Miembros de la sociedad civil independiente indicaron a Radio Televisión Martí que el régimen cubano tiene un serio dilema entre la proliferación de infestados por COVID-19 y la crisis económica agudizada por la política llamada Tarea Ordenamiento.
El Consejo de Defensa Provincial de La Habana endureció, desde el sábado, las restricciones en la capital por el incremento de contagiados. Con el retroceso a la Fase 1 de etapa recuperativa y las 22 regulaciones adoptadas, pretende resolver de inmediato la compleja situación epidemiológica.
Según la entidad, la falta de percepción de riesgo unido a una flexibilización de las prohibiciones fue uno de los detonantes del nuevo rebrote.
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“Precisamente cuando el auge de la enfermedad ya era un hecho, el gobierno lanza su maquiavélica Tarea Ordenamiento que descoloca toda la economía doméstica. La familia cubana queda más desprovista del acceso a alimentos y productos indispensables. Ya se lanzan unos sobre otros en las monumentales colas. Hay más miedo a morir de hambre que por COVID-19. Casualmente, pasé por un puesto y solo estaban vendiendo plátanos fritos y la cola tenía media cuadra”, dijo desde La Habana, Juan Manuel Moreno, presidente del grupo independiente Candidatos por el Cambio.
“El gobierno tomó medidas con la intención de estrangular al pujante sector cuentapropista y casi lo ha logrado. Pero esto se le ha convertido en un boomerang ya que no hay un equilibrio de oferta y demanda. El Estado no tiene cómo respaldar las necesidades básicas del pueblo. Es toda una cadena de eventos fatídicos, pero provocados por la falta de voluntad política de la Administración de Díaz-Canel”, apuntó.
“La calamidad económico-social va a conllevar, más temprano que tarde, a un estallido social porque las dificultades de los ciudadanos van en aumento, los magros salarios están totalmente descompensados con la exuberante alza de precios”, puntualizó Moreno.
A partir del pasado sábado el Gobierno suspendió el transporte dentro de la ciudad entre 9:00 de la noche y las 5:00 de la mañana, los servicios de bares, centros nocturnos, salas de fiestas cabarets y discotecas, las actividades recreativas y culturales y la permanencia en parques y lugares públicos después de las 7:00 de la noche.
“Frente a mi casa hay 2 cafeterías que brindan servicio hasta altas horas de la madrugada, tienen un tráfico grande de personas. Normalmente esas cafeterías cierran a las tres o las cuatro de la mañana y todavía hay personas consumiendo. Este sábado ya cerraron a las 9 de la noche”, expresó el activista, residente en el Vedado, Abdel Legrá, quien agregó:
“Indudablemente, el COVID-19 en Cuba es muy preocupante. Hay un crecimiento desmedido en este inicio de año debido a la entrada de turismo, de cubanoamericanos y de toda una serie de aperturas que se habían hecho dentro del país para tratar de levantar la economía, pero fue catastrófico, porque no estaban bien diseñados lo métodos” para la inspección y examen de contaminados.
Las autoridades dijeron que continuará la vigilancia epidemiológica a todos los viajeros internacionales y se les exigirá el llenado de una "declaración jurada de su estado de salud" y una prueba PCR-TR. Asimismo aplicará protocolos de supervisión en domicilios, hoteles, casas de renta y al personal diplomático en sus residencias.
El problema radica, según Legrá, en que “Cuba depende, esencialmente, de la entrada de turismo y de la economía exterior, somos insuficiente en todos los sectores”.
El Consejo de Defensa capitalino advirtió que se aplicará con todo rigor el decreto que establece severas multas para el uso incorrecto del nasobuco y otras infracciones.
En este sentido destacó el opositor que “hasta que no aparezca una vacuna o un tratamiento eficaz para contener el virus, el método más efectivo es justo, el control social y el proyecto cubano está diseñado en su política administrativa, más para el dominio de la sociedad que para su desarrollo, entonces eso le sirve lo mismo para paliar el impacto de un suceso meteorológico, o de una pandemia como para la observación de un evento político”.
El Estado, con esa red ya creada desde 1959, puede monitorear y cerrar a su voluntad cualquier sector, localidad o ciudad, recalcó Legrá.
“Indudablemente hay que hacer algo. Lo que habría que haber evitado es que el COVID entrara a Cuba con el cierre de las fronteras en el momento oportuno y luego implementar mecanismos eficaces para que no entrara cuando se reabrieran”, subrayó.
En marzo de 2020 cuando la epidemia se extendía y ponía freno al turismo mundial, Cuba se vanagloriaba de conservar abiertas sus fronteras a los visitantes extranjeros.
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