La historia del cubano Carlos Jiménez y su esposa de nacionalidad rusa, Daria, enarbola las experiencias que miles de migrantes cubanos y de otros países han vivido en años recientes en Trinidad y Tobago, uno de los pocos países de las Américas carentes de una legislación nacional sobre el asilo.
La joven pareja se encuentra en situación de calle en Puerto España, prácticamente desde que llegó a esa esa capital en abril último tras ser expulsada de Cuba y comenzar su andadura como migrante.
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“Cada día hay que luchar por la vida porque este país es muy peligroso, sobre todo, cuando tienes que dormir en la calle y encarar la criminalidad”, comentó Carlos.
Ha sido la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) la entidad que ha cargado con la asistencia y protección de una avalancha de extranjeros que por diferentes razones huyen de sus países y recalan en Trinidad y Tobago.
Y si Ud. cree que la distancia que separa a Estados Unidos de Cuba es corta, unos 142 kilómetros, entre la Güiria, en el estado venezolano de Sucre, y Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, hay unos 100 kilómetros.
Según el ente de la ONU, en 2022, 3.123 extranjeros solicitaron protección como refugiados en Trinidad y Tobago, la mayoría de Venezuela, Cuba y Jamaica, pero Carlos considera que la agencia debe hacer más.
“Cualquier mensaje que envío a ACNUR, la respuesta que recibo es copia y pega de un texto ya elaborado de su sitio web, y eso, cuando se digna a responder’’, dijo el joven, que junto a su esposa han sido reconocidos y tienen carnés de solicitantes de protección concedido por ACNUR desde que llegaron a ese país en abril.
ACNUR ha proveído lugares temporales a la pareja para que pasen uno o dos días. Han sido casas en deplorable estado, casi inhabitables de acuerdo a la descripción de los jóvenes, pero el proceso para lograr salir de Trinidad y Tobago es lento y engorroso. Son decenas de miles los emigrantes que llegan a suelo trinitense, en su mayoría del Medio Oriente y Venezuela.
“Seguimos estando en peligro de deportación y, en nuestro caso, que nos envíen a países distintos; a mí para Cuba y a Daria para Rusia. Si trabajamos, o simplemente por estar en la calle como indigentes, corremos ese riesgo”, dijo Carlos.
Daria está agotada, ha sido menos resistente a la situación y confiesa que no ve fin a su odisea.
"Estamos vivos, pero nos sentimos medio muertos. Somos seres humanos. También tenemos derechos y las credenciales de refugiados y estamos bajo la protección de ACNUR", comentó Daria con deje pesimista porque aún no logra entender los "códigos secretos" de los migrantes en Trinidad y Tobago.
El matrimonio vivía en Kushelevskaya Doroga, San Petersburgo, Rusia, pero militares rusos amenazaron con reclutar a Carlos y enviarlo al frente en Ucrania. Ante esa situación, en octubre pasado se fue a Cuba, a casa de los padres del joven, en La Villa Panamericana, en La Habana.
Una discusión de la pareja molestó al padre de Carlos y éste formuló una denuncia a la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería (DIIE), lo que provocó que fueran amenazados y acosados por funcionarios del ente gubernamental al punto de que Daria fuese declarada controlada con expediente abierto y obligada a abandonar Cuba.
Compraron boleto aéreo con destino a Granada con escala en Trinidad y Tobago y ahí terminó el viaje.
“Tengo miedo al futuro, vivo bajo tensión y deprimida. ¿Si estas organizaciones, que son las que deben sacarnos de aquí, no lo han hecho, quién lo hará entonces?”, se preguntó la joven rusa de 24 años.
Un informe divulgado en 2022 por Amnistía Internacional indicó que las autoridades de Trinidad y Tobago siguieron expulsando de forma sumaria a las personas que solicitaban asilo, en contravención del derecho internacional.
Asimismo, señaló al territorio insular como uno de los pocos países de las Américas carentes de legislación sobre el asilo, pese a ser firmante de la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados.
Y es que Trinidad y Tobago es uno los cinco países del Caribe que ofrecen el beneficio de libre visado a los antillanos.
De ahí que miles de cubanos viajan a Trinidad y Tobago aprovechando esa facilidad migratoria --libre visado para estancia de hasta 90 días, y entonces utilizan al país como trampolín, ya sea para iniciar un proceso de refugio ante ACNUR de cara al reasentamiento o, para emprender la temible y no recomendada travesía irregular itinerante por sur y Centroamérica hasta llegar a la frontera de México con Estados Unidos.
