Todo parecía cambiar cuando este 16 de marzo, como parte del plan de medidas que finalmente conseguirán normalizar las relaciones EEUU-Cuba, se anunció la llegada a La Habana del vuelo inaugural que restablecería el intercambio directo de correo postal entre ambos países mediante la implementación de un "plan piloto" que debía quedar instituido con carácter permanente.
Fue en ese vuelo que viajó la archiconocida epístola, que a manera de respuesta, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le envió a Ileana Yarza, la cubana que lo invitó a tomar una taza de café en su casa de El Vedado.
Pero, omitiendo la "espontánea" historia de la carta y el café, porque del dicho al hecho hay buen trecho, y contrario al emblema que por muchos años, y sin pudor enarbola el Ministerio de Comunicaciones cubano, la realidad es muy distinta.
El restablecimiento del servicio postal permitirá envíos directos entre Cuba y Estados Unidos. La correspondencia, encomiendas postales, mensajería y paquetería volarán directo sin necesidad de pasar por terceros países. Lo dijo Zoraya Bravo, vicepresidenta del Grupo Empresarial Correos de Cuba, cuando informó públicamente que los vuelos tendrán una frecuencia de tres veces por semana a partir del 25 de marzo.
El correo fluirá pero, porque el pero en temas de Cuba es bastante recalcitrante, tendremos que esperar para que el servicio sea expreso.
Lo enviado por correo, igual a como lo era antes de esta renovadora medida, demora en llegar a su destinatario de 7 a 10 días. Y resulta, cuando menos, chistoso; por no decir sinvergüenza, que aunque el 1 de agosto de 2015, el alemán Roger Klüh recorrió en una lancha rápida desde Cayo Hueso a La Habana en solamente una hora y 45 minutos; el recién reestrenado servicio no cuenta con Priority Mail.
Parece que la "prioridad" no es tal, para el país donde hasta el tiempo responde a la agilidad propia de octogenarias tortugas dirigentes que, por alguna razón, y pese a todos los controles aduanales, tampoco acepta la reclamación de paquetes por extravío de valores, ni seguir vía internet la ubicación de cualquier bulto.
Así lo dijo la señora que me atendió este 18 de marzo, cuando intentando probar el nuevo servicio postal, me acerqué a las oficinas de mi correo local, envié un paquete de 12.50 onzas para la hija de un amigo y me cobraron $22.50.
O sea, sacando cuenta y a juzgar por la demora, con cero garantía, mínima seguridad y el precio para gruñir; creo que para enviar alguna paquetería a Cuba, continúa siendo más barato, más rápido y hasta más seguro el servicio de agencias y mulas.
Ya lo dice un viejo refrán: "Más vale malo conocido, que bueno por conocer".