"Nadie puede negar que nuestro sistema de inmigración está roto ", dice Mario.
Lincoln Díaz-Balart no necesita ningún permiso para pasearse por la ciudad donde ejerció como congresista, ni mucho menos para visitar a su hermano Mario Diaz-Balart.
The Washington Post, publica este lunes un artículo, donde no sólo muestra la cercanía que existe entre los hermanos Diaz-Balart, sino también muestra una de sus grandes pasiones: la reforma migratoria.
“Lincoln tiene el pelo más largo y el rostro más ancho, propio de un venerable estadista, pero se puede decir que son hermanos por sus ojos. Los cuatro hermanos Díaz-Balart, conocidos por algunos como los ‘Kennedy cubanos’, tienen ojos que parecen que están pellizcando los puentes de la nariz”, precisa la publicación.
"Nadie puede negar que nuestro sistema de inmigración está roto ", dice Mario, volviendo a la entrevista con el reportero y explica que ha trabajado tan duro como cualquier otro republicano de la Cámara sobre este tema. "Ignorar esto, es como tratar de tapar el sol con el dedo. Usted puede hacer eso por un segundo, pero nosotros lo hemos estado haciendo por siempre," asegura el congresista.
Lincoln se levanta para ver una fotografía junto a la ventana. Es de 1997, y está con una multitud de nicaragüenses que levantan a Lincoln en el aire para celebrar la aprobación de su proyecto de ley que ayudaba a legalizar a miles de indocumentados centroamericanos que viven en Estados Unidos.
"Este es el momento más emocional e impactante de mi tiempo en el Congreso", dijo Lincoln tocándose el pecho con la mano.
Lincoln, de 59 años, pasó 18 años en el Congreso, ayudando a organizar un grupo bipartidista de legisladores que se reunieron para redactar la legislación. Hoy, Mario, de 52 años, ha asumido un papel de liderazgo en una conferencia republicana que no acaba de encontrar la manera de manejar el tema.
Un tercer hermano, José, tiene la función de documentar todo el asunto. Su trabajo como el presentador principal del canal en español Telemundo le ha permitido hablar sobre el tema en la televisión a millones de espectadores cada semana.
La semana pasada, José, de 53 años, se sentó con el presidente Obama para una entrevista sobre el tema de inmigración.
Como exiliados, nadie puede decir que los Díaz-Balart no pasaron por dificultades con la inmigración. Ellos son producto de una política generosa que permitió a cientos de miles de cubanos ingresar en Estados Unidos en los años 1960 y 70. En estos días, los hermanos están trayendo al primer plano el hecho de que a millones de personas no se les ha facilitado el permanecer legalmente en EE.UU.
A pesar de todo el trabajo y toda la cobertura, la reforma migratoria es poco probable en el corto plazo y esto puede ser visto como un fracaso del Congreso en su conjunto o de los republicanos en la Cámara, puntualiza el artículo.
Antes que Rafael Díaz-Balart - el patriarca de la familia - se convirtiera en el primer y principal crítico de Fidel Castro, él fue el cuñado de Fidel. Los dos asistieron a la escuela juntos en Cuba y fueron muy amigos por un tiempo, y Castro se casó con la hermana de Rafael, Mirta.
La amistad no duró (ni tampoco el matrimonio). Rafael se convirtió en el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes de Cuba, durante la presidencia de Fulgencio Batista, y se convirtió en uno de los principales críticos de Castro.
En 1955, la Cámara consideró dar amnistía a Fidel Castro y a sus seguidores por su papel en el ataque al cuartel Moncada, pero Rafael se encontraba en el pleno de la Cámara para oponerse a dicha amnistía y declarar que "Fidel Castro no es más que un psicópata".
Los dos hijos mayores de Rafael, Rafa, de 63 -un banquero de inversión que vive en Miami- y Lincoln -que comenzó su propio bufete de abogados y consultoría de negocios después de abandonar el Congreso- nacieron en Cuba durante este tiempo. Hoy en día, trabajan en la misma oficina en la bahía de Miami.
Cuando Rafa tenía 8 años y Lincoln 4, la familia se fue en un viaje que se suponía iba a durar un par de semanas. Pero mientras ellos estaban en España, Castro se hizo cargo de la isla, y la familia nunca tuvo la oportunidad de regresar. Rafael se trasladó con su familia a los Estados Unidos, donde sus dos hijos menores, José y Mario, nacerían.
Los hermanos ven a sí mismos como una familia de inmigrantes. El tema les da la empatía, dicen.
"Algo se tiene que hacer, para no tener ciudadanos de quinta clase en el país que se autodenomina el más democrático, el país más humano en el mundo", dice Rafa.
