Cuba no es un lugar donde le resulte sencillo a un empresario extranjero ganar dinero, pues los impuestos son altos, no hay licitaciones abiertas y el proceso de aprobación es turbio, entre otras cosas.
Esta sábado se reune en La Habana la Asamblea Nacional del Poder Popular para aprobar la nueva ley de inversión extranjera, considerada en la isla como uno de los pilares de los esfuerzos del régimen de Raúl Castro por reformar la economía de la isla.
“El plan del régimen castrista de presentar esta ley es sólo humo y espejismos. Este es su más reciente intento de fortalecer su control totalitario sobre el pueblo cubano. Esto no es nuevo, y llamémoslo por lo que es: una táctica vieja del régimen de esconder sus políticas fallidas que han demostrado que en Cuba no se puede hacer negocios porque el régimen de Castro todavía debe mil millones de dólares a entidades extranjeras. Estos matones castristas seguirán imponiendo impuestos escondidos y controlando la contratación de trabajadores cubanos por compañías extranjeras para quedarse con la mayoría de las ganancias mientras el pueblo sufre, sin poder comprar las cosas más básicas, y estos inversores serán robados.
“La represión contra defensores de la democracia y los derechos humanos muestra que el régimen castrista no toma estas iniciativas para ayudar al pueblo, sino para solidificar su apretón sobre la isla. Tenemos que parar de contribuir a la propaganda del régimen a través de llamar a estos esfuerzos cínicos ‘reformas’ y debemos mantener la presión contra estos criminales hasta que paren de brutalizar a su pueblo.”
Con la sesión especial del 29 de marzo, el proyecto de ley no tendrá que esperar a una sesión regular, que se hacen dos al año. Han trascendido pocos detalles, aunque la prensa local dio esta semana algunos indicios del contenido de la ley.
El diario oficialista Juventud Rebelde dijo que permitirá la participación extranjera en todos los sectores con excepción de la salud y la educación, y no necesariamente a través de sociedades con el gobierno socialista. Se permitiría además un "contrato de asociación económica internacional o empresa de capital totalmente extranjero".
Juventud Rebelde dijo que la mayoría de las compañías pagarían un impuesto del 15% sobre las ganancias, la mitad de lo que se paga bajo las normas actuales, pero estarán exentas de pagar ese impuesto en los primeros ocho años de operación. Los inversionistas aparentemente no tendrán que pagar impuestos sobre sus ingresos personales. Las tarifas podrían ser más altas para las operaciones que explotan los recursos naturales, como la extracción de níquel y de combustibles fósiles.
La escasa inversión extranjera es considerada por muchos analistas como una de las razones del limitado crecimiento económico de Cuba. Algunos expertos dicen que las autoridades deben demostrar que están verdaderamente decididas a facilitar la llegada de empresas y capitales extranjeros.
"Deben crear un clima empresarial que haga pensar que en los niveles más altos de gobierno hay una actitud claramente favorable a la inversión extranjera", dijo Richard Feinberg, profesor de economía política internacional en la Universidad de California, en San Diego. "Esa es la mejor garantía". "Si la ley emite las señales indicadas", agregó, "será un paso importante en las reformas económicas".
Cuba no es un lugar donde le resulte sencillo a un empresario extranjero ganar dinero. Los impuestos al trabajo son altos, no hay licitaciones abiertas a todo el mundo para los proyectos, el proceso de aprobación es un tanto turbio y el gobierno se ha mostrado reticente a permitir que intereses extranjeros sean los socios mayoritarios de las empresas.
Las firmas a menudo negocian iniciativas multimillonarias con empleados del gobierno que ganan salarios muy diminutos y algunos dicen que a veces hay que pagar coimas para hacer negocios en Cuba. Al mismo tiempo, hay una campaña contra la corrupción que ha enviado a prisión a ciudadanos de Canadá, Chile, la República Checa, Inglaterra y Francia, lo que genera temor entre los potenciales inversionistas extranjeros.
Por otro lado, sigue vigente el embargo decretado por Estados Unidos hace 52 años, que impide que la mayoría de los estadounidenses hagan negocios en la isla y, en la práctica, obliga a muchas compañías extranjeras a que elijan entre hacer negocios con Cuba o hacerlos con Estados Unidos.
No hay indicios de que el embargo vaya a ser levantado a corto plazo, pero algunos observadores dicen que Cuba puede hacerse más atractiva a los inversionistas mediante procesos de aprobación de proyectos más transparentes, menores cargas sociales, que se permita la contratación directa de empleados locales y se suavicen las normas que requieren a las firmas extranjeras comprar una cierta cantidad de productos locales.
Las normas descritas en la prensa de la isla serán casi tan favorables como las que ya rigen en la zona especial de desarrollo económico de Mariel, un gran puerto al oeste de La Habana que fue inaugurado formalmente en enero. Las autoridades hablan además de garantías de que las propiedades de empresas e individuos extranjeros no serán nacionalizadas, como sucedió después de la revolución cubana de 1959, excepto en casos de interés nacional y con una debida compensación.
