Editoriales y artículos dicen que el embargo no ha funcionado, y un diario canadiense opina que Ottawa debe eliminar sus objeciones a fin de que Cuba reingrese a la OEA.
Medios de prensa en Estados Unidos y Canadá ven la oportunidad de hacer cambios a la política en Cuba tras el reciente anuncio hecho por el gobernante cubano Raúl Castro de que planea retirarse en 2018 y el nombramiento de un “sucesor” después de que él y su hermano Fidel Castro han gobernado la isla durante más de medio siglo.
Un artículo del diario The Baltimore Sun, firmando por el ex congresista Michael D. Barnes, señala que Cuba “no representa hoy en día ninguna amenaza militar ni económica para EE.UU. pero sigue siendo un recordatorio de más de 50 años del fracaso de gobiernos demócratas y republicanos en alcanzar nuestro declarado objetivo de promover el cambio democrático” en la isla.
La política seguida por Washington con Cuba es incluso calificada por Barnes de “irritante” con muchos amigos en el hemisferio que creen que el intento de aislar a La Habana “ha sido contraproducente”.
A propósito, dice el ex congresista que el nuevo secretario de Estado, John Kerry, debe recordar el papel fundamental que jugó en normalizar las relaciones con Vietnam durante el gobierno del presidente Bill Clinton en los años 1990, “y cómo la normalización de relaciones con un viejo adversario comunista puede ser una situación en la que todos ganan”.
En otro comentario similar, la cadena de difusión noticiosa Bloomberg apunta que la política seguida por Washington con La Habana no ha funcionado y precisa que aunque con una Cámara de Representantes controlada por los republicanos es poco probable que se revoque la Ley Helms-Burton, el presidente Barack Obama no carece de autoridad.
Obama cuenta con “varias oportunidades para promover mayor apertura y reformas si está dispuesto a meter la mano en el fuego”, subraya, y luego argumenta que habiendo ganado la reelección con una buena parte del voto cubanoamericano de Florida, dispone de espacio político para hacerlo.
La publicación destaca que hace cuatro años, cuando presidía el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Kerry se lamentó de la política hacia Cuba al decir que “luego de 50 años de fracasos es hora de intentar algo nuevo”. Ese senador, añade Bloomberg, es ahora secretario de Estado. “Tengamos esperanzas de que John Kerry recuerde sus palabras”, dice.
En Canadá, en un editorial, el diario Toronto Star afirma que pocos canadienses envidian la falta de libertad política que ha habido en Cuba bajo el régimen de los hermanos Fidel y Raúl Castro, “pero no debemos pasar por alto --advierte--ninguna oportunidad de estrechar lazos con la esperanza de mejorar las vidas del pueblo (cubano)”.
En ese sentido pone de relieve que el primer ministro canadiense, Stephen Harper, envió a su canciller, John Baird, en un “reciente y raro” viaje a Cuba para alentar tanto reformas económicas como políticas, y presionar a favor de más comercio, inversiones y turismo. El próximo paso —subraya— “debe ser eliminar las objeciones de Canadá para que Cuba reingrese a la Organización de Estados Americanos (OEA)”.
El Star puntualiza que el gobierno de Harper debe alentar a EE.UU. a que suavice más el embargo, que sólo ha dado “al régimen (cubano) el pretexto para encarcelar a disidentes”. Según el diario, “a medida que el culto al fidelismo se desvanece el momento parece ser acertado para un cambio mental de ambas partes (…) Eso es algo que Ottawa pueden alentar”.
En las últimas semanas, varios medios de prensa en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido se han expresado en ese sentido. El diario Chicago Tribune publicó dos editoriales, una sobre la Ley de Ajuste Cubano y lo difícil que es en la actualidad defenderla ante la avalancha de viajes a la Isla de cubanos residentes en EE UU. Ese mismo medio de prensa sugirió a Washington que al elaborar la política hacia Irán repaso la que han mantenido con Cuba por cinco décadas. El Boston Globe por su parte informaba sobre un posible retiro de Cuba de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. Y el Financial Times aseguró que el ejectivo estadounidense tiene mecanismos para mejorar las relaciones con La Habana sin pasar por el Congreso.
Otro artículo con un punto de vista diferente, publicado en National Review Online y firmado por Otto Reich, exsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para Asuntos Hemisféricos, dice que si Cuba fuese un país normal las noticias recién provenientes de la isla “habrían sido objeto del ridículo internacional”.
Esas noticias fueron, acota, “que el presidente de 81 años de un estado unipartidista había sido reelecto para otro mandato de cinco años que, según él dice, será su último. Y para probarlo, nombro un sucesor (Miguel Díaz-Canel)”.
