Como cada jornada, Magdiel Requejo llegó temprano a su centro de trabajo sin sospechar que sería su último día en la empresa constructora que le concedió un puesto como chofer hace 4 meses. El patrón lo esperaba con cara de pocos amigos.
Lee también Reynosa aún no responde a ofrecimiento de ayuda de médicos cubanos“Me dijo que cuando terminara, bajara mis pertenencias de la camioneta y aparcara que el trabajo había terminado hasta nuevo aviso”, relató el joven de Artemisa que lleva 9 meses en Reynosa, estado de Tamaulipas, México.
La pandemia que ha ocasionado el coronavirus ha hecho que muchos negocios en la localidad fronteriza hayan suspendido sus operaciones y los cubanos empiezan a sentir los estragos.
“Yo despachaba los materiales de construcción, pero sucede que las ferreteras, las plantas de asfalto y cementos están cerradas. Se terminó el trabajo”, dijo Magdiel que salió de Cuba rumbo a Nicaragua y de ahí en travesía irregular hasta Reynosa con su esposa y su hija de 4 años.
Vivía en un cuarto, con baño interior y una cocina que fabricó en el patio por 1,600 pesos mexicanos al mes, el equivalente a unos 67 dólares estadounidenses. De ahí tuvo que salir, y gracias a la solidaridad de los amigos no vive hoy en la calle.
“Yo ganaba 2,000 pesos mexicanos (84 dólares estadounidenses) y tuve que abandonar la vivienda porque no tenía para pagar el arriendo. Gracias a amigos cubanos, al menos por ahora, tenemos techo y comida. Aquí viven ocho personas”, dijo.
Magdiel y familia han comparecido en dos ocasiones ante las autoridades migratorias de EEUU, que no les concedieron el miedo creíble, papeleta indispensable para que el migrante comparezca ante un magistrado y demuestre que ha sido perseguido, o que si es devuelto a su país será perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, por ser miembro de grupo social particular u por opinión política.
Lee también EEUU despliega plan de detección en sus fronteras para contener el coronavirusSu próxima y última vista será el 1 de mayo.
Otros cubanos también corren igual suerte en una ciudad que los hace vulnerables, entre la incertidumbre y el desespero.
Anna Mary Villacencio llegó sola y decidida a Reynosa. No tiene un referente de confianza, aunque mantiene la esperanza de alcanzar un futuro mejor.
“Muchas somos mujeres solas, personas que no tenemos quien nos ayude. Ni las autoridades mexicanas, ni las estadounienses, se hacen responsables de nosotros”, indicó la joven.
Carmen Pastora, otra migrante cubana, está a punto de perder una habitación en uno de los pequeños hoteles de la ciudad. Los recursos se agotan, pidió auxilio.
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“Estamos sin trabajo, sin comida, nos van a sacar del hotel. No sabemos para donde coger, ni somos de EEUU, tampoco de México. Necesitamos ayuda”, suplicó.
Una encuesta nacional de Seguridad Pública Urbana realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2019, colocó a Reynosa con el mayor porcentaje de personas adultas que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro.
Lee también México valora contratar a cubanos para combatir la pandemia“De nosotros se ha olvidado todo el mundo. Aquí hay mucho tiroteo, hay mucho miedo”, dijo Manuel Osorio, que aprovechó para lanzar una sugerencia.
“Podemos esperar nuestra cita ante los jueces con nuestros familiares en EEUU, por razones humanitarias deben sacarnos de aquí”, opinó.
Buscar trabajo en Reynosa es una tarea complicada bajo condiciones adversas. Los pocos negocios que operan no contratan a los migrantes que, usualmente, ocupan las plazas en la industria maquiladora.
“Tenemos autorización para trabajar, pero no nos dan trabajo. Yo he ido a las maquiladoras y nada, te rechazan”, dijo Yoandrys Bolaños, director del Canal del Exilio Cubano en Reynosa.
“Si las autoridades te piden que como medida preventiva no salgas a la calle, no puedes encontrar trabajo, no puedes sobrevivir”, concluyó.