“Raúl es incapaz de dirigir no Cuba, sino el país más infeliz del mundo”, afirma Juan Reinaldo Sánchez, autor de La Vida Oculta de Fidel Castro. “Los disidentes son los verdaderos héroes de los cambios”, aseguró
"Los Castro no van a perder el poder a menos que mueran", afirma rotundo quien fuera escolta de Fidel durante 17 años, Juan Reinaldo Sánchez, que acaba de desvelar en un libro las contradicciones del antiguo mandatario y el retrato del líder "que realmente vive en Cuba, no el que está vendiendo la revolución".
En un hotel de París, donde va a permanecer cerca de una semana de intensa promoción del libro "La vida oculta de Fidel Castro", Sánchez (La Habana, 1949) afirma en una entrevista con EFE que Fidel, definido como "extremo manipulador" y "egocéntrico", critica el sistema capitalista "pero vive como un monarca".
Yates de lujo, una veintena de residencias, una isla privada -Cayo Piedra, considerada uno de los mayores secretos del régimen-, un doble que le sustituyó en periodos de enfermedad y vínculos con el tráfico de armas y de droga y con organizaciones terroristas latinoamericanas y españolas, como ETA, perfilan esa visión.
"Sobre su vida pública se ha escrito mucho. Es la que se conoce e incluso la que el Gobierno cubano ha tratado de difundir internacionalmente, pero nadie lo había hecho sobre la privada", cuenta a EFE este exteniente coronel, licenciado en Derecho, y que unió su destino al de Castro en 1977.
El libro, publicado en francés por la editorial Michel Lafon junto al periodista Axel Gyldén, llegó a las librerías de Francia a finales de mayo, y cuenta con fotografías que reflejan esos excesos y la presencia constante de Sánchez al lado del líder cubano.
Su testimonio asegura que por el campamento militar Punto Cero de Guanabo, 25 kilómetros al este de La Habana, pasaron miembros de guerrillas de todo el mundo, a los que se formaba o que contribuían a formar a quienes extenderían por otros países la revolución de izquierdas.
Una charla que escuchó en 1988 entre Castro y su ministro del Interior, José Abrantes, en la que quedó constancia de su relación con el tráfico de droga colombiana, y la posterior condena a muerte del general Arnaldo Ochoa para "limpiar su figura y la de Raúl", fue el detonante que le sembró dudas sobre el personaje a quien hasta entonces veía como un ídolo.
"Pasé más tiempo con Fidel que con mi familia. Y si mi dedicación fue total, también cuando escuché esa conversación mi decepción fue total", señala Sánchez, que dice que su calvario se inició cuando en 1994 solicitó la jubilación.
Para entonces, su hija, Aliette, vivía en Venezuela, y su hermano pequeño estaba instalado en Florida. Sospechoso, según cuenta, de traición a la patria, pasó dos años encarcelado, y los que siguieron hasta su huida del país en 2008, fuertemente vigilado.
"Le reprocho (a Fidel) que en ese momento no fuera capaz de llamarme y hablar conmigo cuando todavía no estaba preso, en señal de gratitud hacia todos los años que pasé protegiéndole la vida, y preguntarme: 'Sánchez, ¿qué de cierto hay en esto?'", añade el exescolta, que gestó en la cárcel la idea de escribir el libro.
En Miami, adonde consiguió llevar al resto de su familia, y donde va protegido siempre "por una o dos personas", trabaja actualmente como experto en asuntos cubanos y como asesor en cuestiones de seguridad.
Con la distancia, asegura que "Cuba necesita lo que Fidel prometió el 1ro de enero de 1959: Que iba a haber un Gobierno democrático, un Gobierno popular, libertades de expresión, de reunión, de prensa".
Y ese régimen abierto, en su opinión, no puede conseguirse si Raúl Castro, que este martes cumplió 83 años, se mantiene en el poder.
"Raúl es incapaz de dirigir no Cuba, sino el país más infeliz del mundo. Fidel es carismático, una persona extremadamente inteligente. Eso no lo tiene Raúl", apunta Sánchez, que pese a todo no ve alternativa a los Castro, y piensa que aunque ese último se retire "seguiría dirigiendo el Gobierno tras el telón de la figura que pongan".
El antiguo escolta, que revela también cómo en su obsesión extrema por el control Fidel grababa todas sus conversaciones con otros mandatarios y vigilaba a empresarios y a turistas que iban al país, asegura haber borrado su fe en las revoluciones.