Lincoln interrumpe y señala. "El país que es el más democrático ", dice. "Recibimos un millón de inmigrantes legales al año. Ningún otro país en el mundo hace eso”.
The Washington Post, publica este lunes un artículo, donde no sólo muestra la cercanía que existe entre los hermanos Diaz-Balart, sino también muestra una de sus grandes pasiones: la reforma migratoria.
“Lincoln tiene el pelo más largo y el rostro más ancho, propio de un venerable estadista, pero se puede decir que son hermanos por sus ojos. Los cuatro hermanos Díaz-Balart, conocidos por algunos como los ‘Kennedy cubanos’, tienen ojos que parecen que están pellizcando los puentes de la nariz”, precisa la publicación.
"Nadie puede negar que nuestro sistema de inmigración está roto ", dice Mario, volviendo a la entrevista con el reportero y explica que ha trabajado tan duro como cualquier otro republicano de la Cámara sobre este tema. "Ignorar esto, es como tratar de tapar el sol con el dedo. Usted puede hacer eso por un segundo, pero nosotros lo hemos estado haciendo por siempre," asegura el congresista.
Lincoln se levanta para ver una fotografía junto a la ventana. Es de 1997, y está con una multitud de nicaragüenses que levantan a Lincoln en el aire para celebrar la aprobación de su proyecto de ley que ayudaba a legalizar a miles de indocumentados centroamericanos que viven en Estados Unidos.
"Este es el momento más emocional e impactante de mi tiempo en el Congreso", dijo Lincoln tocándose el pecho con la mano.
Lincoln, de 59 años, pasó 18 años en el Congreso, ayudando a organizar un grupo bipartidista de legisladores que se reunieron para redactar la legislación. Hoy, Mario, de 52 años, ha asumido un papel de liderazgo en una conferencia republicana que no acaba de encontrar la manera de manejar el tema.
Un tercer hermano, José, tiene la función de documentar todo el asunto. Su trabajo como el presentador principal del canal en español Telemundo le ha permitido hablar sobre el tema en la televisión a millones de espectadores cada semana.
La semana pasada, José, de 53 años, se sentó con el presidente Obama para una entrevista sobre el tema de inmigración.
Como exiliados, nadie puede decir que los Díaz-Balart no pasaron por dificultades con la inmigración. Ellos son producto de una política generosa que permitió a cientos de miles de cubanos ingresar en Estados Unidos en los años 1960 y 70. En estos días, los hermanos están trayendo al primer plano el hecho de que a millones de personas no se les ha facilitado el permanecer legalmente en EE.UU.
A pesar de todo el trabajo y toda la cobertura, la reforma migratoria es poco probable en el corto plazo y esto puede ser visto como un fracaso del Congreso en su conjunto o de los republicanos en la Cámara, puntualiza el artículo.
El patriarca de la familia Diaz-Balart
Antes que Rafael Díaz-Balart - el patriarca de la familia - se convirtiera en el primer y principal crítico de Fidel Castro, él fue el cuñado de Fidel. Los dos asistieron a la escuela juntos en Cuba y fueron muy amigos por un tiempo, y Castro se casó con la hermana de Rafael, Mirta.
La amistad no duró (ni tampoco el matrimonio). Rafael se convirtió en el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes de Cuba, durante la presidencia de Fulgencio Batista, y se convirtió en uno de los principales críticos de Castro.
En 1955, la Cámara consideró dar amnistía a Fidel Castro y a sus seguidores por su papel en el ataque al cuartel Moncada, pero Rafael se encontraba en el pleno de la Cámara para oponerse a dicha amnistía y declarar que "Fidel Castro no es más que un psicópata".
Los dos hijos mayores de Rafael, Rafa, de 63 -un banquero de inversión que vive en Miami- y Lincoln -que comenzó su propio bufete de abogados y consultoría de negocios después de abandonar el Congreso- nacieron en Cuba durante este tiempo. Hoy en día, trabajan en la misma oficina en la bahía de Miami.
Cuando Rafa tenía 8 años y Lincoln 4, la familia se fue en un viaje que se suponía iba a durar un par de semanas. Pero mientras ellos estaban en España, Castro se hizo cargo de la isla, y la familia nunca tuvo la oportunidad de regresar. Rafael se trasladó con su familia a los Estados Unidos, donde sus dos hijos menores, José y Mario, nacerían.
Los hermanos ven a sí mismos como una familia de inmigrantes. El tema les da la empatía, dicen.
"Algo se tiene que hacer, para no tener ciudadanos de quinta clase en el país que se autodenomina el más democrático, el país más humano en el mundo", dice Rafa.
Lincoln interrumpe y señala. "El país que es el más democrático ", dice. "Recibimos un millón de inmigrantes legales al año. Ningún otro país en el mundo hace eso”.