La huelga de hambre en Cuba: la rebeldía de ofrendar la vida

  • J. A. Albertini/ Especial para martinoticias.com
El mundo actual rechaza la opresión política y social y cada país y sociedad, de acuerdo a sus valores culturales y religiosos, opta por los métodos de lucha que estima oportunos o forman parte, por dolorosos o drásticos que resulten, de sus tradiciones de rebeldía justiciera.

La historia republicana de Cuba, incluyendo la presente, está salpicada de eventos políticos, en los cuales las huelgas de hambre han constituido un elemento de lucha y presión para lograr metas o concesiones de gobiernos democráticos o de fuerza.

Sin embargo, desde la época del colonialismo español en la Isla, acontecieron casos de ayunos individuales y espontáneos, con consecuencias fatales. Sobre todo durante la reconcentración ordenada por el general Valeriano Weyler, para eliminar el apoyo de la población civil, preferentemente la campesina, a los emancipadores de la última guerra de independencia, la de 1895. La que José Martí llamó: “justa y necesaria”.

Sobrevivientes de esos tiempos, hombres y mujeres sin mayor o ninguna instrucción escolar, ya en los primeros años de la república, al mencionar aquellos hechos, sin muchas aclaraciones, decían: “Fulana o mengano no entendían por qué tenían que estar confinados en las poblaciones o encerrados en cárceles y embarcaderos de ganado. Entonces, como no los soltaban se emperraban y dejaban de comer lo poco que les daban o conseguían. Hubo quienes ni agua tomaron. Morían hechos huesos y pellejos”.

Y aún, si vamos más atrás, llegamos al exterminio de la población autóctona de La Antilla Mayor y los ejemplos de rebeldía frente al opresor extranjero, que iban desde el enfrentamiento violento al ayuno voluntario empleando, como recurso extremo, la inmolación individual o colectivo al grito de ¡Yumurí! (¡Yo muero!), sin olvidar la ominosa trata de negros, en la que miles de africanos, contra su voluntad, fueron capturados y vendidos en Cuba como esclavos.

Cuántos cientos, de estos hombres y mujeres, durante la travesía marítima, optaron por rechazar los alimentos, como medio de protesta y liberación total. Así también lo hicieron otros que ya en tierra extraña se vieron sometidos al látigo del mayoral y al trato ultrajante. Muchos, impotentes frente a la fuerza bruta, recurrieron al suicidio, pero otros se emperraban y morían de hambre.

En Cuba, en la segunda década del siglo XX, una huelga de hambre que se convirtió en sinónimo de presión y triunfo político y catapultó a un joven líder estudiantil a los primeros planos de la vida nacional fue la que el 5 de diciembre de 1925 inició Julio Antonio Mella, porque, por presuntos actos terroristas, le negaban el derecho de fianza. El ayuno de Mella concluyó el 23 del mismo mes, 18 días más tarde. Eran los primeros meses del primer gobierno, aún constitucional, del general Gerardo Machado y Morales.

Hay que resaltar que la protesta de Mella involucró a personalidades de la vida pública cubana de entonces, incluyendo a la prensa que día a día informaba sobre el estado de salud del ayunante.

Posteriormente, y siempre en el marco de la república, algunos ministros, sobre todo de Educación, ocasionalmente enfrentaban, en determinados planteles de educación media o superior, cortos eventos de este tipo que, generada la oportuna intervención de la prensa y autoridades correspondientes, felizmente eran solventados sin consecuencias adversas para nadie.

No obstante, con la entronización en Cuba del comunismo tropical de Fidel Castro, y la supresión de todas la libertades ciudadanas, comenzó la represión generalizada contra la oposición que clamaba por el retorno a la constitucionalidad de la nación. Esto trajo por consecuencia que el régimen desatara, desde muy temprano, mecanismos radicales de contención y exterminio. Exilio, aniquilamientos físicos y largas condenas carcelarias, fueron los instrumentos de control y amedrentamiento que las autoridades represivas emplearon para exterminar cualquier tipo o manifestación de disensión política de raíz democrática.

Consecuentemente, las prisiones cubanas, las existentes y otras que se construyeron, pronto fueron llenadas por miles de cubanos. Estos hombres y mujeres, sin otro recurso de rebeldía que no fuese ofrendar sus propias vidas, en aras de defender sus ideales y dignidad humana, comenzaron a recurrir a las huelgas de hambre.

Pero ya los tiempos habían cambiado, ya no existía en Cuba libertad de prensa e instituciones democráticas ni poder judicial independiente. Eran los años en que “Nadie escuchaba”. Sin embargo, paradójicamente, el muro de silencio del castrismo, y el de concreto de las propias prisiones no pudieron ni podrá callar el ejemplo de hombres, entre otros, como el dirigente estudiantil Pedro Luis Boitel Abraham, quien en huelga de hambre falleció en la prisión El Príncipe, en la ciudad de La Habana, el 24 de mayo de 1972.

