Cráneos, dientes, tibias, costillas, fémures, mandíbulas, vértebras, pelvis; todo se encuentra a la puerta de los cementerios.
Desde que en 1948, la ONU decidió adoptar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, muchas organizaciones y activistas del mundo enarbolan esa dignificante bandera enfrentando a diario violaciones de libertad, justicia y paz que sufren muchas personas por el simple hecho de su condición humana.
Desgraciadamente en varios rincones de esta selva que llamamos Tierra, los derechos humanos entraron en un período de sombra debido a la infinita desidia de muchos de sus pobladores. La barbarie es como el pan nuestro de cada día, y eso la hace poco más o menos normal.
En mi país, por ejemplo, el tema siempre es objeto de controversia y debate; pero hoy, no haré referencia al derecho de los vivos, hablaré de los que ya no están, de nuestros antepasados, que no son el mono, el ardipithecus ni el australopithecus; sino mi madre y tu abuela.
Cráneos, dientes, tibias, costillas, fémures, mandíbulas, vértebras, pelvis; todo se encuentra a la puerta de los cementerios. La profanación de tumbas pasa de ser un horrible acto vandálico, a un hecho casi cotidiano.
Pero, “porqué la culpa de todo, siempre la carga el totí”; desinformados metafóricos, y sabiondos inventados, en lugar de averiguar, a la hora de juzgar lanzan el rugido acusador hacia muchos practicantes de religiones afrocubanas que conforman nuestro folklore, y forman parte de nuestro patrimonio cultural.
En la santería y brujería hay muy pero que muy aislados ritos que requieren de esqueleto humano; también existen artesanos que compran huesos para construir con ellos objetos que venden a precio de oro; pero el absoluto responsable de esta salvajada a nuestros afectos es como siempre, el Estado.
Hasta la saciedad nos han taladrado el pensamiento, con eso que desde 1959, el desarrollo de la medicina ha sido la prioridad principal del gobierno revolucionario y, en efecto, Cuba es el país del mundo que cuenta con el mayor número de galenos por habitante. En la isla se gradúan anualmente miles de médicos y les cuento, a cada uno de estos estudiantes, sin distinción de raza, color, sexo, idioma o religión (vamos, como lo derechos humanos), se les entrega una bolsa con cráneo y partes de la osamenta humana que de no ser suficientes para estudiar anatomía, entonces cuentan con una carta que presentan en los cementerios cubanos para que, de entre las tumbas sin dueños, exhumar los restos de aquellos que en vida fueron familiares de muertos sin nombres, emigrados y exiliados.
Para tener una leve idea de las tumbas profanadas, tendríamos que comparar el número de bolsas entregadas, con la tasa bruta de mortalidad cubana que, tomando la referencia publicada por Naciones Unidas y enviada por La Habana, fue de 7,6 en el año 2012. Mismo año en que - según la extensa editorial del portal digital Cubadebate - la mayor de las antillas formó más de 11.000 nuevos doctores, 5.315 cubanos y 5.694 procedentes de 59 países. De susto. No soy partidario de las cifras cuando escribo, no obstante la excepción lo merece.
Justo un día como hoy, 7 de Abril, pero de 1985, falleció en La Habana Cuba, uno de los más reconocidos artistas de la plástica cubana, René Portocarrero. Sus restos...no quiero ni pensar donde puedan estar.
Desgraciadamente en varios rincones de esta selva que llamamos Tierra, los derechos humanos entraron en un período de sombra debido a la infinita desidia de muchos de sus pobladores. La barbarie es como el pan nuestro de cada día, y eso la hace poco más o menos normal.
En mi país, por ejemplo, el tema siempre es objeto de controversia y debate; pero hoy, no haré referencia al derecho de los vivos, hablaré de los que ya no están, de nuestros antepasados, que no son el mono, el ardipithecus ni el australopithecus; sino mi madre y tu abuela.
Cráneos, dientes, tibias, costillas, fémures, mandíbulas, vértebras, pelvis; todo se encuentra a la puerta de los cementerios. La profanación de tumbas pasa de ser un horrible acto vandálico, a un hecho casi cotidiano.
Pero, “porqué la culpa de todo, siempre la carga el totí”; desinformados metafóricos, y sabiondos inventados, en lugar de averiguar, a la hora de juzgar lanzan el rugido acusador hacia muchos practicantes de religiones afrocubanas que conforman nuestro folklore, y forman parte de nuestro patrimonio cultural.
En la santería y brujería hay muy pero que muy aislados ritos que requieren de esqueleto humano; también existen artesanos que compran huesos para construir con ellos objetos que venden a precio de oro; pero el absoluto responsable de esta salvajada a nuestros afectos es como siempre, el Estado.
Hasta la saciedad nos han taladrado el pensamiento, con eso que desde 1959, el desarrollo de la medicina ha sido la prioridad principal del gobierno revolucionario y, en efecto, Cuba es el país del mundo que cuenta con el mayor número de galenos por habitante. En la isla se gradúan anualmente miles de médicos y les cuento, a cada uno de estos estudiantes, sin distinción de raza, color, sexo, idioma o religión (vamos, como lo derechos humanos), se les entrega una bolsa con cráneo y partes de la osamenta humana que de no ser suficientes para estudiar anatomía, entonces cuentan con una carta que presentan en los cementerios cubanos para que, de entre las tumbas sin dueños, exhumar los restos de aquellos que en vida fueron familiares de muertos sin nombres, emigrados y exiliados.
Para tener una leve idea de las tumbas profanadas, tendríamos que comparar el número de bolsas entregadas, con la tasa bruta de mortalidad cubana que, tomando la referencia publicada por Naciones Unidas y enviada por La Habana, fue de 7,6 en el año 2012. Mismo año en que - según la extensa editorial del portal digital Cubadebate - la mayor de las antillas formó más de 11.000 nuevos doctores, 5.315 cubanos y 5.694 procedentes de 59 países. De susto. No soy partidario de las cifras cuando escribo, no obstante la excepción lo merece.
Justo un día como hoy, 7 de Abril, pero de 1985, falleció en La Habana Cuba, uno de los más reconocidos artistas de la plástica cubana, René Portocarrero. Sus restos...no quiero ni pensar donde puedan estar.