El conocido cubanólogo, latinoamericanista y profesor de Gobierno de la Universidad de Harvard Jorge I. Domínguez, anunció su retiro este martes tras alegaciones de que el catedrático acosó sexualmente a numerosas mujeres en ese centro universitario.
Dominguez, quien había sido suspendido temporalmente por la Facultad de Artes y Ciencias mientras se investigaba el caso, renunció igualmente a sus cargos administrativos en esa institución, señaló The Harvard Crimson.
Domínguez, quien fuera llamado una vez por la publicación Foreign Affairs “el decano de los cubanólogos estadounidenses”, fue en febrero el foco de un reportaje de la publicación Chronicle of Higher Education en el que una colega bajo su supervisión, Terry Karl, reveló detalles de un presunto hostigamiento sexual continuado a principios de los años 80 que la obligó a abandonar la universidad después de que sus reiteradas quejas no fueran debidamente atendidas.
Karl, entonces profesora auxiliar de Gobierno, se reunió con directivos de Harvard, escribió a los administradores, exigió que se reportaran mejor estos casos y presentó una queja ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo. Finalmente decidió que no podía trabajar en los mismos círculos que Domínguez y abandonó la universidad. El académico de origen cubano fue disciplinado, pero se le permitió permanecer en la facultad e incluso fue más tarde promovido.
En la pieza publicada la semana pasada en Chronicle unas diez mujeres dijeron haber sufrido similar acoso sexual por parte del académico en las décadas que siguieron, aunque indicaron que la forma en que fue manejada la queja de Karl les disuadió de presentar las propias. El reciente movimiento #MeToo ayudó a conectarse a estas mujeres y sacar sus historias a la luz.
Domínguez se negó a comentar sobre las acusaciones de Karl y no negó específicamente ninguno de los recuerdos de las mujeres, pero aseguró a Chronicle: "He tratado de comportarme honorablemente en todas mis relaciones (…) Intento comunicarme de manera respetuosa y efectiva. No voy por ahí haciendo avances sexuales".
Jorge Domínguez nació en La Habana en 1945 y salió de Cuba en 1960. Profesor en el departamento de Gobierno y presidente de la Academia de Harvard para Estudios Internacionales y por Área, es un reconocido especialista en América Latina y ha enseñado en esa prestigiosa universidad durante décadas. Fuera del recinto fue uno de los fundadores del grupo de estudios Diálogo Interamericano y presidente de Latin American Studies Association (LASA).
Ha publicado numerosos libros y estudios sobre Cuba, con títulos como Cuba: Order and Revolution; To Make a World Safe for Revolution: Cuba's Foreign Policy; Social Policies and Decentralization in Cuba: Change in the Context of 21st Century, y The Cuban Economy in a New Era: An Agenda for Change toward Durable Development.
No obstante, ha sido criticado por posturas condescendientes con el régimen de La Habana o alejadas de la dura realidad del pueblo de la isla. Meses después de que Fidel Castro enfermara gravemente en agosto del 2006, Domínguez escribió en “Foreign Affairs”:
“Honrar honra: frase noble de José Martí que ingresó al vocabulario cultural cubano hace más de un siglo. Honremos, pues, a Fidel Castro mientras observamos el sol poniente de su vida, no sólo quienes lo apoyaron, sino también quien, como yo, no lo hicimos. Él fue el transformador de un pueblo en una nación; quien modernizó decisivamente esa sociedad; quien mejor entendió que los cubanos querían ‘ser gente’, no sólo apéndices de Estados Unidos. Fue él quien comprendió que ese pueblo hipocondríaco requería más médicos y enfermeros por centímetro cuadrado que cualquier otro en la faz de la tierra. Fue él el arquitecto de una política de inversión en capital humano, que convierte a los niños cubanos en los campeones olímpicos de la educación latinoamericana y que, por tanto, permite vislumbrar un mejor futuro para Cuba. Fue el diseñador de una política que permite a los cubanos de todas las características raciales tener acceso a la salud pública, a la educación, a la dignidad que le corresponde a todo ser humano, al derecho a pensar que yo, mis hijos, y mis nietos, cualquiera que sea el color de la tez, merecemos el respeto y las mismas oportunidades que los demás. No fue él quien inventó que las mujeres tenían derechos igualitarios en la sociedad, pero sí un promotor de la igualdad de género en el desempeño ciudadano”.
(Con información de Chronicle of Higher Education y The Washington Post)