Dos cubanos detenidos en operativo antidroga en Ecuador

  • David Sosa / martinoticias.com

Inspección de una valija

Las autoridades ecuatorianas desarticularon una banda internacional de tráfico de drogas, a la que pertenecían dos cubanos: Abelardo Trelles Campos y Luis Armando Betancourt Solís.
Los pasados 4 y 5 de diciembre, la policía antinarcóticos de Ecuador desarticuló una banda internacional de tráfico de drogas, a la que pertenecían dos cubanos: Abelardo Trelles Campos y Luis Armando Betancourt Solís. La organización delictiva también estaba integrada por el colombiano John Rodríguez Ayala, los ecuatorianos William Fernando Chiriboga Álvarez, Héctor Aníbal Narváez Bravo, Diana Magdalena Álvarez Vásquez, y el policía Jorge Eloy Cedeño Ureta.

El operativo ‘Torbellino’ dejó al descubierto que la banda se dedicaba al envío de estupefacientes hacia EE. UU. y Centroamérica, utilizando a las mulas del narcotráfico o camuflando la droga en maletas con doble fondo. Los narcotraficantes operaban con la ayuda de personas que tenían fácil acceso al aeropuerto Mariscal Sucre, en Quito, y contaban con el apoyo de un miembro policial.

En dicho operativo fueron allanados tres inmuebles donde se guardaba el alcaloide, además de tres carros. También se decomisaron 5.764 gramos de heroína.

En marzo del año pasado, la Unidad de Lucha contra el Crimen Organizado (ULCO) capturó a cinco personas implicadas en una red de narcotráfico, que enviaba droga desde el aeropuerto Mariscal Sucre de la capital, y entre las que estaban dos ciudadanos cubano-canadienses.

En ese momento los implicados fueron detenidos en la habitación de un hotel de Quito, donde la policía incautó 10 paquetes con clorhidrato de cocaína y dinero en efectivo. El alcaloide era sacado del país por el aeropuerto capitalino, en el doble fondo de maletas a las que se les rociaba un químico para que los perros antidroga no percibieran la sustancia.

En 2011 fueron detenidos, además de los dos cubano-canadienses, un holandés y los ecuatorianos Manuel Santillán y Santiago Erazo. Este último trabajaba en la terminal aérea como expendedor de combustible para las aerolíneas y era quien daba las facilidades para que las maletas con droga ingresaran al aeropuerto, para posteriormente ser embarcadas en los aviones.

Los cubano-canadienses habían alquilado un departamento por un mes y admitieron que anteriormente habían realizado varios envíos.