La Crisis de los Misiles en Cuba, 62 años de una amenaza que todavía persiste

En esta fotografía de archivo del 22 de octubre de 1962, el presidente John F. Kennedy pronuncia un discurso televisado a nivel nacional desde Washington.

La crisis puso al mundo por primera vez al borde de un holocausto nuclear, cuando Fidel Castro aceptó instalar en la isla misiles nucleares.

La Crisis de los Misiles en Cuba cumple este octubre 62 años, cuando la amenaza nuclear de Rusia todavía persiste, como han advertido expertos y numerosos políticos desde la invasión de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022.

Las recientes amenazas de Rusia de emplear armas nucleares contra los aliados de Ucrania han planteado el riesgo de un "armagedón" nuclear sólo comparable a la crisis que alcanzó notoriedad mundial el 16 de octubre de 1962.

También la fuerte alianza de La Habana y el Kremlin y la creciente presencia militar rusa en la isla han disparado las alarmas.

El 16 de octubre de 1962 el presidente estadounidense John F. Kennedy fue informado de que unas fotografías de reconocimiento habían revelado la presencia de bases de misiles nucleares en Cuba, a sólo 90 millas de las costas de EEUU.

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La crisis que se prolongó durante 13 días es considerada un hito en la historia de las relaciones exteriores de Estados Unidos porque fue "una confrontación directa y peligrosa" entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética durante la Guerra Fría y fue el momento en que las dos superpotencias estuvieron "más cerca de un conflicto nuclear".

"La crisis fue única en varios sentidos, ya que se caracterizó por cálculos y errores de cálculo, así como por comunicaciones directas y secretas y errores de comunicación entre las dos partes. La dramática crisis también se caracterizó por el hecho de que se desarrolló principalmente en la Casa Blanca y el Kremlin, con relativamente poca participación de las respectivas burocracias que suelen participar en el proceso de política exterior", recuerda una investigación de la Oficina del Historiador del Departamento de Estado.

En julio de 1962 el entonces primer ministro soviético Nikita Khrushchev llegó a un acuerdo secreto con el primer ministro cubano Fidel Castro para colocar misiles nucleares soviéticos en Cuba con el fin de disuadir cualquier intento futuro de invasión desde EEUU.

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"La construcción de varios emplazamientos para misiles comenzó a finales del verano, pero la inteligencia estadounidense descubrió pruebas de una acumulación generalizada de armas soviéticas en Cuba, incluidos bombarderos soviéticos IL-28", recogen los anales de la historia de la diplomacia estadounidense.

Días después, el 22 de octubre, Kennedy ordenó una “cuarentena” naval de Cuba, una decisión que tuvo el apoyo de la Organización de Estados Americanos y ese mismo día, Kennedy envió una carta a Jruschov declarando que Estados Unidos no permitiría que se entregaran armas ofensivas a Cuba y exigía que los soviéticos desmantelaran las bases de misiles que ya estaban en construcción o que estaban terminadas, y devolvieran todas las armas ofensivas a la URSS.

La carta fue la primera de una serie de comunicaciones directas e indirectas entre la Casa Blanca y el Kremlin durante el resto de la crisis.

Desde el 16 al 28 de octubre, Kennedy y un grupo de asesores, la mayoría del Consejo de Seguridad Nacional, debatieron cómo poner fin a la delicada situación.

El grupo de expertos abogó por hacer oídos sordos a los responsables del Estado Mayor, que apostaban por un ataque aéreo sobre Cuba. La estrategia propuesta fue abrir una negociación con el Kremlin a través de canales no tradicionales, al tiempo que se implantaba un bloqueo sobre la isla par evitar la llegada de nuevas armas.

Kennedy y Jrushov negociaron una solución mediante un cruce de cartas entre el 25 y 28 de octubre de 1962, en la que se acordó el desmantelamiento y salida de los misiles soviéticos de territorio cubano y la retirada de 56 misiles estadounidenses situados en Irán y Turquía, cercanos a la frontera sur de la URSS.