Para Reich, la designación de Díaz-Canel como sucesor de Raúl Castro no ha cambiado nada en Cuba realmente como tampoco varió cuando “la prensa aduladora nos dijo que ´el cambio había llegado finalmente a Cuba´ hace cinco años”.
Un artículo del diario The Baltimore Sun, firmando por el ex congresista Michael D. Barnes, señala que Cuba “no representa hoy en día ninguna amenaza militar ni económica para EE.UU. pero sigue siendo un recordatorio de más de 50 años del fracaso de gobiernos demócratas y republicanos en alcanzar nuestro declarado objetivo de promover el cambio democrático” en la isla.
La política seguida por Washington con Cuba es incluso calificada por Barnes de “irritante” con muchos amigos en el hemisferio que creen que el intento de aislar a La Habana “ha sido contraproducente”.
A propósito, dice el ex congresista que el nuevo secretario de Estado, John Kerry, debe recordar el papel fundamental que jugó en normalizar las relaciones con Vietnam durante el gobierno del presidente Bill Clinton en los años 1990, “y cómo la normalización de relaciones con un viejo adversario comunista puede ser una situación en la que todos ganan”.
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En otro comentario similar, la cadena de difusión noticiosa Bloomberg apunta que la política seguida por Washington con La Habana no ha funcionado y precisa que aunque con una Cámara de Representantes controlada por los republicanos es poco probable que se revoque la Ley Helms-Burton, el presidente Barack Obama no carece de autoridad.
Obama cuenta con “varias oportunidades para promover mayor apertura y reformas si está dispuesto a meter la mano en el fuego”, subraya, y luego argumenta que habiendo ganado la reelección con una buena parte del voto cubanoamericano de Florida, dispone de espacio político para hacerlo.
La publicación destaca que hace cuatro años, cuando presidía el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Kerry se lamentó de la política hacia Cuba al decir que “luego de 50 años de fracasos es hora de intentar algo nuevo”. Ese senador, añade Bloomberg, es ahora secretario de Estado. “Tengamos esperanzas de que John Kerry recuerde sus palabras”, dice.
En Canadá, en un editorial, el diario Toronto Star afirma que pocos canadienses envidian la falta de libertad política que ha habido en Cuba bajo el régimen de los hermanos Fidel y Raúl Castro, “pero no debemos pasar por alto --advierte--ninguna oportunidad de estrechar lazos con la esperanza de mejorar las vidas del pueblo (cubano)”.
En ese sentido pone de relieve que el primer ministro canadiense, Stephen Harper, envió a su canciller, John Baird, en un “reciente y raro” viaje a Cuba para alentar tanto reformas económicas como políticas, y presionar a favor de más comercio, inversiones y turismo. El próximo paso —subraya— “debe ser eliminar las objeciones de Canadá para que Cuba reingrese a la Organización de Estados Americanos (OEA)”.
El Star puntualiza que el gobierno de Harper debe alentar a EE.UU. a que suavice más el embargo, que sólo ha dado “al régimen (cubano) el pretexto para encarcelar a disidentes”. Según el diario, “a medida que el culto al fidelismo se desvanece el momento parece ser acertado para un cambio mental de ambas partes (…) Eso es algo que Ottawa pueden alentar”.
En las últimas semanas, varios medios de prensa en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido se han expresado en ese sentido. El diario Chicago Tribune publicó dos editoriales, una sobre la Ley de Ajuste Cubano y lo difícil que es en la actualidad defenderla ante la avalancha de viajes a la Isla de cubanos residentes en EE UU. Ese mismo medio de prensa sugirió a Washington que al elaborar la política hacia Irán repaso la que han mantenido con Cuba por cinco décadas. El Boston Globe por su parte informaba sobre un posible retiro de Cuba de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. Y el Financial Times aseguró que el ejectivo estadounidense tiene mecanismos para mejorar las relaciones con La Habana sin pasar por el Congreso.
Otro artículo con un punto de vista diferente, publicado en National Review Online y firmado por Otto Reich, exsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para Asuntos Hemisféricos, dice que si Cuba fuese un país normal las noticias recién provenientes de la isla “habrían sido objeto del ridículo internacional”.
Esas noticias fueron, acota, “que el presidente de 81 años de un estado unipartidista había sido reelecto para otro mandato de cinco años que, según él dice, será su último. Y para probarlo, nombro un sucesor (Miguel Díaz-Canel)”.
Para Reich, la designación de Díaz-Canel como sucesor de Raúl Castro no ha cambiado nada en Cuba realmente como tampoco varió cuando “la prensa aduladora nos dijo que ´el cambio había llegado finalmente a Cuba´ hace cinco años”.