Sarkis Yacoubian está encarcelado en la isla y junto a otro canadiense se le acusa de corrupción. El caso complica las hasta ahora excelentes relaciones comerciales entre Ottawa y La Habana.
Un empresario canadiense caído en desgracia en Cuba bajo acusaciones de corrupción hizo revelaciones exclusivas al Toronto Star sobre su caso y el de otro hombre de negocios de su país, ambos atrapados según el periódico en una confrontación entre Ottawa y La Habana.
Sarkis Yacoubian, de 53 años, dijo al diario desde la cárcel La Condesa, reservada para extranjeros y altos funcionarios del gobierno y el partido comunista procesados por delitos contra el Estado, que “estaba tan deprimido a veces, que quería suicidarse”.
Una investigación conjunta del Star y el periódico El Nuevo Herald concluye que en un país plagado por la corrupción, la situación de los dos empresarios “pone en peligro millones en fondos de los contribuyentes canadienses que respaldan gran parte del comercio con la isla”.
El amplio reportaje precisa que Yacoubian, dueño de una empresa de importaciones en La Habana, fue arrestado en julio de 2011 y durante casi dos años estuvo detenido sin cargos hasta que el mes pasado se le acusó de cohecho, evasión de impuestos y “actividades dañinas para la economía”.
El canadiense reveló que fue detenido como sospechoso y después se convirtió en informante, y luego de haber hablado sobre irregularidades en los negocios con Canadá y otros países ahora enfrenta 12 años de cárcel en un juicio que comienza el jueves de la semana entrante.
Sus confesiones fueron filmadas por el gobierno y exhibidas sólo a altos funcionarios del Estado y del Partido en un video titulado “Metástasis”, que aborda el tema de la corrupción y los sobornos, que se propagan como un cáncer en Cuba.
Según Yacoubian, él fue la “cabeza de turco”, y en consecuencia “ellos (las autoridades cubanas) quieren dar un ejemplo al resto de los empresarios. Ellos quieren aterrorizarlos”, indicó.
El diario informó que el empresario les dijo a sus interrogadores que él no tenía más remedio que dar dinero a los burócratas o funcionarios (cubanos) para asegurarse contratos y poder cumplirlos tras ganar una licitación. “Si no pagaba, ellos acababan creándome problemas”, subrayó.
El otro canadiense detenido es Cy Tokmakjian, de 73 años, propietario de la firma Tokmakjian Group, detenido en septiembre de 2011 y todavía en prisión sin que hayan sido presentados cargos en su contra.
Ambos empresarios, precisa el periódico, dirigían firmas comerciales multimillonarias “que vendían equipos pesados, vehículos y suministros a compañías estatales cubanas de las industrias del transporte, la construcción, el níquel y otras”.
De acuerdo con la investigación periodística, lo que complica las cosas es que podrían estar en juego millones de dólares que son financiados por una corporación intermediaria que asegura contratos entre el gobierno de la isla y “selectas firmas canadienses”, la Canadian Commercial Corporation (CCC).
Los dos últimos años, añade, esta corporación firmó 38 contratos en Cuba por un monto de $68,4 millones, y gran parte de ese respaldo financiero fue destinado a apoyar acuerdos hechos con el grupo Tokmakjian.
Las operaciones de este grupo, señala, son consideradas como las segundas en tamaño realizadas por canadienses en la isla después de las de la gigantesca empresa del níquel Sherritt, “con al menos $80 millones en ventas anuales”.
Sarkis Yacoubian, de 53 años, dijo al diario desde la cárcel La Condesa, reservada para extranjeros y altos funcionarios del gobierno y el partido comunista procesados por delitos contra el Estado, que “estaba tan deprimido a veces, que quería suicidarse”.
Una investigación conjunta del Star y el periódico El Nuevo Herald concluye que en un país plagado por la corrupción, la situación de los dos empresarios “pone en peligro millones en fondos de los contribuyentes canadienses que respaldan gran parte del comercio con la isla”.
El amplio reportaje precisa que Yacoubian, dueño de una empresa de importaciones en La Habana, fue arrestado en julio de 2011 y durante casi dos años estuvo detenido sin cargos hasta que el mes pasado se le acusó de cohecho, evasión de impuestos y “actividades dañinas para la economía”.
El canadiense reveló que fue detenido como sospechoso y después se convirtió en informante, y luego de haber hablado sobre irregularidades en los negocios con Canadá y otros países ahora enfrenta 12 años de cárcel en un juicio que comienza el jueves de la semana entrante.
Sus confesiones fueron filmadas por el gobierno y exhibidas sólo a altos funcionarios del Estado y del Partido en un video titulado “Metástasis”, que aborda el tema de la corrupción y los sobornos, que se propagan como un cáncer en Cuba.
Según Yacoubian, él fue la “cabeza de turco”, y en consecuencia “ellos (las autoridades cubanas) quieren dar un ejemplo al resto de los empresarios. Ellos quieren aterrorizarlos”, indicó.
El diario informó que el empresario les dijo a sus interrogadores que él no tenía más remedio que dar dinero a los burócratas o funcionarios (cubanos) para asegurarse contratos y poder cumplirlos tras ganar una licitación. “Si no pagaba, ellos acababan creándome problemas”, subrayó.
El otro canadiense detenido es Cy Tokmakjian, de 73 años, propietario de la firma Tokmakjian Group, detenido en septiembre de 2011 y todavía en prisión sin que hayan sido presentados cargos en su contra.
Ambos empresarios, precisa el periódico, dirigían firmas comerciales multimillonarias “que vendían equipos pesados, vehículos y suministros a compañías estatales cubanas de las industrias del transporte, la construcción, el níquel y otras”.
De acuerdo con la investigación periodística, lo que complica las cosas es que podrían estar en juego millones de dólares que son financiados por una corporación intermediaria que asegura contratos entre el gobierno de la isla y “selectas firmas canadienses”, la Canadian Commercial Corporation (CCC).
Los dos últimos años, añade, esta corporación firmó 38 contratos en Cuba por un monto de $68,4 millones, y gran parte de ese respaldo financiero fue destinado a apoyar acuerdos hechos con el grupo Tokmakjian.
Las operaciones de este grupo, señala, son consideradas como las segundas en tamaño realizadas por canadienses en la isla después de las de la gigantesca empresa del níquel Sherritt, “con al menos $80 millones en ventas anuales”.