Con la bandera tallada en piedra a manera de obelisco del Monumento al Memorial Cubano detrás, escoltado por palmas reales mecidas por la brisa y la voz grave y entrecortada, Mario de la Peña -padre de una de las víctimas de Hermanos al Rescate que llevaba su mismo nombre- dijo este miércoles que el momento ideal “para hacer justicia no sólo a su hijo sino al pueblo de la isla fue aquel 24 de febrero de 1996 cuando los Migs de la Fuerza Aérea del régimen comunista pulverizaron en el aire al disparo de misiles dos pequeñas naves de la organización humanitaria pero que, por intereses políticos, eso no había ocurrido”.
Apuntó De la Peña, en un impecable traje negro y escoltado por su esposa en un vestido azul cielo, que esa “justicia debía ser por mano militar en, al menos, la base aérea de donde partieron los aviones de combate que ametrallaron a los cuatro integrantes de la organización que se dedicaba a rescatar balseros en el mar: Mario de la Peña, Armando Alejandre, Carlos Costa y Pablo Morales”.
Agregó De la Peña que después de eso se ha hecho todo lo posible por encontrar justicia para las víctimas pero que el resultado ha sido nulo y que él, en lo personal, se siente “traicionado por el Gobierno de EEUU”.
Un público considerable, dadas las circunstancias del COVID-19, compuesto de jóvenes y viejos, estudiantes, amas de casa, activistas de derechos humanos, ex prisioneros políticos y veteranos de Bahía de Cochinos, la lucha armada en el Escambray y de las expediciones militares a la isla permanecían sentadas en largas filas de sillas blancas, escuchaban hieráticos, algunos llorosos, y en ocasiones aplaudían en tanto una brisa fresca batía el sitial dedicado a los cubanos caídos en la lucha por la libertad.
La comunidad exiliada pidió, en la voz de los que hablaron esta tarde, no olvidar nunca el derribo de los avionetas civiles por los aviones militares de la dictadura en el estrecho de la Florida hace 25 años y recalcó que en cualquier eventual y no deseada negociación de Estados Unidos con el régimen se le exija la entrega de los responsables del infame hecho.
"Prohibido olvidar" fue el consenso de las intervenciones solemnes por el aniversario vigésimo quinto del crimen, entre ellas las de Miriam de la Peña -que fue breve- Sylvia Iriondo -sobreviviente del ataque pues viajaba en el avión que logró escapar pilotado por José Basulto, presidente de la organización humanitaria-, Luis Zúñiga -ex prisionero político- y René Bolio – jurista internacional de nacionalidad mexicana empeñado en que sean juzgados los asesinos de los cuatro jóvenes cubanoamericanos.
Los cuatro jóvenes, tres de ellos con nacionalidad estadounidense y otro con residencia permanente en este país, murieron aquel 24 de febrero de 1996. El trabajo de ellos era avistar desde sus avionetas a balseros en el mar para asistirlos y avisar a los guardacostas estadounidenses.
La llamada crisis de los balseros estaba en su apogeo y el estrecho de la Florida era conocido como el estrecho de la muerte, por la cantidad de cubanos que perecían tratando ahogados en su intento por escapar de la dictadura y arribar a EEUU.
"Fueron masacrados bajo el régimen criminal (cubano) y por las órdenes de Fidel y Raúl Castro", recalcó visiblemente emocionada la sobreviviente Iriondo, líder de Madres y Mujeres anti Represión (MAR) por Cuba.
Iriondo subrayó que el "crimen permanece sin castigo" y que no descansarán hasta que se haga "justicia y ver una Cuba libre". A continuación relató brevemente cómo vivió los hechos en los que "cuatro mártires fueron asesinados en espacio aéreo internacional" por el simple hecho de "querer salvar vidas de cubanos que escapaban de la isla" en balsas.
Frente al monumento dedicado a los luchadores por la libertad en la isla se depositó -de la mano de jóvenes descendientes de cubanos conmovidos ante la narración de la tragedia de sus padres y abuelos- una ofrenda floral con cintas de la bandera cubana y la foto de los pilotos derribados.
Los nombres de los asesinos, el general brigadier Rubén Martínez Puente y los hermanos pilotos Lorenzo Alberto y Francisco Pérez Pérez, encausados desde 2003 en tribunales federales estadounidenses por asesinato -sin resultado alguno hasta el presente- resonaron constantemente en el acto del Memorial Cubano con sed de justicia.