Siete años de espera, un proceso doloroso
Jaqueline Vera Morfa, de probada trayectoria como activista en Cuba, vivió siete años en Puerto España como refugiada de ACNUR antes de que fuera reasentada en Australia en septiembre de 2022.
Más de una vez, se manifestó e incluso protagonizó huelgas de hambre frente a la sede de ACNUR, en Puerto España, en demanda de ayuda económica, alimentaria o simplemente la celeridad del proceso de reasentamiento. Su madre, Felicia, la timonel del núcleo familiar, no llegó a ver el sueño realizado, falleció víctima de la pandemia en Trinidad y Tobago.
Hoy, en Brisbane, Australia, Jaqueline no deja de recordar lo que padeció en la nación suramericana.
“Fue un proceso doloroso, siete años de sufrimiento. Perdí las esperanzas porque la comunidad cubana sufre mucho en ese país. Es hora de que la ONU empiece a pensar un poquito más en los cubanos”, relató no sin antes apuntar que venezolanos y sirios cuentan con apoyo gubernamental trinitense y en su opinión, ACNUR prioriza sus casos.
En Trinidad y Tobago, residen 25,500 refugiados y solicitantes de asilo de más de 35 países, 25 por ciento son niños y 86 por ciento son de origen venezolano, según estadísticas de Naciones Unidas divulgadas a principio de año.
De acuerdo con la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, un refugiado es una persona que, debido a fundados temores a la persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera de país de nacionalidad.
ACNUR anticipó este lunes en un informe evaluativo que para 2024, más de 2,4 millones de personas refugiadas en todo el mundo necesitarán ser reasentadas, lo que supone un aumento del 20 por ciento en comparación con 2023.
“El reasentamiento sigue siendo un salvavidas fundamental para las personas en situación de mayor riesgo y con necesidades específicas”, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “Insto a todos los estados que dispongan de los medios necesarios que den un paso al frente y ofrezcan compromisos de reasentamiento sostenibles y plurianuales para ofrecer seguridad y protección a quienes lo necesiten y para compartir la responsabilidad de la comunidad internacional en relación con los refugiados”.
Cubanos y cubanas son trabajadores clandestinos
Los migrantes de Cuba en Trinidad y Tobago, los hombres más avispados, consiguen trabajos precarios en la construcción, jardinería y labores agrícolas. No son pocos los casos conocidos de patrones que no pagan a los extranjeros después de terminado el trabajo.
Algunas mujeres logran desempeñar labores de servicios en casas o pequeños negocios y no faltan las que consiguen empleos en cafeterías o bares. Todo esto, a riesgo de que las autoridades intervengan y multen al empleador y al migrante, si es que el extranjero no resulta arrestado.
Carlos y Daria han recibido ayuda monetaria y alimentos que han recogido cubanos refugiados y solicitantes de refugio e incluso, aportes de algunos que como ellos sortean las situaciones de la migración para sobrevivir.
Asalto a plena luz del día
Justo la semana pasada, Carlos y Daria fueron objeto de un atraco cuando caminaban por una de las calles de Puerto España en pleno día.
"Eran tres, dos con armas blanca y uno con pistola. Me quitaron el poco efectivo que tenía y me empujaron. Yo en todo momento traté de proteger a Daria. Empecé a gritar y el de la pistola con la culata me pegó en la cara antes de marcharse", relató el joven de 28 años.
En su portal electrónico, ACNUR reconoce que la comisión de delitos y la violencia han sido un desafío persistente para las autoridades en Trinidad y Tobago.
Menciona el texto los altos índices de asaltos, robos y violencia de género principalmente en áreas “conflictivas” o en casos de miembros de grupos vulnerables. Sin embargo, se ha registrado según ACNUR, un aumento en los casos de actividades delictivas contra el público en general.
Para conocer más detalles sobre la situación de los refugiados y solicitantes de refugio Trinidad y Tobago, y algunas denuncias llegadas a nuestra redacción, Martí Noticias envió sendos correos electrónicos a Miriam Aertker, directora nacional de ACNUR en Trinidad y Tobago; y a Amanda Solano, funcionaria de esa agencia encargada de temas de Protección, pero al cierre de esta nota no habían respondido.