La cubana Yuneysi Fernández Pineda lleva casi tres meses impartiendo clases a niños migrantes en la ciudad de Tapachula, parada casi obligatoria para las miles de personas que atraviesan Centroamérica cada día con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
“Lo único que hay que tener es paciencia y entender a los niños migrantes porque ellos tienen sus propias dificultades”, comentó a Diario del Sur.
La joven, que trabajaba como profesora en secundarias y preuniversitarios en la isla donde el défict de doncente es cada vez más alto, está valorando quedarse en Tapachula si logra obtener un estatus legal en México.
Fernández Pineda es una de las migrantes que se ha incorporado al proyecto "La Escuelita", del Programa de Emergencia Social de la Secretaría de Bienestar.
En el proyecto está implicado el Programa Escuelas de Calidad (PEC), que contrata a personas con experiencia en la docencia en sus países de origen.
Actualmente, La Escuelita tiene un promedio de 400 niños y niñas provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Haití, que reciben clases de manera gratuita, a nivel preescolar, primaria y secundaria. En julio pasado celebraron la primera graduación.
Más de 80 mil migrantes han pasado por Tapachula en lo que va de año, según cifras oficiales. De ellos, unos 31.595 han solicitado asilo en esa ciudad.
Desde el pasado viernes los migrantes que se encuentren en estados del sur como Chiapas y Tabasco no necesitan trasladarse a otras áreas del país para pedir la cita de CBP One, que les permite solicitar asilo en la frontera de Estados Unidos.
"Mientras están atrapadas en Tapachula, las personas solicitantes de asilo luchan por sobrevivir", enfrentándose "a escasas oportunidades de empleo, obstáculos en el acceso a servicios de salud y escasez de viviendas asequibles", recoge un estudio de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
La ciudad se ha convertido desde hace años en una especie de embudo de la migración irregular.