Ni nuevos, ni de segunda mano, los autos están fuera del alcance de la mayoría de los cubanos.
Y es que una vida no alcanza para acumular en las condiciones de Cuba los astronómicos precios que impone el desproporcionado mercado tanto estatal como privado.
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Las cosas empezaron mal desde que en el 2014 el gobierno de Raúl Castro eliminó una requerida "carta de autorización", otorgada únicamente a médicos y profesionales que cumplían misiones en el extranjero.
En ese momento abrió las puertas de concesionarias estatales. Un pequeño Peugeot, -por ejemplo-, costaba nada menos que 91.000 dólares. Para colmo había que desembolsar la cifra de un tirón.
La medida fue vista como aperturista, pero poco después quedó claro que los cubanos dispuestos y con dinero para comprar un auto iban a tener que seguir haciéndolo "por la izquierda", a través de revendedores que se mueven por toda la isla.
Precios por el cielo
Una simple búsqueda en el sitio de compras por Internet, Revolico, indica que los precios de autos usados disponibles en el mercado subterráneo tampoco son alcanzables para la mayoría.
Un camión marca Ford de 1952, -por ejemplo-, cuesta 32.000 CUC. En la lista online que cuenta con cerca de 11.000 ofertas, incluye autos como un Chevrolet de 1954 disponible por 24.000 CUC y un Chevrolet Impala de 1958 por el que su dueño pide 35.000 CUC.
"A no ser que mejoren las cosas, es imposible (comprar un auto en Cuba). La cuenta que saco es que yo lo único que tengo es una bicicleta (...) no tengo la posibilidad de tener aunque sea un motor", dijo Adrián del Sol, un joven de Villa Clara.
A casi cuatro años de la apertura de concesionarias estatales, Radio Martí encuestó a cubanos acerca de lo que ocurre en la isla con este mercado.
"Después del escándalo que se armó respecto a los precios exageradamente altos (...) nadie dijo nada pero eso parece que se canceló porque no se vendían carros, obviamente", dijo Eduardo Amaro, un taxista privado que vive a medio kilómetro de la concesionaria de Peugeot.
Este cuentapropista dijo que con sus ojos vió que uno de los autos en venta costaba entonces más de un cuarto de millón de dólares.
"Lo que la gente siguen haciendo lo mismo que siempre estuvo haciendo, revendiendo los que hay dentro del país", explicó.
Otro residente en La Habana, el activista Moisés Leonardo, dijo que con este mercado ocurre lo mismo que con otras medidas, que están favoreciendo solo a los que más dinero tienen.
"Las medidas que han tomado contrastan, de una revolución que se dijo que era de los humildes, por los humildes y para los humildes, sin embargo las medidas durante el gobierno de Raúl Castro hayan estado dirigidas o están beneficiando a los de mayor poder adquisitivo", expresó.
(Redactado con reporte de Adriel Reyes)