No ha perdido, no obstante, su esperanza en los disidentes que no han abandonado Cuba: "Tienen el peso de la represión y las carencias sobre ellos. Esos son los verdaderos héroes de los cambios", concluye Sánchez, que reclama para ese colectivo ayuda económica, "para que puedan vivir y seguir luchando”.
En un hotel de París, donde va a permanecer cerca de una semana de intensa promoción del libro "La vida oculta de Fidel Castro", Sánchez (La Habana, 1949) afirma en una entrevista con EFE que Fidel, definido como "extremo manipulador" y "egocéntrico", critica el sistema capitalista "pero vive como un monarca".
Yates de lujo, una veintena de residencias, una isla privada -Cayo Piedra, considerada uno de los mayores secretos del régimen-, un doble que le sustituyó en periodos de enfermedad y vínculos con el tráfico de armas y de droga y con organizaciones terroristas latinoamericanas y españolas, como ETA, perfilan esa visión.
"Sobre su vida pública se ha escrito mucho. Es la que se conoce e incluso la que el Gobierno cubano ha tratado de difundir internacionalmente, pero nadie lo había hecho sobre la privada", cuenta a EFE este exteniente coronel, licenciado en Derecho, y que unió su destino al de Castro en 1977.
El libro, publicado en francés por la editorial Michel Lafon junto al periodista Axel Gyldén, llegó a las librerías de Francia a finales de mayo, y cuenta con fotografías que reflejan esos excesos y la presencia constante de Sánchez al lado del líder cubano.
Su testimonio asegura que por el campamento militar Punto Cero de Guanabo, 25 kilómetros al este de La Habana, pasaron miembros de guerrillas de todo el mundo, a los que se formaba o que contribuían a formar a quienes extenderían por otros países la revolución de izquierdas.
Una charla que escuchó en 1988 entre Castro y su ministro del Interior, José Abrantes, en la que quedó constancia de su relación con el tráfico de droga colombiana, y la posterior condena a muerte del general Arnaldo Ochoa para "limpiar su figura y la de Raúl", fue el detonante que le sembró dudas sobre el personaje a quien hasta entonces veía como un ídolo.
"Pasé más tiempo con Fidel que con mi familia. Y si mi dedicación fue total, también cuando escuché esa conversación mi decepción fue total", señala Sánchez, que dice que su calvario se inició cuando en 1994 solicitó la jubilación.
Para entonces, su hija, Aliette, vivía en Venezuela, y su hermano pequeño estaba instalado en Florida. Sospechoso, según cuenta, de traición a la patria, pasó dos años encarcelado, y los que siguieron hasta su huida del país en 2008, fuertemente vigilado.
"Le reprocho (a Fidel) que en ese momento no fuera capaz de llamarme y hablar conmigo cuando todavía no estaba preso, en señal de gratitud hacia todos los años que pasé protegiéndole la vida, y preguntarme: 'Sánchez, ¿qué de cierto hay en esto?'", añade el exescolta, que gestó en la cárcel la idea de escribir el libro.
En Miami, adonde consiguió llevar al resto de su familia, y donde va protegido siempre "por una o dos personas", trabaja actualmente como experto en asuntos cubanos y como asesor en cuestiones de seguridad.
Con la distancia, asegura que "Cuba necesita lo que Fidel prometió el 1ro de enero de 1959: Que iba a haber un Gobierno democrático, un Gobierno popular, libertades de expresión, de reunión, de prensa".
Y ese régimen abierto, en su opinión, no puede conseguirse si Raúl Castro, que este martes cumplió 83 años, se mantiene en el poder.
"Raúl es incapaz de dirigir no Cuba, sino el país más infeliz del mundo. Fidel es carismático, una persona extremadamente inteligente. Eso no lo tiene Raúl", apunta Sánchez, que pese a todo no ve alternativa a los Castro, y piensa que aunque ese último se retire "seguiría dirigiendo el Gobierno tras el telón de la figura que pongan".
El antiguo escolta, que revela también cómo en su obsesión extrema por el control Fidel grababa todas sus conversaciones con otros mandatarios y vigilaba a empresarios y a turistas que iban al país, asegura haber borrado su fe en las revoluciones.
No ha perdido, no obstante, su esperanza en los disidentes que no han abandonado Cuba: "Tienen el peso de la represión y las carencias sobre ellos. Esos son los verdaderos héroes de los cambios", concluye Sánchez, que reclama para ese colectivo ayuda económica, "para que puedan vivir y seguir luchando”.