Aun en medio de las carencias y dificultades, muchas familias se esfuerzan y priorizan la construcción y reparación de sus viviendas. Una señal de que los cubanos solo necesitamos contar con recursos para poner en práctica nuestros deseos de progresar.
En los últimos meses se han venido poniendo en práctica, cambios ambiguamente anunciados y ahora concretamente implantados como nuevas leyes. Entre ellos, mayor apertura para el trabajo por cuenta propia, la liberación de la compra venta de autos usados, de viviendas, de productos del campo a hoteles y centros turísticos o la concesión de préstamos bancarios a particulares.
Teniendo en cuenta que los impuestos a cuentapropistas son desestimulantes y las condiciones reales no están creadas; que todavía los autos que se pueden comercializar libremente son usados; que nadie puede construir viviendas para vender (todavía no puede haber empresas constructoras privadas o inmobiliarias); que los campesinos cuando le venden a hoteles y centros turísticos continúan haciendo negocios solo con el Estado, que solo los campesinos son los que tienen esta posibilidad y no artesanos o carpinteros o dueños de restaurantes y que los préstamos bancarios exigen condiciones que no son fáciles de reunir para los cubanos; no podemos considerar que estos sean los cambios que necesita la economía cubana. Estos cambios continúan siendo superficiales y nada esencial cambiará en la vida de la mayoría de los cubanos únicamente con el efecto de estos cambios.
Pero no se puede dejar de reconocer que los cambios, esta vez son más importantes que otras veces. Por una parte, con estos cambios, hay ciertas aperturas que permiten a los cubanos salir de la inercia del inmovilismo y renovar esperanzas. Por otro lado, disminuye el paternalismo de Estado y esto contribuye a que la mentalidad de los cubanos transite del “esperar a que el Estado me dé” al “menos mal que el Estado me deja buscármelo”. Si los cubanos aprovechamos estos cambios para aumentar nuestra cuota de libertad, los cambios importantes pueden convertirse en los cambios esenciales.
Aunque en poca medida, los cambios de los últimos meses, parecían un camino hacia la liberación económica. Eliminar gratuidades y subsidios es una intención bastante manifiesta del gobierno cubano. Principalmente porque constituyen una carga insostenible para la economía.
Ahora, subsidios
Toda economía necesita de una dimensión social que incluya dentro de su dinámica a aquellas personas que no pueden acceder por sus propios medios. Esta dimensión debe estar incluida en el modelo económico, de modo que su propio mecanismo de funcionamiento, conduzca a estas personas a una situación de solvencia que dé lugar a cada vez menos carga para el Estado.
No obstante, mientras el sistema económico va incluyendo cada vez a más personas, los subsidios, constituyen una herramienta que puede determinar en muchos casos, la justicia en la distribución de la renta. Lo que a veces parece caridad por parte del gobierno, no es más que justicia.
Ha sido anunciado en la prensa (Granma, 5 de enero de 2012), que el gobierno cubano considerará la posibilidad de otorgar subsidios a personas que lo necesiten y puedan demostrar su falta de solvencia económica para construir o reparar su vivienda. Se informa además que el monto del subsidio no excederá los 80 000 pesos, para financiar materiales y fuerza de trabajo para construir una vivienda de 25 metros cuadrados incluyendo servicio sanitario y cocina. La solicitud se realiza a la Dirección Municipal de Vivienda y es aprobada o no por el Consejo de Administración Municipal.
Suponiendo que no cuestionemos lo insuficiente que resulta una vivienda de 25 metros cuadrados para una familia, ni que para construirla baste con 80 000 pesos (3200 cuc), este anuncio obliga a respondernos ciertas interrogantes:
¿Quiénes pueden demostrar falta de solvencia económica para construir su vivienda? O mejor, ¿a quiénes puede demostrarle el Estado que sí poseen posibilidades económicas y por tanto, no necesitan el subsidio? ¿Quiénes pueden demostradamente, reunir 80 000 pesos (monto máximo del subsidio) y dedicarlos a la construcción de su vivienda?
