Cuando el lanzallamas cubano Aroldis Chapman salió a lanzar en el noveno inning por los Piratas de Pittsburgh en el juego inaugural de la temporada ante los Miami Marlins, los 32 mil 564 fanáticos que colmaron el loanDepot Park de La Pequeña Habana le regalaron una atronadora ovación.
Con sus aplausos, la fanaticada envió un claro mensaje a la gerencia de los Marlins en la ciudad con mayor población cubana en todo el mundo, fuera de la isla, a pesar de que Chapman vestía el uniforme del equipo visitante.
No se trata de tener a un cubano en cada una de las nueve posiciones, pero sí manejar con inteligencia las relaciones comunitarias y contratar a ciertas figuras que puedan atraer público por sí solas al casi siempre vacío parque beisbolero.
Miami tuvo el mejor ejemplo en el cubano José Fernández, fallecido prematuramente en un accidente marítimo cuando estaba en la flor de su vida y su carrera despegaba con el cielo como límite.
Cuando Fernández salía a la lomita cada cinco días, el entonces Marlins Park registraba entre diez mil y 15 mil fanáticos por encima del promedio.
Sin embargo, desde entonces, la gerencia ha dejado pasar múltiples oportunidades de firmar, en ocasiones a bajísimo costo, muchas figuras por las que valdría pagar la entrada al estadio.
El propio Chapman es una de ellas. En el invierno del 2022, el zurdo holguinero llegó a la agencia libre con su valor disminuido, luego de salir por la puerta de atrás de los Yankees de Nueva York.
Ver salir del bullpen al hombre que más duro ha lanzado una pelota de béisbol en la historia valía por sí solo el boleto a los juegos.
Pero los Marlins dejaron pasar la oportunidad y los Reales de Kansas City lo firmaron, como dicen los guajiros, “a precio de cochino enfermo”, por 3.75 millones, para luego cambiarlo a mitad de temporada a los Rangers de Texas, con los que ganó su segundo anillo de Serie Mundial.
Otro que hubiera llevado público es el campocorto José “Candelita” Iglesias, uno de los fildeadores más espectaculares de los últimos años en las Mayores, además de ser un bateador de contacto y promedio.
Miami, que lleva tiempo sin tener un gran jugador en esa posición, dejó pasar el envío por el medio del plato, sin oír los reclamos de sus fanáticos.
Ahora mismo, a pesar de su buena labor en los entrenamientos primaverales, dejaron fuera del equipo al pinareño Vladimir Gutiérrez, un hombre capaz de cumplir múltiples funciones dentro del cuerpo de lanzadores, desde abridor de emergencia, hasta relevista intermedio de largo aliento o cerrador.
Lo peor es que la tendencia de los Marlins es rechazar el talento cubano, mientras otros equipos se aprovechan de ello.
En el reciente período de firmas internacionales, cuando las organizaciones escogen a los mejores jugadores extranjeros de entre 16 y 20 años, varios cubanos lograron provechosos acuerdos, pero ninguno llamó la atención del equipo de Miami.