Un día después de que el escritor Ángel Santiesteban fuera liberado en Cuba tras más de dos años en prisión, el periodista de Radio Martí Adriel Reyes conversó con él.
En esta entrevista Santiesteban habla de las irregularidades de su condena, del tiempo que pasó en la cárcel y de las críticas que vivió por parte de otros intelectuales cubanos por centrar sus esfuerzos en la lucha por la democracia.
¿Qué fue lo más importante que te sucedió en todo este tiempo?
Lo más importante para mí fue tener la convicción de que lo que había hecho y lo que me llevó a prisión había sido lo más importante y urgente que podía haber ejercido en mi vida. El que haya dejado de lado la literatura durante este tiempo -lo que me critican los intelectuales- y que le haya robado tiempo a la creación para dedicárselo a la libertad de mi país… Eso en la prisión tuvo toda la justificación del mundo.
En la prisión tuve toda la convicción de que ese camino era el necesario y en el futuro yo tenía que duplicar mis esfuerzos para ver mi país en total liberad.
El tiempo en prisión a menudo activa la creación. ¿Tiene ya pensado algo en mente desde el punto de vista literario?
En este tiempo nunca dejé de escribir. Todo lo contrario. Tuve una devoción por la escritura que a mí mismo me sorprendía. A veces comenzaba a las 9 de la mañana y terminaba a las 10 de noche, cuando apagaban las luces. Me trasladaba a la luz del baño para poder terminar los párrafos que me faltaban por escribir.
He hecho varios libros: una novela con tema carcelario, un libro de cuentos también sobre cárceles, una novela histórica, una telenovela y alrededor de 30 o 40 cuentos de distintos temas.
¿Se han producido violaciones de sus derechos en este tiempo?
Era una cadena de violaciones que venía desde la calle. Primero juzgarme sin pruebas y sin saber yo nada y sin un mínimo de probabilidades de demostrar que no era culpable.
También aplicaron en el tribunal un inciso para poder ampliar la condena máxima de mi pena de los cuatro años hasta los cinco. Pienso que ellos ya sabían que iba a permanecer en la cárcel dos o tres años, aunque su deseo era que hubiera permanecido los cinco años.
El 9 de abril de 2013 me negué también a que me llevaran a un hospital sin estar enfermo con el fin de esconderme de los periodistas internacionales que visitaban en ese momento las prisiones cubanas. Me negué y me llevaron a otra celda y así me mantuvieron durante cuatro meses y medio sin comer en la prisión. Comía de lo que me llevaba la familia.
Desde que mi abogada el 4 de julio de 2013 pidió la revisión en la que se pedía mi libertad ha pasado mucho tiempo. En algún momento el tribunal tendrá que explicar las violaciones que ellos encontraron en mi condena y rectificar.
Para cualquier traficante o delincuente existen unos plazos para las revisiones de condenas, pero en mi caso no sucedió. Todos los márgenes y plazos que tienen para esos procesos burocráticos los han violado conmigo. Me fueron aplazando la revisión pedida durante mucho tiempo hasta que de buenas a primeras en 25 minutos un día me hicieron firmar un papel y me llevaron para la calle.
¿Qué le puede decir a todos los que se pronunciaron contra su condena? ¿Contó con ayuda?
Tengo que agradecer especialmente la ayuda dentro de la prisión a los masones que allí se encontraban. Gracias a esa fraternidad podíamos burlar la vigilancia y hacer llegar las cartas y recibirlas. Yo me mantenía al tanto gracias a eso y me fortalecía el espíritu y las fuerzas para poder escribir y mantener una actitud digna con ellos. No quería que en ningún momento vieran una decaída ideológica y de lucha por lo que anhelo para mi país. Nunca pudieron ver en mí una flaqueza de ese tipo.
Recibí cartas de apoyo de Reporteros sin Fronteras, de Estado de Sats, de las Damas de Blanco, Rafael Alcides el poeta, Lilo Vilaplana…. Una cantidad de personas y peticiones de visitas que si hubiera podido recibirlas hubieran sido demasiados (entre risas). Durante una visita en la que se fue mi controlador y que sí me permitieron hubo como veintitantos masones, diez amigos… y hubo que controlarlo.