Primero están los casos sociales que no pueden cuestionarse: personas con discapacidad o problemas de salud que no tienen familia que las respalden económicamente; familias cuyas viviendas han sido afectadas por ciclones u otros fenómenos desde hace años y solo reciben un salario; viudas o madres solteras que no poseen entradas fuera de su salario o de la asistencia social. De estos casos hay muchos que no necesitan ni presentar evidencias.
Pero también les sería fácil demostrar falta de solvencia económica para construir una vivienda, a aquellos para los que no es tan evidente:
Quienes viven de un salario (el salario medio se estima en $448,00 lo que equivale a 17,92 CUC) y deben mantener con él a su familia. Si dedicara la mitad de su salario a la construcción de su vivienda, demoraría aproximadamente 357 meses (casi 30 años) para reunir $80000,00 que es el monto máximo del subsidio.
Quienes reciban un salario por encima del salario medio y puedan dedicarlo íntegramente a la construcción o reparación de su vivienda. Por ejemplo: una persona que gane $600,00 mensuales, demoraría 133 meses (casi 11 años) en reunir los $80000,00 que cubre el subsidio. También puede necesitar ayuda. Incluso sería difícil para el Estado demostrar la solvencia de algunos que evidentemente la poseen:
Quienes cuenten con los recursos suficientes, producto del recibo de remesas familiares sistemáticas pero por vías no oficiales. Una buena parte de las remesas se reciben en Cuba a través de amistades o familiares que visitan el país sin que conste en ningún lugar la cantidad recibida. ¿Cómo puede el Estado demostrar que alguien no necesita subsidio porque tiene familia en el extranjero que le envía remesas?
Quienes cuenten con los recursos suficientes provenientes de negocios ilegales por cuenta propia. Demostrar que estas personas no necesitan subsidio significaría el reconocimiento tácito de la permisividad consciente hacia los negocios ilegales. Nadie puede determinar cuánto ingresa un vendedor de divisa por cuenta propia o un “jinetero”. Si no recibe dinero por otras vías le será muy fácil exigir un subsidio por falta de solvencia económica.
La cantidad de personas en Cuba que necesita subsidio para construir su vivienda es incalculable. La justicia en la distribución que pudiera tenerse como intención al otorgar estos subsidios puede verse afectada porque los subsidios no lleguen a todo el que lo necesita.
Otra pregunta importante:
¿Resultará suficiente el fondo, producto de la venta de materiales de construcción, para financiar el subsidio?
Para que esto suceda, la cantidad de personas dispuesta a gastar una cantidad importante en la construcción o reparación de su vivienda y con posibilidades de ello, debe ser suficiente. Los precios que tienen los materiales de construcción son bastante altos como para generar fondos. Se necesitará que muchas personas puedan pagarlos. Tal como está el precio de la vida actualmente, cada vez son menos los recursos que cada familia puede ahorrar para destinarlos a inversiones más grandes. Esto puede constituir un freno a la generación de los fondos para el subsidio.
No obstante, es innegable que existen cubanos que poseen recursos suficientes para hacerse cargo del financiamiento de su vivienda. Principalmente internacionalistas o colaboradores, artistas independientes, receptores de remesas y trabajadores por cuenta propia con negocios estabilizados que generan ganancias significativas. También aquellos que a pesar de poder demostrar que necesitan subsidio, se afanan por no hacerlo y prefieren encontrar sus propios medios y vías para generar ingresos o destinan los que obtienen a este fin, sacrificando la alimentación y el vestido.
¿Es esta medida una vuelta atrás en la cerradura que abre la puerta de la economía cubana? ¿Más paternalismo?
Después de una serie de medidas que parecían conducirnos hacia ciertas libertades económicas, los subsidios pueden significar una vuelta atrás. Si bien un subsidio puede ser necesario en algún momento, es un mecanismo económico que genera dependencia en la misma medida de su tamaño. Lo que antes era una carga excesiva para la economía cubana no dejará de serlo y además aumentará el nivel de dependencia del Estado de las familias cubanas.
