"Fue un bochornoso acto de complicidad con la tiranía castrista por parte de la casi totalidad de los mandatarios latinoamericanos", dijo a Efe Antonio Díaz Sánchez, del MCL.
El exilio cubano en Miami tachó hoy de "bochornoso acto de complicidad" con el régimen castrista la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en La Habana, un encuentro viciado por la "arenga ideológica" e incapaz de trazar una "hoja de ruta hacia la esperanza", a juicio de los exiliados.
La cumbre, que concluyó este miércoles, fue para los grupos del exilio la constatación de que la mayoría de los mandatarios latinoamericanos mantiene todavía una suerte de servidumbre mental hacia el régimen de La Habana.
"Fue un bochornoso acto de complicidad con la tiranía castrista por parte de la casi totalidad de los mandatarios latinoamericanos", dijo a Efe Antonio Díaz Sánchez, miembro del consejo coordinador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL). Solo Costa Rica y Chile, de los 33 países participantes en la Cumbre (todos los de América menos EE.UU. y Canadá) mantuvieron reuniones con opositores durante su estancia en La Habana.
En el cónclave se escenificó el "abandono total de los derechos del pueblo cubano", un acto que "duele doblemente por venir de nuestros compatriotas de América Latina", enfatizó Díaz Sánchez.
Díaz Sánchez insistió en su opinión respecto a que los líderes de América Latina mostraron una reprobable falta de coherencia con "sus principios democráticos", temerosos de "expresar que el pueblo cubano también tiene derecho a vivir en democracia y libertad" y en un clima libre de toda coacción.
Se trata de un comportamiento que, a juicio de Ramón Saúl Sánchez, director del Movimiento Democracia, se cimenta en el "temor a irritar" al gobernante cubano, Raúl Castro, y en la tácita aceptación de un "silencio cómplice" frente a una demanda impostergable: "Abra las rejas, no reprima a más gente", expuso.
A la postre, el mensaje que lanza la cumbre a toda Latinoamérica es que, sin ningún tipo de escrúpulo moral, se puede organizar una cita regional y, al mismo tiempo, "caminar sobre los derechos de los cubanos, amordazarlos, esconderlos en viejos cuarteles por la Seguridad del Estado para que no puedan expresar públicamente su reclamo de los derechos humanos y la democracia".
Además, prosiguió Sánchez, se manifestó en la Cumbre la "vieja política latinoamericana, con sus mismos vicios de soberbia y exclusión", con idéntica "retórica" vacía que silencia los atropellos y se muestra incapaz de "dibujar una hoja de ruta con sustancia" y sin "arengas ideológicas".
El líder del Movimiento Democracia mencionó las denuncias de violaciones de los derechos humanos en Cuba reiteradas por Amnistía Internacional y Human Right Watch en vísperas de la cumbre, y subrayó que tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la ONU y la Unión Europea (UE) deberían evaluar "lo que pasó fuera de la cumbre, no sólo dentro. Los cubanos estaban amordazados", apostilló.
Según Sánchez, el secretario de su movimiento en Cuba, José Díaz Silva, permanece "secuestrado" por la Seguridad del Estado, mientras que "entre un centenar y medio millar" de opositores fueron "advertidos, secuestrados, retenidos en sus casas o trasladados" a unidades de la Policía durante la celebración de la cumbre.
La cumbre, que concluyó este miércoles, fue para los grupos del exilio la constatación de que la mayoría de los mandatarios latinoamericanos mantiene todavía una suerte de servidumbre mental hacia el régimen de La Habana.
"Fue un bochornoso acto de complicidad con la tiranía castrista por parte de la casi totalidad de los mandatarios latinoamericanos", dijo a Efe Antonio Díaz Sánchez, miembro del consejo coordinador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL). Solo Costa Rica y Chile, de los 33 países participantes en la Cumbre (todos los de América menos EE.UU. y Canadá) mantuvieron reuniones con opositores durante su estancia en La Habana.
En el cónclave se escenificó el "abandono total de los derechos del pueblo cubano", un acto que "duele doblemente por venir de nuestros compatriotas de América Latina", enfatizó Díaz Sánchez.
Díaz Sánchez insistió en su opinión respecto a que los líderes de América Latina mostraron una reprobable falta de coherencia con "sus principios democráticos", temerosos de "expresar que el pueblo cubano también tiene derecho a vivir en democracia y libertad" y en un clima libre de toda coacción.
Se trata de un comportamiento que, a juicio de Ramón Saúl Sánchez, director del Movimiento Democracia, se cimenta en el "temor a irritar" al gobernante cubano, Raúl Castro, y en la tácita aceptación de un "silencio cómplice" frente a una demanda impostergable: "Abra las rejas, no reprima a más gente", expuso.
A la postre, el mensaje que lanza la cumbre a toda Latinoamérica es que, sin ningún tipo de escrúpulo moral, se puede organizar una cita regional y, al mismo tiempo, "caminar sobre los derechos de los cubanos, amordazarlos, esconderlos en viejos cuarteles por la Seguridad del Estado para que no puedan expresar públicamente su reclamo de los derechos humanos y la democracia".
Además, prosiguió Sánchez, se manifestó en la Cumbre la "vieja política latinoamericana, con sus mismos vicios de soberbia y exclusión", con idéntica "retórica" vacía que silencia los atropellos y se muestra incapaz de "dibujar una hoja de ruta con sustancia" y sin "arengas ideológicas".
El líder del Movimiento Democracia mencionó las denuncias de violaciones de los derechos humanos en Cuba reiteradas por Amnistía Internacional y Human Right Watch en vísperas de la cumbre, y subrayó que tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la ONU y la Unión Europea (UE) deberían evaluar "lo que pasó fuera de la cumbre, no sólo dentro. Los cubanos estaban amordazados", apostilló.
Según Sánchez, el secretario de su movimiento en Cuba, José Díaz Silva, permanece "secuestrado" por la Seguridad del Estado, mientras que "entre un centenar y medio millar" de opositores fueron "advertidos, secuestrados, retenidos en sus casas o trasladados" a unidades de la Policía durante la celebración de la cumbre.