El dinero no es la única razón por la que se van de Cuba, también lo hacen porque sienten que viven en un país que no es de ellos, dice el periodista Fernando Ravsberg de la BBC.
“Cada año decenas de miles de jóvenes abandonan el país por diferentes vías y muchos de ellos son científicos, médicos, deportistas, ingenieros o arquitectos, todos formados por Cuba”, dice este jueves un artículo del periodista Fernando Ravsberg publicado por la BBC.
Buscándole respuestas al porqué tantos jóvenes profesionales se van de la isla, Ravsberg precisa que “la mayoría provienen de la vocacional V.I.Lenin, una de las escuelas donde supuestamente estudian los mejores talentos del país”.
Y no sólo se trata de prospectos académicos, --dice-- también se considera que los jóvenes de ese centro son especialmente fieles a la ideología de la revolución. Se esperaba que allí se formaran los hombres y mujeres que dirigirían Cuba en el futuro.
De acuerdo con el periodista, los jóvenes profesionales “se van porque son los que menos ganan, los que deben vivir de un salario de U$D 17 mensuales y no tienen la posibilidad de hacer trabajos extras, de montarse un negocio por su cuenta o llevarse algo del centro del trabajo para revender después”.
Pero el dinero no es la única razón, aclara, “algunos emigran porque perciben que viven en un país que no es el de ellos, se sienten habitando una casa ajena”.
Ravsberg indica que se cansa tanto “el gay esperando años a que el parlamento se decida a aprobar sus derechos”, como el “el joven científico que hace un doctorado en el extranjero y las leyes sólo le permiten llevar a su mujer e hija si salen de forma definitiva”.
Para el periodista hay reglas en la sociedad cubana que mortifican, “cosas tan elementales –dice-- como que los estudiantes de medicina deben cortarse el pelo al largo que estimen las autoridades universitarias por supuestas "razones de higiene" que, sin embargo, no se aplican cuando el estudiante es una mujer o un extranjero”.
Además está, señala, el hecho de que “los jóvenes quieren ganar salarios que les permitan divertirse, vestirse bonito y pensar en formar una familia independiente pero aspiran también a construir una nación en la que no todo esté escrito y en la que su opinión cuente”.
Tras apuntar que a los jóvenes les molesta que se les tache de inmaduros e ingenuos, como si toda la sabiduría de Cuba estuviera en manos de las personas mayores, el periodista cuestiona que no se les dé poder de decisión sobre sus propias vidas y participación activa “en el diseño de una nación que, al fin y al cabo, terminará irremediablemente en sus manos”.
Buscándole respuestas al porqué tantos jóvenes profesionales se van de la isla, Ravsberg precisa que “la mayoría provienen de la vocacional V.I.Lenin, una de las escuelas donde supuestamente estudian los mejores talentos del país”.
Y no sólo se trata de prospectos académicos, --dice-- también se considera que los jóvenes de ese centro son especialmente fieles a la ideología de la revolución. Se esperaba que allí se formaran los hombres y mujeres que dirigirían Cuba en el futuro.
De acuerdo con el periodista, los jóvenes profesionales “se van porque son los que menos ganan, los que deben vivir de un salario de U$D 17 mensuales y no tienen la posibilidad de hacer trabajos extras, de montarse un negocio por su cuenta o llevarse algo del centro del trabajo para revender después”.
Pero el dinero no es la única razón, aclara, “algunos emigran porque perciben que viven en un país que no es el de ellos, se sienten habitando una casa ajena”.
Ravsberg indica que se cansa tanto “el gay esperando años a que el parlamento se decida a aprobar sus derechos”, como el “el joven científico que hace un doctorado en el extranjero y las leyes sólo le permiten llevar a su mujer e hija si salen de forma definitiva”.
Para el periodista hay reglas en la sociedad cubana que mortifican, “cosas tan elementales –dice-- como que los estudiantes de medicina deben cortarse el pelo al largo que estimen las autoridades universitarias por supuestas "razones de higiene" que, sin embargo, no se aplican cuando el estudiante es una mujer o un extranjero”.
Además está, señala, el hecho de que “los jóvenes quieren ganar salarios que les permitan divertirse, vestirse bonito y pensar en formar una familia independiente pero aspiran también a construir una nación en la que no todo esté escrito y en la que su opinión cuente”.
Tras apuntar que a los jóvenes les molesta que se les tache de inmaduros e ingenuos, como si toda la sabiduría de Cuba estuviera en manos de las personas mayores, el periodista cuestiona que no se les dé poder de decisión sobre sus propias vidas y participación activa “en el diseño de una nación que, al fin y al cabo, terminará irremediablemente en sus manos”.