El periodista de la BBC Fernando Ravsberg comenta en un artículo que el hecho de “hurgar” en el pasado en la isla puede convertir en sospechoso a cualquiera.
El hecho de que "hurgar" en el pasado lo convierta a uno en sospechoso explica por qué muchos cubanos apenas conocen algunos acontecimientos de su pasado nacional, afirma en un artículo el periodista Fernando Ravsberg, de la BBC.
Ravsberg alude en su artículo titulado “Recuperando la memoria” a una reciente entrevista con el escritor cubano Leonardo Padura en la que éste señaló a Hugo Chinea como el funcionario del Partido que lo amenazaba "cada vez que se escribía un artículo que por asomo pudiera ser asumido como una crítica" en la revista Caimán Barbudo.
“No es la primera vez que los intelectuales se levantan contra quienes los persiguieron por creyentes, críticos, homosexuales o simplemente por raros”, dice.
Luego recuerda que hace unos años los intelectuales “protestaron en masa cuando la TV homenajeó a algunos de los censores como si se tratara de promotores culturales”, con lo que a su juicio quedó demostrado que “ya no es tan fácil reescribir la historia ni silenciar el pasado”.
Según el periodista, “algunos creen que analizar las fallas del pasado puede ser un acto contrarrevolucionario, pero lo cierto es que si los cubanos conocieran el nefasto resultado de la censura a los intelectuales tal vez no aplicarían el mismo procedimiento a los periodistas”.
Tras apuntar que se imagina la confusión de los jóvenes si se les ocurre contrastar la historia “que está en los libros” con las transformaciones que se desarrollan hoy en el país, afirma que será una tarea ardua convencerlos de la necesidad de cambios sin reconocer que hubo errores.
“Cuba tiene la academia, los historiadores, los archivos y hasta las fuentes vivas pero el peso de los secretos la paralizan”, concluye.
Ravsberg alude en su artículo titulado “Recuperando la memoria” a una reciente entrevista con el escritor cubano Leonardo Padura en la que éste señaló a Hugo Chinea como el funcionario del Partido que lo amenazaba "cada vez que se escribía un artículo que por asomo pudiera ser asumido como una crítica" en la revista Caimán Barbudo.
“No es la primera vez que los intelectuales se levantan contra quienes los persiguieron por creyentes, críticos, homosexuales o simplemente por raros”, dice.
Luego recuerda que hace unos años los intelectuales “protestaron en masa cuando la TV homenajeó a algunos de los censores como si se tratara de promotores culturales”, con lo que a su juicio quedó demostrado que “ya no es tan fácil reescribir la historia ni silenciar el pasado”.
Según el periodista, “algunos creen que analizar las fallas del pasado puede ser un acto contrarrevolucionario, pero lo cierto es que si los cubanos conocieran el nefasto resultado de la censura a los intelectuales tal vez no aplicarían el mismo procedimiento a los periodistas”.
Tras apuntar que se imagina la confusión de los jóvenes si se les ocurre contrastar la historia “que está en los libros” con las transformaciones que se desarrollan hoy en el país, afirma que será una tarea ardua convencerlos de la necesidad de cambios sin reconocer que hubo errores.
“Cuba tiene la academia, los historiadores, los archivos y hasta las fuentes vivas pero el peso de los secretos la paralizan”, concluye.