigos de aniquilación y resistencia.
A través de esta entrevista, quiero agradecer a Martí Noticias por su interés en nuestra compañía teatral y en nuestro trabajo desde Madrid.