Algunas familias, sin dudas, se beneficiarán, de esta medida protectora, pero si el otorgamiento de subsidios genera más burocratismo, más corrupción, más carga para el Estado y no contribuye a solucionar el problema de la vivienda en Cuba, no valdrá la pena haber recurrido a este mecanismo.
Más que subsidios, queremos ganar dinero por nuestro trabajo
¿Por qué no recurrir a otro mecanismo más sostenible que los subsidios?
Antes de identificar los que verdaderamente necesitan subsidios en Cuba, pueden aplicarse otras leyes que liberen la iniciativa y el espíritu emprendedor del cubano. Cuando cualquier cubano pueda trabajar y ganarse con su trabajo el sustento suyo y de los que dependan de él, será más fácil determinar quién necesita subsidio; porque indiscutiblemente serán menos.
Mejor que subsidios, queremos ganar dinero, gracias a nuestro trabajo, y construir nuestras viviendas con recursos propios. O comprarla construida como en cualquier lugar del mundo. Al liberar la venta de materiales de construcción, muchos volcaron los recursos que tenían y los dedicaron a la construcción de sus viviendas. Aun en medio de las carencias y dificultades, muchas familias se esfuerzan y priorizan la construcción y reparación de sus viviendas. Una señal de que los cubanos solo necesitamos contar con recursos para poner en práctica nuestros deseos de progresar.
Es mucho más sostenible abrir a la iniciativa privada a la pequeña y mediana empresa que permita a los cubanos obtener los fondos necesarios para agenciarse su vida, comenzando por la construcción de una vivienda digna.
Ojalá que muchos cubanos encaucemos los esfuerzos en la generación de fondos y no en la demostración de que necesitamos subsidios. Esforcémonos en hacer consciente que no es justo que personas que pueden trabajar, necesiten subsidio y sean una carga pública.
Se necesitan subsidios porque faltan oportunidades para trabajar y obtener ingresos suficientes. Faltan oportunidades porque no se elimina en Cuba el bloqueo a la iniciativa privada. No se elimina el bloqueo a la iniciativa privada porque… ¿Por qué?
Teniendo en cuenta que los impuestos a cuentapropistas son desestimulantes y las condiciones reales no están creadas; que todavía los autos que se pueden comercializar libremente son usados; que nadie puede construir viviendas para vender (todavía no puede haber empresas constructoras privadas o inmobiliarias); que los campesinos cuando le venden a hoteles y centros turísticos continúan haciendo negocios solo con el Estado, que solo los campesinos son los que tienen esta posibilidad y no artesanos o carpinteros o dueños de restaurantes y que los préstamos bancarios exigen condiciones que no son fáciles de reunir para los cubanos; no podemos considerar que estos sean los cambios que necesita la economía cubana. Estos cambios continúan siendo superficiales y nada esencial cambiará en la vida de la mayoría de los cubanos únicamente con el efecto de estos cambios.
Pero no se puede dejar de reconocer que los cambios, esta vez son más importantes que otras veces. Por una parte, con estos cambios, hay ciertas aperturas que permiten a los cubanos salir de la inercia del inmovilismo y renovar esperanzas. Por otro lado, disminuye el paternalismo de Estado y esto contribuye a que la mentalidad de los cubanos transite del “esperar a que el Estado me dé” al “menos mal que el Estado me deja buscármelo”. Si los cubanos aprovechamos estos cambios para aumentar nuestra cuota de libertad, los cambios importantes pueden convertirse en los cambios esenciales.
Aunque en poca medida, los cambios de los últimos meses, parecían un camino hacia la liberación económica. Eliminar gratuidades y subsidios es una intención bastante manifiesta del gobierno cubano. Principalmente porque constituyen una carga insostenible para la economía.
