Severo Sarduy nació en Camagüey el 25 de febrero de 1937. Estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal y en la Facultad de Medicina en la Universidad de La Habana pero, en los últimos años del gobierno de Fulgencio Batista, las huelgas y protestas estudiantiles llevaron al cierre la universidad.
Cuando los rebeldes encabezados por Fidel Castro se hicieron con el poder, Sarduy empezó a colaborar con el periódico Revolución y en la sección Arte y Literatura del diario Libre.
En 1959 le fue concedida una beca para especializarse en Madrid, España, como crítico de arte. Recién llegado a la península Ibérica, ocurrió algo de lo que apenas se ha hablado y que vale la pena conocer, por cómo cambió el destino del escritor.
Juan Pablo de Lojendio e Irure, marqués de Vellisca, quien se desempeñaba como Embajador de España en Cuba desde 1952, viendo una de las interminables y avasalladoras intervenciones televisivas de Castro el 20 de enero de 1960, no se pudo controlar al escuchar al bisoño caudillo atacar desaforadamente a España, acusándola de fomentar la contrarrevolución -fantasma preferido y muy bien manejado por el tirano en ciernes. Tal sería la diatriba de Castro que, pasando por sobre su profesionalidad diplomática, el embajador de España salió disparado de su casa y se apareció en el canal exigiéndo ejercer su derecho a réplica.
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Cuentan los medios españoles, porque los medios cubanos jamás se atreverían a comentar el hecho, que el “Comandante en Jefe”, conteniendo la ira, le preguntó al representante de España en Cuba si tenía “permiso del Gobierno para hablarle”.
Cuentan también que el marqués de Vellisca se enfrentó a Castro, y hay quienes afirman que llegó a propinarle una bofetada.
Quedamos en que estas circunstancias encontraron al escritor cubano recién llegado a Madrid y al no poder continuar su curso, decidió viajar a París, a Amsterdam y a Roma, donde conoció a François Wahl, quien sería su compañero para toda la vida.
En septiembre de ese mismo año, el gobierno cubano exigió a los estudiantes regresar a la isla pero Sarduy decidió quedarse en París, por lo que fue declarado contrarrevolucionario.
Lee también Escritos al Margen: Ghabriel Pérez de HolguínSarduy comenzó a estudiar Artes en la Escuela de Louvre y en la Alianza Francesa y ya en 1961 comenzó a trabajar en Radio Francia Internacional, colaboración que mantuvo durante más de 30 años.
Sarduy falleció en París, víctima del sida en 1993. Dejó tras de sí una vasta obra literaria, importantes premios internacionales. Su nombre fue borrado de los anales de la cultura cubana, pero su obra continúa creciendo a pesar de que varias generaciones de cubanos no llegaron a conocer de su existencia.
Ojalá, estas palabras sirvan para despertar la curiosidad de quienes deseen saber De dónde son los cantantes, uno de los libros de Sarduy más celebrados y difundidos y recuerden: Infelices son los pueblos que pierden la memoria.
Las húmedas terrazas dominaban...
A Octavio Paz
Las húmedas terrazas dominaban
el templo, la planicie entre dos mares,
superpuestas, azules, triangulares.
Simétricas estatuas deslizaban
sus fragmentos de mármol por la nieve
-fueron torsos de Apolo, manos anchas
que el musgo ha devorado con sus manchas-
fresca, trazando un laberinto breve.
Los cuerpos arrastrados por el río
han quedado en la arena sepultados
bajo las piedras nítidas del lecho.
En el delta una mano, el globo frío
de unos ojos han sido rescatados.
y más allá una frente, un brazo, el pecho.