La ciudadana estadounidense Ana Belén Montes, quien espió por casi dos décadas para los servicios secretos de la dictadura cubana, fue puesta en libertad después de más de 20 años de reclusión en una prisión de máxima seguridad, informó el viernes en la noche el Buró de Prisiones de Estados Unidos.
Montes, de 65 años de edad, se declaró culpable en el 2002, sin expresar arrepentimiento alguno.
"Lamentablemente era muy buena en lo que hacía, trabajó fuerte y espió para los cubanos por casi 17 años. Y hay que tener en cuenta que es estadounidense y trabajó para la Agencia de Inteligencia de Defensa, DIA, o sea el brazo de inteligencia de nuestras Fuerzas Armadas, y reveló mucha información clasificada durante esos 17 años. Es por eso que expertos en inteligencia sienten que fue uno de los espías más relevantes en la historia de Estados Unidos", dijo el escritor Jim Popkin pocas horas antes de la excarcelación.
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Popkin es un periodista de investigación radicado en Washington, DC. Su libro sobre Ana Belén Montes, "Nombre en clave Blue Wren: la verdadera historia de la mujer espía estadounidense más peligrosa”, ha salido a la venta esta semana.
En una presentación de su libro en un evento del diario The Washington Post, Popkin dijo que aunque el ejército cubano no es una gran amenaza en comparación con el poderío del ejército de Estados Unidos, los servicios de inteligencia cubanos sí son eficaces.
“Fueron entrenados por los soviéticos y son muy inteligentes y astutos aún cuando no tienen muchos fondos. Un funcionario del FBI dijo que no tienen reglas. No hay moralidad ni Congreso vigilándolos. Así que es mucho más fácil para ellos (los cubanos) que para nuestros propios servicios de espionaje. Pero son muy buenos y no hay mejor ejemplo que Ana Belén Montes”, opinó el periodista.
Popkin declaró que Montes, que al ser arrestada trabajaba para la DIA, “realmente causó mucho daño a la seguridad nacional de los Estados Unidos”, pero que la evaluación total de daños aún es clasificada.
Popkin señaló que Montes reveló las verdaderas identidades de los operativos estadounidenses que trabajaban en Cuba, poniéndolos en peligro. En segundo lugar, estuvo entregando a Cuba documentos clasificados, los cuales podían ser vendidos o intercambiados por el régimen con los adversarios de Estados Unidos.
Durante sus años de servicio para la inteligencia cubana, ella no robaba o copiaba documentos. Hacía un espionaje más bien tradicional, dijo Popkin. Recibía información por códigos transmitidos por radio en onda corta y memorizaba los documentos secretos que veía en su centro de trabajo. Luego escribía sus reportes en una laptop Toshiba en su hogar, en Washington, DC, y entregaba las memorias o diskettes a sus contactos en el gobierno cubano.
"Era muy eficiente, callada, no atraía atención", comentó Popkin.
Montes también reveló la existencia de un sistema satelital de Estados Unidos que llevaba el nombre clave “Misty”.
“Ese satélite estaba dando la vuelta al mundo y espiando con éxito a China, Rusia, Irán y nuestros otros enemigos y también a Cuba. Ana revela esto a los cubanos y se cree que después de eso dejó de ser efectivo. No conozco todos los detalles pero la presunción es que los cubanos comparten esa información con los rusos. Un satélite sigiloso opera y es efectivo porque es sigiloso”, dijo el autor.
En su libro, Popkin da crédito a la analista de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA, Elena Valdez, un pseudónimo, por ayudar a identificar a Montes como la principal espía estadounidense de Fidel Castro.
A fines de la década de 1990, después de años como analista de contrainteligencia, Valdez y su equipo recogieron datos que mostraban que los cubanos tenían un agente en los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Ella entregó al FBI pistas detalladas sobre este sujeto no identificado que parecía ser un alto funcionario estadounidense en la nómina de La Habana.
Tras años de inacción en el caso, en el otoño de 2000, a espaldas del FBI, Valdez brindó información sobre las pistas del posible agente cubano a los investigadores de la DIA, dijo Popkin.
El equipo de la DIA persistió y el FBI abrió una investigación sobre Montes a finales de 2000 y finalmente la arrestó el 21 de septiembre del 2001.
Montes se declaró culpable de espionaje y en octubre de 2002 fue sentenciada a 25 años de prisión, seguido de cinco años de libertad condicional.