El coronel Alejandro Castro Espín, hijo del presidente Raúl Castro, es el coordinador principal de la vigilancia en la membresía partidista.
Me cuenta un funcionario de rango medio del Partido Comunista, único autorizado por el régimen, que el sigilo y la sospecha son marcas registradas dentro de las estructuras del poder en Cuba.
“Los medios internacionales hacen ver que el acoso mayor y la represión es para la disidencia. No hay dudas que son hostigados. Pero la oposición juega sin cartas marcadas. Ellos dicen o publican con sus nombres sus análisis o proyectos políticos. La Contrainteligencia sabe cómo piensan. Pero el mayor control de la Seguridad del Estado es para los miembros del Partido que ocupan puestos relevantes dentro del aparato político o económico. Ya sea a nivel municipal, provincial o nacional. Aquí la represión es sin golpes ni actos de repudio, pero cuando caes en desgracia, tu vida corre peligro”, señala.
Según otra fuente que trabaja en una institución oficial, el coronel Alejandro Castro Espín, hijo del presidente Raúl Castro, es el coordinador principal de la vigilancia en la membresía partidista.
“Escudados bajo la campaña nacional de la lucha contra la corrupción, se mueven los hilos de un hostigamiento más sutil para descabezar cualquier vestigio de pensamiento no acorde al proyecto oficial dentro de las filas del Partido. Hay que andar con pies de plomo. Se debe ser muy cauteloso de lo que hablas y tus relaciones personales. Siempre estamos bajo asedio”, señala la fuente.
La eficacia del departamento encargado de fiscalizar a personas importantes dentro del status quo es notable. Desde que Fidel Castro llegó al poder en 1959, la policía política se ha encargado e abortar cualquier escisión dentro de sus filas. Las más conocidas fueron la microfacción que lideraba Aníbal Escalante en 1968 o la purga de altos militares acusados de tráfico de drogas en 1989. Pero han existido otras.
Desde Luis Orlando Domínguez, Juan Carlos Robinson, Roberto Robaina a Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila. Algunos como Domínguez y Robinson estuvieron tras las rejas varios años.
Hoy, Luis Orlando es dueño de un negocio de dulces y buffet para fiestas y bodas en el reparto Flores, al oeste de La Habana. Robaina, luego de caer en desgracia, se dedicó a pintar lienzos y administra un café de tapas en el Vedado.
El ex canciller Felipe Pérez Roque y el viceministro Carlos Lage, apartados del poder en 2009, laboran en puestos administrativos de poca monta. Fueron hombres de confianza de Fidel Castro, pero cuando el autócrata cubano se jubiló, en una nota oficial publicada en el diario Granma, los recriminó en duros términos.
“La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos, traicionaron la revolución cubana”, expresó Castro. De acuerdo a estas fuentes, demostrar ambición política y pretender aspirar a ser presidente del país es visto como algo desleal.
“En las estructuras políticas occidentales, competir por la presidencia es habitual. Pero en Cuba eso es una falta que puede resultar muy grave. Para escalar posiciones debes ser dócil y aparentar una lealtad mayúscula a los líderes históricos, Fidel y Raúl Castro”, aclara uno de los funcionarios.
No pocos opositores sospechan que la muerte de Laura Pollán y Oswaldo Payá Sardiñas fue urdida por la policía política. Pero quizá haya más preguntas sin respuestas de antiguos personeros del régimen fallecidos en circunstancias oscuras.
José Abrantes, ministro del interior, murió de un infarto en una cárcel al sur de La Habana. Rosa María Abierno Gobín y Eduardo Díaz Izquierdo, encartados en la Causa No. 1 de 1989 (que sentenció a muerte al General Arnaldo Ochoa y otros tres oficiales), fallecieron de cáncer.
El legendario Manuel Piñeiro, alías Barbarroja, cerebro gris de la subversión guerrillera y grupos urbanos clandestinos en América Latina, perdió la vida una noche del 11 de marzo de 1998 tras impactar su coche contra un árbol.
Cuarenta días después del incidente de tráfico ilegal de armas desde Cuba a Corea del Norte, el domingo 25 de agosto en un accidente de tránsito moría el General de División Pedro Mediondo, Jefe de la Defensa Antiaérea y Aviación (el buque norcoreano Chong Chon Gang interceptado en el canal de Panamá transportaba misiles antiaéreos y dos cazas de combates Mig-21 camuflado bajo 250 mil sacos de azúcar prieta).
