Los intelectuales disidentes, que asistieron por primera vez en 2013, no podrán acudir a Chicago por falta de fondos; a los oficialistas les costearán sus viajes instituciones académicas norteamericanas y la Fundación Ford.
El año pasado, en la reunión de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, por sus siglas en inglés), que habitualmente estaba copada por la nutrida delegación de intelectuales oficialistas cubanos, también estuvieron por primera vez los integrantes del Comité de Integración Racial (CIR) Manuel Cuesta Morúa, Leonardo Calvo y Juan Antonio Madrazo.
Pero a la edición de este año, que se celebrará próximamente en Chicago, los intelectuales disidentes no podrán asistir por la imposibilidad de costearse el viaje por sus propios medios.
En el caso de Manuel Cuesta Morúa, líder de Arco Progresista, una absurda sanción policial por "difundir noticias falsas que ponen en peligro la paz internacional" (¿?) le impide salir del país.
En cambio, la delegación oficialista viajará gracias a que instituciones académicas norteamericanas y la Fundación Ford costearán sus viajes.
Así, el tema de la discriminación racial en Cuba, gracias a la necedad o la complicidad de ciertos círculos académicos norteamericanos o vaya usted a saber de quién, es puesto totalmente en manos de intelectuales oficialistas.
Si al menos estos intelectuales fuesen como Gisela Arandia y el ensayista Roberto Zurbano, pero es que también forman parte de la delegación nada menos que el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Miguel Barnet, y Heriberto Ferraudy, un aparatchik que preside la Comisión Nacional de Lucha contra el Racismo.
Poco ha hecho contra la persistencia de la mala hierba racista la más que multidisciplinaria, multidisciplinada comisión que preside Ferraudy. Si acaso, además de dar mucha muela, llevar a Matanzas al solidario Danny Glover a bailar rumba al Museo de la Ruta del Esclavo.
Con estos truenos, ya sabemos qué se puede esperar del tratamiento del tema racial en LASA: más discusiones metatrancosas acerca de si la discriminación racial en Cuba –que siempre se aclarará que es muy sutil- es un problema de carácter cultural o económico.
Y Feraudy volverá a proponer revisar la enseñanza de la historia, hurgar en la plantación y los barracones, a ver cómo se soluciona el problema que la revolución creyó que había resuelto con un enérgico escobazo que ocultó el polvo
bajo la cama.
Pero no perdamos las esperanzas. Seamos tan optimistas como los académicos liberales norteamericanos que lo mismo privilegian la visión oficial sobre la del CIR que conceden una beca en Harvard a Elaine Díaz, la bloguera que pretende practicar el oficialismo por cuenta propia, como si la necesitase más que alguno de los periodistas independientes, esos majaderos.
No nos pongamos negativos. Puede que luego de la presencia de Feraudy en LASA, a la Comisión que preside le dé por implementar algo así como la acción afirmativa para lograr que la TV cubana no sea tan blanca y en la Asamblea Nacional, el Buró Político y el Comité Central del Partido Único y los Consejos de Estado y de Ministros, haya un porcentaje de negros similar al que hay en las cárceles cubanas.
¡Tarea difícil! Donde no haya negros, habrá que inventarlos. O lo que es más fácil: llevarlos a la fuerza. A latigazos, si es preciso. Como hacían los rancheadores.
(publicado originalmente en Primavera Digital el 05/22/2014)
Pero a la edición de este año, que se celebrará próximamente en Chicago, los intelectuales disidentes no podrán asistir por la imposibilidad de costearse el viaje por sus propios medios.
En el caso de Manuel Cuesta Morúa, líder de Arco Progresista, una absurda sanción policial por "difundir noticias falsas que ponen en peligro la paz internacional" (¿?) le impide salir del país.
En cambio, la delegación oficialista viajará gracias a que instituciones académicas norteamericanas y la Fundación Ford costearán sus viajes.
Así, el tema de la discriminación racial en Cuba, gracias a la necedad o la complicidad de ciertos círculos académicos norteamericanos o vaya usted a saber de quién, es puesto totalmente en manos de intelectuales oficialistas.
Si al menos estos intelectuales fuesen como Gisela Arandia y el ensayista Roberto Zurbano, pero es que también forman parte de la delegación nada menos que el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Miguel Barnet, y Heriberto Ferraudy, un aparatchik que preside la Comisión Nacional de Lucha contra el Racismo.
Poco ha hecho contra la persistencia de la mala hierba racista la más que multidisciplinaria, multidisciplinada comisión que preside Ferraudy. Si acaso, además de dar mucha muela, llevar a Matanzas al solidario Danny Glover a bailar rumba al Museo de la Ruta del Esclavo.
Con estos truenos, ya sabemos qué se puede esperar del tratamiento del tema racial en LASA: más discusiones metatrancosas acerca de si la discriminación racial en Cuba –que siempre se aclarará que es muy sutil- es un problema de carácter cultural o económico.
Y Feraudy volverá a proponer revisar la enseñanza de la historia, hurgar en la plantación y los barracones, a ver cómo se soluciona el problema que la revolución creyó que había resuelto con un enérgico escobazo que ocultó el polvo
bajo la cama.
Pero no perdamos las esperanzas. Seamos tan optimistas como los académicos liberales norteamericanos que lo mismo privilegian la visión oficial sobre la del CIR que conceden una beca en Harvard a Elaine Díaz, la bloguera que pretende practicar el oficialismo por cuenta propia, como si la necesitase más que alguno de los periodistas independientes, esos majaderos.
No nos pongamos negativos. Puede que luego de la presencia de Feraudy en LASA, a la Comisión que preside le dé por implementar algo así como la acción afirmativa para lograr que la TV cubana no sea tan blanca y en la Asamblea Nacional, el Buró Político y el Comité Central del Partido Único y los Consejos de Estado y de Ministros, haya un porcentaje de negros similar al que hay en las cárceles cubanas.
¡Tarea difícil! Donde no haya negros, habrá que inventarlos. O lo que es más fácil: llevarlos a la fuerza. A latigazos, si es preciso. Como hacían los rancheadores.
(publicado originalmente en Primavera Digital el 05/22/2014)