Y retomando el ejemplo de huelguistas de hambre cubanos ya mencionados, y otros muchos más que por cuestión de espacio no citamos, vivos o fallecido en el empeño, llegamos hasta Guillermo Fariñas Hernández, Premio Sajarov 2010, quien en defensa de la libertad y como medida de protesta contra el totalitarismo cubano ha participado, arriesgando su vida, en varios ayunos, siendo el más prolongado el que realizó desde el 24 de febrero al 8 de julio de 2010. A consecuencia de no ingerir alimentos la salud de Guillermo Fariñas ha quedado en extremo dañada. No obstante, podemos afirmar que como recurso político resultó exitosa, ya que el mundo entero, a través del sacrificio de un hombre frágil, supo, aún más, de la tragedia que padece la nación cubana.

Y en la actualidad, en estas horas, es triste contemplar como otro cubano joven Wilman Villar Mendoza joven de 31 años de edad, esposo y padre de dos niñas pequeñas, acaba de morir en el hospital Juan Bruno Zayas de Santiago de Cuba, luego de una huelga de hambre que se prolongó por 50 días. Su delito; terrible delito por el que fue encarcelado y que terminó costándole la vida, fue participar en una protesta pública y pacífica reclamando cambios democráticos para Cuba.

Lo demás que se desprende de este lamentable asesinato político, ya es historia conocida por todos, gracias a los medios de prensa libre y a los grupos y personalidades opositoras dentro de Cuba. Wilman Villar Mendoza, así como el previamente torturado y posteriormente fallecido en huelga de hambre, Orlando Zapata Tamayo, constituyen el verdadero ejemplo del hombre nuevo que el régimen castrista deja como legado. Hombres que ofrendando sus vidas por el bienestar del prójimo están creando las bases para la libertad y vida futura.

El mundo actual rechaza la opresión política y social y cada país y sociedad, de acuerdo a sus valores culturales y religiosos, opta por los métodos de lucha que estima oportunos o forman parte, por dolorosos o drásticos que resulten, de sus tradiciones de rebeldía justiciera.

¿Acaso el mundo árabe no despertó al sufrido parto primaveral con la inmolación, el 17 de diciembre de 2010, del joven tunecino Mohamed Bouazizi por medio del fuego? ¿Acaso Orlando Zapata Tamayo no murió en el 2010 y Guillermo Fariñas, ese mismo año, estuvo a punto de perecer por sus ideas? ¿Acaso no es una realidad la lamentable muerte de Wilman Villar Mendoza? ¿Acaso no es coincidencia y si realidad la indignación callada y obstinada del pueblo cubano frente a una tiranía totalitaria de 53 años?

Por principios humanos y filosóficos rechazamos el recurso de las huelgas de hambre para obtener un fin, por justificable que este sea, ya que dañan a las personas que las efectúan. A veces irremediablemente.

Sin embargo, en Cuba, en nuestra cultura y prácticas religiosas, sin olvidar la patriótica y política, sobre todo católica, el ayuno purifica el cuerpo y el alma. Y si entendemos, sin compartirlo, el recurso extremo del que se valió el tunecino Mohamed Bouazizi, para desafiar a la tiranía y despertar a su pueblo, también recordemos que muchos santos católicos en defensa y fortalecimiento de la fe, a lo largo de los siglos, se han sometido a esta practica, en ocasiones con resultados fatales.

Cuba no es una nación de mártires gratuitos. Cuba es un pueblo lleno de tradiciones; de luchadores pragmáticos y valientes.

Y para concluir nada mejor que recordar las palabras que Fidel Castro Ruz pronunciara el 18 de agosto de 1981 durante la 58 Conferencia de la Unión Interparlamentaria, al referirse a la muerte en huelga de hambre del joven ingles Bobby Sands, miembro del Ejercito Republicano Irlandés (IRA).

“LA TOZUDEZ, LA INTRANSIGENCIA, LA CRUELDAD, LA INSENSIBILIDAD ANTE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL DEL GOBIERNO BRITÁNICO FRENTE AL PROBLEMA DE LOS PATRIOTAS IRLANDESES EN HUELGA DE HAMBRE HASTA LA MUERTE, RECUERDAN A TORQUEMADA Y LA BARBARIE DE LA INQUISICIÓN EN PLENA EDAD MEDIA.¡

¡ES HORA DE PONER FIN, MEDIANTE LA DENUNCIA Y LA PRESIÓN DE LA COMUNIDAD MUNDIAL, A ESA REPUGNANTE ATROCIDAD!”.