Gracias a todos los que me escribieron cartas yo pude mantener mi lucha y mi hidalguía ante todas las corrupciones que vi en la prisión y en los intentos que hicieron para que yo me doblegara. Gracias a ellos pude mantenerme fuerte en la prisión.
¿Qué le puede decir a los intelectuales que le cuestionaron haber perdido el tiempo de creación por exigir la libertad?
En mi juventud más temprana pensé de la misma manera que ellos lo están haciendo ahora. He compartido mucho tiempo con ellos y sé que algunos tienen un criterio más adverso contra el sistema que el mío. Ellos fingen tener una actitud solidaria con el gobierno y aceptan todo lo que le piden porque temen y no quieren abandonar esas pequeñas dádivas que les entregan, como los viajes… No los critico porque yo también pensé como ellos.
Ahora reconozco que entonces tenía miedo de enfrentarme a ese muro fortísimo y por eso los entiendo. Sé que tienen miedo. Pero yo a lo que más miedo le tenía es que pasara mi vida y al final mi currículum no recogiera que me enfrenté a la dictadura de mi tiempo. A eso le cogí más miedo que a lo que me pudiera hacer la dictadura encerrándome y golpeándome.
A mi hijo de quince años lo encerraron en un calabozo con adultos y vinieron a visitarme para decirme si no pasaba vergüenza por ello. Ha sido muy duro lo que he tenido que soportar… Son momentos terribles, pero prefiero volver a pasar por todo esto que seguir fingiendo ese miedo que yo tenía.
Yo no critico a ese tipo de intelectuales, pero si ellos pueden vivir con su conciencia tranquila, ¡qué le vamos a hacer! Yo no podía. Yo no los critico a ellos y en cambio ellos si me critican a mí.
Muchos amigos escritores me advirtieron que esa lucha podía terminar en prisión o en mi muerte… pero esa era la necesidad de mi alma y no puedo engañarme ni tomar un camino que no es el que realmente mi corazón y mi pensamiento me exigen.
En prisión, ¿lo reconocían como un preso político?
Sí, siempre. Tuve un tratamiento de preso político. Los funcionarios no me trataban a mí, yo era del departamento 21. Ellos decidían dónde me movía. Y los otros presos ya lo sabían porque eran advertidos. Algunos de los que hablaban conmigo eran trasladados y golpeados a otra prisión: en la tarjeta les ponían “colaborador de CR (contrarrevolucionario)”. Enseguida los enviaban a provincias y los castigaban por el solo hecho de conversar conmigo.
¿Qué le diría a los cubanos ahora?
Estamos en un momento crucial para la liberta de expresión y para unirnos, de saber qué pedir por cada uno de nuestros derechos. Estamos en un momento políticamente bonito y no podemos dejar que eso se escape. Aunque al propio Antonio Rodiles le golpearan recientemente son síntomas de la depauperación en la que ha caído el gobierno.
Las negociaciones con Estados Unidos y con la Unión Europea se pueden virar en contra de Gobierno cubano porque ellos no saben qué es jugar a la democracia. Quieren fingir que quieren hacerlo pero en realidad lo que hacen es demostrar lo contrario.
Ahora la unidad es lo más importante y pedir por los que aún están en prisión por condenas injustas, por los que ya han cumplido sus penas y se le ha denegado la libertad como Ernesto Borges, como Pedro de la Caridad… hay que pedir por ellos y no decaer. Los que hemos probado ese dolor debemos duplicar nuestros esfuerzos.
Lo más importante en estos momentos es una Ley de Amnistía para todos ellos. Ese es el punto medular que se debe exigir al gobierno. Porque en realidad la libertad condicional como la que me han dado a mí es un chantaje para que te portes bien. Y para mí portarme bien sería ser pusilánime y traicionar mis sentimientos.
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