Florece mercado de productos falsificados en Cuba

Cuba experimenta el floreciente mercado de productos falsificados que van desde perfumes y cremas para el rostro hasta la producción de refrescos. Todos son producidos en el país por un grupo de emprendedores de la falsificación.

Tres mujeres conversan en la puerta de una vivienda donde se ha instalado un pequeño puesto privado de venta de artículos para el hogar.


Los trabajadores de las fábricas estatales desvían las materias primas para conseguir los ingredientes que hagan parecerse a productos de marca, los cuales son vendidos en las tiendas oficiales, así como en los puestos de vendedores ambulantes.

Un inspector estatal indicó que los barriles de productos químicos han sido robados de los almacenes de Súchel Camacho, el principal fabricante de productos de higiene, cosméticos y perfumes en Cuba.

En cuanto a los contenedores, el residente habanero Julio Corrales, de 36 años, dijo, “por la calle pasan personas comprando frascos de perfumes vacíos por un valor de un peso cubano para después rellenarlos y venderlos”.

Los cosméticos hechos en casa, perfumes y desodorantes se venden a precios de remate. Los desodorantes en el mercado negro, por ejemplo, pueden valer cinco pesos (20 centavos de dólar), mientras que el producto similar más barato en una tienda estatal cuesta cuatro o cinco veces más. Los perfumes falsificados se venden en diez pesos una botella, comparado con los 50 pesos que cuesta la versión más barata de los originales.

El municipio Arroyo Naranjo, a las afueras de La Habana, posee una alta densidad de productores ilegales.

Cuando la policía encuentra los equipos para la fabricación de productos falsificados, los desmantela, pero unos meses después, la producción se vuelve a poner en marcha.

Los refrescos también se producen ampliamente. Maritza, de 45 años de edad y residente en La Habana, dijo que las bebidas gaseosas se producen en toda la ciudad, en botellas que se parecen a los productos de la fábrica Los Portales, y se venden en tiendas y supermercados estatales.

“Tengo una vecina que hace el refresco gaseado y como ella hay tres más a 4 cuadras de mi casa”, dijo. “Con un envase de hierro que soporte alguna atmósfera de presión, agua, hielo, CO2, sirope, azúcar y ácido cítrico realizan el refresco y los venden en las tiendas para ganar más dinero”.

Las bebidas falsas, vendidas por los minoristas independientes autorizados conocidos como “cuentapropistas”, cuestan diez pesos la botella, mientras que en las tiendas estatales, 25 pesos.

Alfredo Rodríguez, de 35 años, recordó haber comprado una botella de 1.5 litros de bebida de naranja en una tienda del Estado llamado Mercado Capri.

“Me tomé un vaso de refresco y me percate que era agua con gas. No tenía sabor.”

Un trabajador de la tienda explicó cómo se pueden detectar productos falsos, “cuando se trata de un desodorante, al sacudir [la parte superior del envase] bota. El refresco puede estar sellado pero lo que garantiza su calidad es… la fecha que aparece entre el sello y la tapa, los inventados no tienen la fecha”.

Michel Suárez, de 38 años, dice que hace tres años compró un producto falso que lo dejó con un problema en la piel- el resultado, según él, se debía a los productos químicos que contenía.

“¿Quién sabe de dónde salen?”, se preguntó.


Este artículo de Andy Sierra fue publicado originalmente en el blog Cubanos con Derechos.