Juan David Ferrer: "Amamos lo que amamos porque nos hace eco, porque resonamos en ello"

Juan David Ferrer, reconocido actor cubano residente en Miami.

Este es Juan David Ferrer, talentoso y por ello reconocido actor nacido en Cuba. Juanda, para los amigos, es mucho, muchísimo más de lo que pueda escribir en cuatro líneas. Su vida, su trayectoria toda, es la prueba de lo que Cuba, esa, la inventada por el poder, ha ido perdiendo durante sesenta y un años y de que, definitivamente, cuando ellos sean sólo un dato molesto en las Enciclopedias, los que le han dado Luz dentro y fuera, continuarán brillando.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

El miedo; miedo a hablar, miedo a callar, miedo a que se notara lo que pensaba mientras callaba; miedo a hacerme notar por mi silencio. Logré hacerme, técnicamente, invisible, o eso creía yo. Estaba muy lejos de serlo, y me tocó enterarme de muy ingrata manera. A mí me salvó el Teatro; y me salvaron Marcia y Rodrigo; ellos dieron un sentido a mi vida en medio de aquel desastre.

Al final, mi hijo era lo único que me ataba a mi país y también tenía miedo por él, por su futuro. Ya todas las utopías se habían venido abajo, sabía que lo que yo no fuera capaz de darle, nadie se lo daría. La mejor herencia que un padre puede dejar a su hijo es su ejemplo de vida, y yo no estaba muy seguro de la mía.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

Estaba en México, trabajando en un un proyecto del Instituto Nacional de Bellas Artes. Mi estancia allá coincidió con el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo y El Maleconazo, vi toda la cobertura a través de la prensa, estaba muy mal con todo eso y sentí, por primera vez, que no podía volver a Cuba, que no quería volver.

En esas circunstancias, ¿qué esperar? Nada. No esperaba nada. Ni siquiera tenía una idea exacta sobre mis opciones. No fue un escape premeditado. Yo estaba avergonzado, desesperado. En México no me permitieron quedarme, y no sabía qué iba a encontrar del otro lado.

Yo sólo dije: "Sí, lo hago", y me fui a Ciudad Juarez, crucé a nado el Río Bravo y salté hacia El Paso, Texas. Dejé atrás a mi hijo de nueve años. Volví a verlo, en una visita que hizo a Miami cuando ya había cumplido veintiuno. Sueño con él, lo sueño mucho, y siempre tiene nueve años. Aunque estemos hablando de las elecciones presidenciales del 2020 él, siempre, tiene nueve años. Nunca he estado orgulloso de esa historia; sólo he aprendido a vivir con ella.

¿Qué encontraste?

Un espacio vasto, vastísimo; inasible al principio y, por momentos, aplastante. Nadie me había preparado para esto. Bancos, créditos, declaraciones de impuestos, seguros, responsabilidades económicas, archivos personales, cuentas. Encontré un estado de derecho, algo hasta entonces desconocido para mí, y sentí que tenía delante una tarea dura: aprender a aprender. Era, por primera vez, responsable de escoger entre múltiples opciones, qué caminos tomar.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

Todavía aprendo; creo que nunca voy a dejar de aprender. He cometido errores y seguro me faltan otros por cometer pero, hasta eso tiene su polo positivo cuando sabes que tus derechos fundamentales están a salvo. Perder el miedo a equivocarte puede resultar muy liberador. Aprendí a vivir en un Estado de Derecho, donde no sólo cuenta hacer respetar los míos sino el respeto por los ajenos.

Reconocer la presencia del otro, sus diferencias, sus derechos, es muy importante para coexistir y a nosotros no nos enseñaron eso, no nos educaron así. Aprendí que, un poco más arriba, el cielo sigue siendo tan azul como mi cielo; que la luna es tan brillante como aquella, y se filtra, igual, en la dulzura de la caña; que amamos lo que amamos porque nos hace eco, porque resonamos en ello, no porque sea mejor o perfecto...

Aprendí a redefinirme, a reconocerme, a perdonarme y a perdonar, dejando atrás la rabia, el rencor. La vida me estaba dando una segunda oportunidad y yo debía tomarla en limpio, o nunca sería un hombre libre, verdaderamente libre.

¿Qué es para ti La libertad?

La libertad. Palabra grande esa! Ser libre es vivir sin miedo. La libertad tiene que ver con el estado de derecho; derecho a la autonomía, derecho a decidir sobre tu vida sin negociaciones o presiones externas. La autonomía no es sólo un derecho sino un deber del hombre libre; no puede ser libre quien no logra ser, económicamente, independiente. La libertad es, también, un ejercicio que implica respeto, compasión, y responsabilidad. Libertad sin responsabilidad no es libertad, es caos. Somos muchos habitando el mismo espacio, somos diferentes, y todos tenemos el mismo derecho a ser, a existir sin miedo.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Radicalmente! La palabra Patria ni siquiera podía pronunciarla antes. A mí, Patria me sonaba a "Cara al sol con mi camisa nueva, que tú bordaste en rojo ayer..." Yo nací en Enero de 1959. Pertenezco a esa generación que, al crecer, iba a ser como el Ché, la generación del Hombre Nuevo.

Desde los siete años crecí en un internado, marchando cada santo día hacia la escuela; "Un, Dos, Tres, Cuatro!!! Un, Dos, Tres; Cuatro!!!" vociferando consignas y cadencias militares, consejos disciplinarios, manchas al expediente, reuniones de crítica y autocrítica... y yo, !tan poco combativo siempre!

Lecturas de materiales políticos, tabloides interminables e inútiles, mi padre "movilizado" en el quinto infierno porque venían los americanos y la Patria "llamaba". Mi madre, en "Juntas con las Federadas" por la Patria; y "Somos socialistas pa'lante y pa'lante, y al que no le guste, que espante, que espante"; y a "Hundirse todo el mundo en el mar, y "Si retrocedo, mátame"! Eso era para mí la Patria; esa es mi historia.

Sabes? Oía la palabra "Patria" y me agarraba un dolor de cabeza en todo el cuerpo, que no me dejaba ni mover el cuello. Fuera de Cuba me he reconciliado con Ella, que es mucho más grande que la isla donde nací. Creo que no se puede hablar de Cuba sin su exilio. Siento que la nación siguió creciendo fuera de la isla; estuvo creciendo mientras yo estaba allá, como isla dentro de otra Isla.

Toda esa información ma faltaba, me la arrebataron. La Patria ha seguido creciendo, dentro y fuera de la Isla, antes y después de mi salida. Yo he crecido fuera de la Isla y me considero un híbrido, no renunciaría a ninguna de mis dos mitades. La sensación de pertenencia que hoy me une a ella no la voy a ceder a nadie, porque me pertenece sólo a mí, me la gané.

El camino fue largo y dolió, es mi camino. Gobierno no es Patria, ni es eterno, va a pasar, y será un capítulo más, sólo un capítulo, sombrío, de una historia grande; y luminosa. Yo, además, emigré solo, y quedé sólo de este lado. Allá tengo a mis muertos y tengo a mis imprescindibles. Allá están las calles donde me enamoré, donde fui feliz, o desgraciado. Mis calles y todos los rincones donde aprendí a ser, donde pasé la primera mitad de mi vida. Claro que pienso en Ella, y sé, que Ella también piensa en mí!