Ileana Ros-Lethinen sobre la ley de inversiones en Cuba
La Congresista Ileana Ros-Lehtinen, republicana por el sur de la Florida, y Presidenta del Subcomité del Medio Oriente y África del Norte, declaró en relación a la nueva ley de inversión extranjera en Cuba que:“El plan del régimen castrista de presentar esta ley es sólo humo y espejismos. Este es su más reciente intento de fortalecer su control totalitario sobre el pueblo cubano. Esto no es nuevo, y llamémoslo por lo que es: una táctica vieja del régimen de esconder sus políticas fallidas que han demostrado que en Cuba no se puede hacer negocios porque el régimen de Castro todavía debe mil millones de dólares a entidades extranjeras. Estos matones castristas seguirán imponiendo impuestos escondidos y controlando la contratación de trabajadores cubanos por compañías extranjeras para quedarse con la mayoría de las ganancias mientras el pueblo sufre, sin poder comprar las cosas más básicas, y estos inversores serán robados.
“La represión contra defensores de la democracia y los derechos humanos muestra que el régimen castrista no toma estas iniciativas para ayudar al pueblo, sino para solidificar su apretón sobre la isla. Tenemos que parar de contribuir a la propaganda del régimen a través de llamar a estos esfuerzos cínicos ‘reformas’ y debemos mantener la presión contra estos criminales hasta que paren de brutalizar a su pueblo.”
El diario oficialista Juventud Rebelde dijo que permitirá la participación extranjera en todos los sectores con excepción de la salud y la educación, y no necesariamente a través de sociedades con el gobierno socialista. Se permitiría además un "contrato de asociación económica internacional o empresa de capital totalmente extranjero".
Juventud Rebelde dijo que la mayoría de las compañías pagarían un impuesto del 15% sobre las ganancias, la mitad de lo que se paga bajo las normas actuales, pero estarán exentas de pagar ese impuesto en los primeros ocho años de operación. Los inversionistas aparentemente no tendrán que pagar impuestos sobre sus ingresos personales. Las tarifas podrían ser más altas para las operaciones que explotan los recursos naturales, como la extracción de níquel y de combustibles fósiles.
La escasa inversión extranjera es considerada por muchos analistas como una de las razones del limitado crecimiento económico de Cuba. Algunos expertos dicen que las autoridades deben demostrar que están verdaderamente decididas a facilitar la llegada de empresas y capitales extranjeros.
"Deben crear un clima empresarial que haga pensar que en los niveles más altos de gobierno hay una actitud claramente favorable a la inversión extranjera", dijo Richard Feinberg, profesor de economía política internacional en la Universidad de California, en San Diego. "Esa es la mejor garantía". "Si la ley emite las señales indicadas", agregó, "será un paso importante en las reformas económicas".
Cuba no es un lugar donde le resulte sencillo a un empresario extranjero ganar dinero. Los impuestos al trabajo son altos, no hay licitaciones abiertas a todo el mundo para los proyectos, el proceso de aprobación es un tanto turbio y el gobierno se ha mostrado reticente a permitir que intereses extranjeros sean los socios mayoritarios de las empresas.
Las firmas a menudo negocian iniciativas multimillonarias con empleados del gobierno que ganan salarios muy diminutos y algunos dicen que a veces hay que pagar coimas para hacer negocios en Cuba. Al mismo tiempo, hay una campaña contra la corrupción que ha enviado a prisión a ciudadanos de Canadá, Chile, la República Checa, Inglaterra y Francia, lo que genera temor entre los potenciales inversionistas extranjeros.
Por otro lado, sigue vigente el embargo decretado por Estados Unidos hace 52 años, que impide que la mayoría de los estadounidenses hagan negocios en la isla y, en la práctica, obliga a muchas compañías extranjeras a que elijan entre hacer negocios con Cuba o hacerlos con Estados Unidos.
No hay indicios de que el embargo vaya a ser levantado a corto plazo, pero algunos observadores dicen que Cuba puede hacerse más atractiva a los inversionistas mediante procesos de aprobación de proyectos más transparentes, menores cargas sociales, que se permita la contratación directa de empleados locales y se suavicen las normas que requieren a las firmas extranjeras comprar una cierta cantidad de productos locales.
Las normas descritas en la prensa de la isla serán casi tan favorables como las que ya rigen en la zona especial de desarrollo económico de Mariel, un gran puerto al oeste de La Habana que fue inaugurado formalmente en enero. Las autoridades hablan además de garantías de que las propiedades de empresas e individuos extranjeros no serán nacionalizadas, como sucedió después de la revolución cubana de 1959, excepto en casos de interés nacional y con una debida compensación.
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