Ahora, subsidios
Toda economía necesita de una dimensión social que incluya dentro de su dinámica a aquellas personas que no pueden acceder por sus propios medios. Esta dimensión debe estar incluida en el modelo económico, de modo que su propio mecanismo de funcionamiento, conduzca a estas personas a una situación de solvencia que dé lugar a cada vez menos carga para el Estado.
No obstante, mientras el sistema económico va incluyendo cada vez a más personas, los subsidios, constituyen una herramienta que puede determinar en muchos casos, la justicia en la distribución de la renta. Lo que a veces parece caridad por parte del gobierno, no es más que justicia.
Ha sido anunciado en la prensa (Granma, 5 de enero de 2012), que el gobierno cubano considerará la posibilidad de otorgar subsidios a personas que lo necesiten y puedan demostrar su falta de solvencia económica para construir o reparar su vivienda. Se informa además que el monto del subsidio no excederá los 80 000 pesos, para financiar materiales y fuerza de trabajo para construir una vivienda de 25 metros cuadrados incluyendo servicio sanitario y cocina. La solicitud se realiza a la Dirección Municipal de Vivienda y es aprobada o no por el Consejo de Administración Municipal.
Suponiendo que no cuestionemos lo insuficiente que resulta una vivienda de 25 metros cuadrados para una familia, ni que para construirla baste con 80 000 pesos (3200 cuc), este anuncio obliga a respondernos ciertas interrogantes:
¿Quiénes pueden demostrar falta de solvencia económica para construir su vivienda? O mejor, ¿a quiénes puede demostrarle el Estado que sí poseen posibilidades económicas y por tanto, no necesitan el subsidio? ¿Quiénes pueden demostradamente, reunir 80 000 pesos (monto máximo del subsidio) y dedicarlos a la construcción de su vivienda?
Primero están los casos sociales que no pueden cuestionarse: personas con discapacidad o problemas de salud que no tienen familia que las respalden económicamente; familias cuyas viviendas han sido afectadas por ciclones u otros fenómenos desde hace años y solo reciben un salario; viudas o madres solteras que no poseen entradas fuera de su salario o de la asistencia social. De estos casos hay muchos que no necesitan ni presentar evidencias.
Pero también les sería fácil demostrar falta de solvencia económica para construir una vivienda, a aquellos para los que no es tan evidente:
Quienes viven de un salario (el salario medio se estima en $448,00 lo que equivale a 17,92 CUC) y deben mantener con él a su familia. Si dedicara la mitad de su salario a la construcción de su vivienda, demoraría aproximadamente 357 meses (casi 30 años) para reunir $80000,00 que es el monto máximo del subsidio.
Quienes reciban un salario por encima del salario medio y puedan dedicarlo íntegramente a la construcción o reparación de su vivienda. Por ejemplo: una persona que gane $600,00 mensuales, demoraría 133 meses (casi 11 años) en reunir los $80000,00 que cubre el subsidio. También puede necesitar ayuda. Incluso sería difícil para el Estado demostrar la solvencia de algunos que evidentemente la poseen:
Quienes cuenten con los recursos suficientes, producto del recibo de remesas familiares sistemáticas pero por vías no oficiales. Una buena parte de las remesas se reciben en Cuba a través de amistades o familiares que visitan el país sin que conste en ningún lugar la cantidad recibida. ¿Cómo puede el Estado demostrar que alguien no necesita subsidio porque tiene familia en el extranjero que le envía remesas?
Quienes cuenten con los recursos suficientes provenientes de negocios ilegales por cuenta propia. Demostrar que estas personas no necesitan subsidio significaría el reconocimiento tácito de la permisividad consciente hacia los negocios ilegales. Nadie puede determinar cuánto ingresa un vendedor de divisa por cuenta propia o un “jinetero”. Si no recibe dinero por otras vías le será muy fácil exigir un subsidio por falta de solvencia económica.
