Hace 54 años, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convertía en el primer ser humano en pisar la Luna. Ese mismo día se produjo una de las historias beisboleras más alucinantes que puedan imaginarse.
Estados Unidos se prepara para regresar a la Luna en los próximos años con el programa Artemis de la NASA, más de medio siglo después de que Neil Armstrong lo hiciera el 20 de julio de 1969.
El proyecto Artemis, sin embargo, no ha causado el mismo revuelo mediático que provocó la promesa del presidente John F. Kennedy en 1962 de enviar un hombre a la Luna antes de que terminara la década de los 60.
Entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban inmersos en la carrera espacial, que se había convertido en uno de los principales frentes de la Guerra Fría.
La conquista de la Luna era el objetivo principal de la NASA para dar un golpe de autoridad en una competencia que hasta el momento iba perdiendo ante los soviéticos y la promesa de Kennedy se convirtió en un tema de conversación habitual entre los estadounidenses.
Y es aquí donde entra una de las historias beisboleras más alucinantes que puedan imaginarse.
Como bateador, Gaylord Perry fue un gran pitcher, como diría el inmortal Felo Ramírez cuando se refería a serpentineros que eran nulos con el bate.
Perry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 314 juegos en su carrera de 22 temporadas, fue el clásico out por regla cuando se paraba en la caja de bateo.
En 1,220 turnos, apenas promedió .131, con 141 imparables, de los cuales 118 fueron sencillos, en tanto se ponchó en 369 ocasiones.
Su incapacidad para chocar con la pelota llegó al extremo en 1964, donde promedió .054 y abanicó prácticamente en la mitad de sus turnos.
Ese año, durante una práctica previa a un juego de los Gigantes de San Francisco en Pittsburgh, golpeaba tan mal la bola, que un reportero le preguntó si alguna vez en su vida batearía un cuadrangular.
El manager de los Gigantes, Alvin Dark, escuchó la pregunta y anticipó la respuesta.
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“¿Jonrón?¿Gaylord? Primero llega el hombre a la Luna antes de que él logre batear un jonrón”.
Pasaron cinco años y la frase del manager de los Gigantes cayó en el olvido, hasta que el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong, comandante de la nave Apollo 11, se convirtió en el primer ser humano en poner un pie en el satélite natural de la Tierra.
“Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad”, dijo Armstrong tras el histórico alunizaje, que fue seguido con el aliento contenido por todo el mundo.
Ese día, nadie hablaba de otra cosa que de la hazaña de Armstrong y su compañero Buzz Aldrin, quien lo acompañó hasta la superficie lunar, mientras el piloto Michael Collins permanecía en el Apollo 11 circunvalando la Luna y esperaba ansioso el retorno de ambos a la nave.
Esa misma noche, en el Candlestick Park de San Francisco, los Gigantes enfrentaban a sus archirrivales Dodgers de Los Angeles, con Gaylord Perry en la lomita frente al zurdo Claude Osteen, abridor por los visitantes.
En el tercer inning, Perry dejó boquiabierto a medio mundo, al disparar frente a Osteenel primer cuadrangular de su carrera.
Se cumplió así la profecía de Alvin Dark, horas después de que el hombre llegara a la Luna.
El abridor de San Francisco lanzó el juego completo y se apuntó la victoria con pizarra de 7-3.
En 1991 fue exaltado al Salón de la Fama. Sus 314 triunfos lo colocan en el lugar 17 de todos los tiempos.