Tendencia sociopolítica de la revista era incompatible con la idea de que la iglesia no debe involucrarse en esos asuntos. Duros términos para el nuevo director contrastan con elogio del fallecido Monseñor Carlos M. de Céspedes.
El editor y el vice-editor de la revista católica Espacio Laical, Roberto Veiga y Lenier González respectivamente, renunciaron a sus puestos debido “a la polémica que genera, en determinados sectores de la comunidad eclesial, el perfil socio-político de la publicación”, explicaron en un mensaje difundido después de que el recién nombrado director, Gustavo Andújar saliera al paso el miércoles de versiones de prensa sobre su destitución.
“Esta problemática” ─explican Veiga y González─ “ha sido causa de tensiones que se han proyectado sobre la figura del Cardenal-Arzobispo y sobre nuestras personas. En tal sentido, creímos oportuno –y así lo seguimos pensando– que no era moralmente adecuado seguir conduciendo una publicación que provocaba divisiones dentro de la propia comunidad eclesial, donde se encuentran las posiciones de quienes piensan que la Iglesia no debe inmiscuirse ‘en política’ y los que creen que no debe abrir sus espacios a todos los actores de la sociedad civil cubana”.
Los dos dimitentes reconocieron que la frase que utilizaron en un correo cursado a colaboradores y amigos para comunicar su separación de Espacio Laical (”hemos sido liberados de nuestras obligaciones”), se prestaba a equívocos, “dando lugar a un incidente muy desagradable”. La expresión se apega al molde que utiliza el gobierno cuando anuncia públicamente la destitución de algún funcionario.
Veiga y González dejan traslucir cierta tensión con el nuevo director de la publicación y vicepresidente de la Asociación Católica para la Comunicación SIGNIS al manifestar que lamentan ”el tono agresivo y desproporcionado de la Nota de Gustavo Andújar hecha pública este miércoles”.
Andújar negó que los dos editores hubiesen sido despedidos, aclarando que sólo se había aceptado su última renuncia. También apostilló :“Siempre es duro decirlo, pero nadie es imprescindible”.
Veiga y González tuvieron por otra parte palabras de encomio para el ex vicario del oeste de La Habana monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, una de las personalidades más social y culturalmente activas de la Iglesia católica en Cuba. Dijeron reconocer su trabajo "por su lealtad sin fisuras y por señalarnos el camino y la serenidad de espíritu para recorrerlo".
Céspedes, quien falleció en enero pasado, apoyaba las reformas de Raúl Castro mientras promovía “un socialismo más participativo y democrático”, con un diálogo entre todos los cubanos de dentro y de fuera, “siempre que excluyan … toda forma de anexionismo”.
Veiga y González fueron ejecutores ─conscientes o no─ de ese pensamiento, al convertir Espacio Laical en un foro de debates sobre los problemas y el futuro de Cuba, con un concepto de inclusividad al menos mucho más amplio que el del gobierno de la isla. En ese sentido cedieron espacios a académicos y otros cubanos asentados en el exterior, incluidos algunos de los críticos más agudos e ilustrados del régimen.
Se les reprochó por otra parte el descalificar y hasta tildar de "conspiradores" en algunos escritos a opositores internos, así como su defensa del gobierno ante las acusaciones internacionales de abusos contra los derechos humanos
“Esta problemática” ─explican Veiga y González─ “ha sido causa de tensiones que se han proyectado sobre la figura del Cardenal-Arzobispo y sobre nuestras personas. En tal sentido, creímos oportuno –y así lo seguimos pensando– que no era moralmente adecuado seguir conduciendo una publicación que provocaba divisiones dentro de la propia comunidad eclesial, donde se encuentran las posiciones de quienes piensan que la Iglesia no debe inmiscuirse ‘en política’ y los que creen que no debe abrir sus espacios a todos los actores de la sociedad civil cubana”.
Los dos dimitentes reconocieron que la frase que utilizaron en un correo cursado a colaboradores y amigos para comunicar su separación de Espacio Laical (”hemos sido liberados de nuestras obligaciones”), se prestaba a equívocos, “dando lugar a un incidente muy desagradable”. La expresión se apega al molde que utiliza el gobierno cuando anuncia públicamente la destitución de algún funcionario.
Andújar negó que los dos editores hubiesen sido despedidos, aclarando que sólo se había aceptado su última renuncia. También apostilló :“Siempre es duro decirlo, pero nadie es imprescindible”.
Veiga y González tuvieron por otra parte palabras de encomio para el ex vicario del oeste de La Habana monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, una de las personalidades más social y culturalmente activas de la Iglesia católica en Cuba. Dijeron reconocer su trabajo "por su lealtad sin fisuras y por señalarnos el camino y la serenidad de espíritu para recorrerlo".
Céspedes, quien falleció en enero pasado, apoyaba las reformas de Raúl Castro mientras promovía “un socialismo más participativo y democrático”, con un diálogo entre todos los cubanos de dentro y de fuera, “siempre que excluyan … toda forma de anexionismo”.
Veiga y González fueron ejecutores ─conscientes o no─ de ese pensamiento, al convertir Espacio Laical en un foro de debates sobre los problemas y el futuro de Cuba, con un concepto de inclusividad al menos mucho más amplio que el del gobierno de la isla. En ese sentido cedieron espacios a académicos y otros cubanos asentados en el exterior, incluidos algunos de los críticos más agudos e ilustrados del régimen.
Se les reprochó por otra parte el descalificar y hasta tildar de "conspiradores" en algunos escritos a opositores internos, así como su defensa del gobierno ante las acusaciones internacionales de abusos contra los derechos humanos