La cantidad de personas en Cuba que necesita subsidio para construir su vivienda es incalculable. La justicia en la distribución que pudiera tenerse como intención al otorgar estos subsidios puede verse afectada porque los subsidios no lleguen a todo el que lo necesita.
Otra pregunta importante:
¿Resultará suficiente el fondo, producto de la venta de materiales de construcción, para financiar el subsidio?
Para que esto suceda, la cantidad de personas dispuesta a gastar una cantidad importante en la construcción o reparación de su vivienda y con posibilidades de ello, debe ser suficiente. Los precios que tienen los materiales de construcción son bastante altos como para generar fondos. Se necesitará que muchas personas puedan pagarlos. Tal como está el precio de la vida actualmente, cada vez son menos los recursos que cada familia puede ahorrar para destinarlos a inversiones más grandes. Esto puede constituir un freno a la generación de los fondos para el subsidio.
No obstante, es innegable que existen cubanos que poseen recursos suficientes para hacerse cargo del financiamiento de su vivienda. Principalmente internacionalistas o colaboradores, artistas independientes, receptores de remesas y trabajadores por cuenta propia con negocios estabilizados que generan ganancias significativas. También aquellos que a pesar de poder demostrar que necesitan subsidio, se afanan por no hacerlo y prefieren encontrar sus propios medios y vías para generar ingresos o destinan los que obtienen a este fin, sacrificando la alimentación y el vestido.
¿Es esta medida una vuelta atrás en la cerradura que abre la puerta de la economía cubana? ¿Más paternalismo?
Después de una serie de medidas que parecían conducirnos hacia ciertas libertades económicas, los subsidios pueden significar una vuelta atrás. Si bien un subsidio puede ser necesario en algún momento, es un mecanismo económico que genera dependencia en la misma medida de su tamaño. Lo que antes era una carga excesiva para la economía cubana no dejará de serlo y además aumentará el nivel de dependencia del Estado de las familias cubanas.
Algunas familias, sin dudas, se beneficiarán, de esta medida protectora, pero si el otorgamiento de subsidios genera más burocratismo, más corrupción, más carga para el Estado y no contribuye a solucionar el problema de la vivienda en Cuba, no valdrá la pena haber recurrido a este mecanismo.
Más que subsidios, queremos ganar dinero por nuestro trabajo
¿Por qué no recurrir a otro mecanismo más sostenible que los subsidios?
Antes de identificar los que verdaderamente necesitan subsidios en Cuba, pueden aplicarse otras leyes que liberen la iniciativa y el espíritu emprendedor del cubano. Cuando cualquier cubano pueda trabajar y ganarse con su trabajo el sustento suyo y de los que dependan de él, será más fácil determinar quién necesita subsidio; porque indiscutiblemente serán menos.
Mejor que subsidios, queremos ganar dinero, gracias a nuestro trabajo, y construir nuestras viviendas con recursos propios. O comprarla construida como en cualquier lugar del mundo. Al liberar la venta de materiales de construcción, muchos volcaron los recursos que tenían y los dedicaron a la construcción de sus viviendas. Aun en medio de las carencias y dificultades, muchas familias se esfuerzan y priorizan la construcción y reparación de sus viviendas. Una señal de que los cubanos solo necesitamos contar con recursos para poner en práctica nuestros deseos de progresar.
Es mucho más sostenible abrir a la iniciativa privada a la pequeña y mediana empresa que permita a los cubanos obtener los fondos necesarios para agenciarse su vida, comenzando por la construcción de una vivienda digna.
Ojalá que muchos cubanos encaucemos los esfuerzos en la generación de fondos y no en la demostración de que necesitamos subsidios. Esforcémonos en hacer consciente que no es justo que personas que pueden trabajar, necesiten subsidio y sean una carga pública.
Se necesitan subsidios porque faltan oportunidades para trabajar y obtener ingresos suficientes. Faltan oportunidades porque no se elimina en Cuba el bloqueo a la iniciativa privada. No se elimina el bloqueo a la iniciativa privada porque… ¿Por qué?