El diario The Washington Post advirtió en un extenso editorial que los regímenes autoritarios en países como Cuba, China, Bielorrusia, Rusia, Irán y Arabia Saudita, entre otros, están encarcelando a cada vez más personas que simplemente critican o protestan contra sus respectivos gobiernos.
En el texto titulado "Hicieron click una vez, y después vinieron las oscuras prisiones", el Post recuerda que Danuta Perednya fue arrestada en Rusia por repetir una crítica a Vladimir Putin en Telegram. Asimismo, Salma al-Shebab fue detenida por pedir en Arabia Saudita la libertad de una activista que defiende el derecho de las mujeres de manejar. Ambas fueron condenadas a largas penas de cárcel.
Acerca del caso cubano, el diario recuerda los prisioneros políticos durante el régimen de Fidel Castro, y destaca que hoy en día, el gobierno comunista sigue reprimiendo para callar a las personas que protestan, como ocurrió con el artista Luis Manuel Otero Alcántara, el líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer, el manifestante del 11J, Alberto García Scull y la prisionera política del 11J, Gloria María López Valle.
Señala en ese sentido que en Cuba hay casi mil presos políticos, la mayoría de ellos arrestados por manifestarse el 11 de julio de 2021.
"Las prisiones políticas en el mundo están creciendo. Una serie de protestas en los últimos años ha llevado a cientos de miles de personas a las calles, para protestar contra el autoritarismo en Hong Kong, Cuba, Bielorrusia e Irán; contra la junta militar que derrocó la democracia en Birmania; y contra las estrictas restricciones a la expresion y protesta en Rusia y China", señala el editorial. "Miles de participantes, muchos jóvenes que se manifestaban por vez primera, han sido encerrados por exigir el derecho de hablar y pensar libremente y elegir a sus propios líderes".
Cuando las prisiones se llenan de personas que "sólo marcharon por las calles", la represión "ya no es a escondidas", es una señal muy clara de que "la libertad está bajo presión", advierte el rotativo.
El editorial comenta que la existencia de prisioneros políticos no es nada nuevo: se han visto en los gulags de Stalin, la Cuba de Fidel Castro, el Irak de Saddam Hussein, la Alemania Oriental de la Guerra Fría, el apartheid de Sudáfrica, en Corea del Norte, y recientemente en Xinjiang, China.
El Washington Post añade que las dictaduras del mundo están aprendiendo a enfrentar la revolución digital, que en un momento dado "parecía ser el antídoto a la autocracia". "Estos regímenes", dice, "no se quedaron quietos. Planearon tomar control de la esfera pública, y lo están haciendo".
Lee también Washington Post: Cuba merece repudio mundial por condenas a Otero Alcántara y Osorbo (VIDEO)Un informe de Freedom House dice que de junio de 2021 a mayo de 2022, "las autoridades en 40 países bloquearon" muchos tipos de contenido online, y los regímenes criminalizaron la expresión online. Ejemplos de las prohibiciones: insultar al presidente (Bielorrusia), provocar problemas (China), desacreditar a los militares (Rusia), y causar desorden público (Cuba).
El editorial subraya que China es el más represivo, y recuerda los abusos bien documentados de Mao. Hoy en día, más de un millón de uigures están recluidos en campos de concentración en la región de Xinjiang. Además, Freedom House denuncia que China es el más severo en las restricciones a la internet.
Al destacar el crecimiento del autoritanismo en el siglo 21, menciona varios casos, como la represión en Bielorrusia tras las elecciones fraudulentas en agosto de 2020, y los arrestos en Cuba tras las protestas del 11J, lo que llevó a más de mil personas encarceladas por motivos políticos, la mayoría de ellos jóvenes, con una edad promedia de 32.
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El diario The Washington Post concluye su editorial con una exhortación a la comunidad internacional:
"Las naciones libres también deberían usar cualquier influencia diplomática que tengan. Cuando Estados Unidos y otras democracias tienen contacto con estos regímenes, deberían plantear los casos de los presos políticos, haciendo que los autócratas se retuerzan dándoles listas y nombres, e imponiendo sanciones. La Ley Global Magnitsky ofrece un mecanismo para señalar a los perpetradores, yendo más allá de sanciones amplias a los países y apuntando a la prohibición de visas y la congelación de activos a las personas que controlan los sistemas que capturan a tantos prisioneros inocentes. Los dictadores deben escuchar, alto y claro, que el comportamiento brutal no será excusado ni ignorado".
"Todo caso de preso político es una parodia de la justicia. Las libertades de expresión, asociación y creencias no son delitos. La respuesta más poderosa es destacar la difícil situación de los presos políticos y asegurarse de que no sean olvidados".