"La ejecución de 11 soldados colombianos antes del amanecer del 15 de abril en el departamento del Cauca por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se está convirtiendo en un momento definitorio para el presidente Juan Manuel Santos", asegura este lunes la periodista Mary Anastasia O'Grady en The Wall Street Journal.
El Presidente colombiano –asegura– ha apostado su mandato a las negociaciones de paz con las FARC, "pero las conversaciones, que ahora se encuentran en su cuarto año, han polarizado un país que solía estar unido contra los rebeldes".
"Con la masacre en el Cauca, la división se ha profundizado y el resentimiento latente del público ha explotado ante lo que algunos ven como la sumisión de su Comandante en Jefe a la guerrilla. Días después de los asesinatos, en una carrera para honrar a los héroes militares caídos en Bogotá, el Presidente enfrentó una ola de abucheos".
La articulista sostiene que el Gobierno había negado rumores de que Santos buscaría poderes especiales vía referendo para negociar y cerrar un acuerdo sin que el Congreso o el público pudieran aprobarlo.
"La semana pasada –dice– el Presidente no se ayudó a sí mismo cuando liberó un barco chino que transportaba un arsenal no declarado y que había sido detenido en Cartagena a principios de marzo. El conocimiento de embarque del Da Dan Xia aseguraba que transportaba granos. Pero, según informes de prensa, las autoridades colombianas encontraron 100 toneladas de pólvora, 2.6 millones de detonadores para balas, 99 'proyectiles' (si tuviera que adivinar, diría que son granadas propulsadas por cohetes) y 3.000 proyectiles de artillería, en otras palabras, las herramientas de la guerra de guerrillas''.
Una vez liberada la embarcación, "el arsenal flotante continuó rumbo hacia Cuba que, según China, había hecho el pedido de las armas", concluye la articulista.