“Si eres disidente puedes ser golpeado y parar en la cárcel. Pero si el asunto por el cual se cae en desgracia dentro del aparato estatal es grave, entonces eres hombre muerto”, señala un militante del Partido jubilado.Cuando en el futuro se abran los archivos secretos del Departamento de Seguridad del Estado se sabrá cuánto hay de ficción y cuánto de realidad.
“Los medios internacionales hacen ver que el acoso mayor y la represión es para la disidencia. No hay dudas que son hostigados. Pero la oposición juega sin cartas marcadas. Ellos dicen o publican con sus nombres sus análisis o proyectos políticos. La Contrainteligencia sabe cómo piensan. Pero el mayor control de la Seguridad del Estado es para los miembros del Partido que ocupan puestos relevantes dentro del aparato político o económico. Ya sea a nivel municipal, provincial o nacional. Aquí la represión es sin golpes ni actos de repudio, pero cuando caes en desgracia, tu vida corre peligro”, señala.
“Escudados bajo la campaña nacional de la lucha contra la corrupción, se mueven los hilos de un hostigamiento más sutil para descabezar cualquier vestigio de pensamiento no acorde al proyecto oficial dentro de las filas del Partido. Hay que andar con pies de plomo. Se debe ser muy cauteloso de lo que hablas y tus relaciones personales. Siempre estamos bajo asedio”, señala la fuente.
La eficacia del departamento encargado de fiscalizar a personas importantes dentro del status quo es notable. Desde que Fidel Castro llegó al poder en 1959, la policía política se ha encargado e abortar cualquier escisión dentro de sus filas. Las más conocidas fueron la microfacción que lideraba Aníbal Escalante en 1968 o la purga de altos militares acusados de tráfico de drogas en 1989. Pero han existido otras.
Desde Luis Orlando Domínguez, Juan Carlos Robinson, Roberto Robaina a Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila. Algunos como Domínguez y Robinson estuvieron tras las rejas varios años.
Hoy, Luis Orlando es dueño de un negocio de dulces y buffet para fiestas y bodas en el reparto Flores, al oeste de La Habana. Robaina, luego de caer en desgracia, se dedicó a pintar lienzos y administra un café de tapas en el Vedado.
“La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos, traicionaron la revolución cubana”, expresó Castro. De acuerdo a estas fuentes, demostrar ambición política y pretender aspirar a ser presidente del país es visto como algo desleal.
“En las estructuras políticas occidentales, competir por la presidencia es habitual. Pero en Cuba eso es una falta que puede resultar muy grave. Para escalar posiciones debes ser dócil y aparentar una lealtad mayúscula a los líderes históricos, Fidel y Raúl Castro”, aclara uno de los funcionarios.
No pocos opositores sospechan que la muerte de Laura Pollán y Oswaldo Payá Sardiñas fue urdida por la policía política. Pero quizá haya más preguntas sin respuestas de antiguos personeros del régimen fallecidos en circunstancias oscuras.
José Abrantes, ministro del interior, murió de un infarto en una cárcel al sur de La Habana. Rosa María Abierno Gobín y Eduardo Díaz Izquierdo, encartados en la Causa No. 1 de 1989 (que sentenció a muerte al General Arnaldo Ochoa y otros tres oficiales), fallecieron de cáncer.
El legendario Manuel Piñeiro, alías Barbarroja, cerebro gris de la subversión guerrillera y grupos urbanos clandestinos en América Latina, perdió la vida una noche del 11 de marzo de 1998 tras impactar su coche contra un árbol.
Cuarenta días después del incidente de tráfico ilegal de armas desde Cuba a Corea del Norte, el domingo 25 de agosto en un accidente de tránsito moría el General de División Pedro Mediondo, Jefe de la Defensa Antiaérea y Aviación (el buque norcoreano Chong Chon Gang interceptado en el canal de Panamá transportaba misiles antiaéreos y dos cazas de combates Mig-21 camuflado bajo 250 mil sacos de azúcar prieta).
“Si eres disidente puedes ser golpeado y parar en la cárcel. Pero si el asunto por el cual se cae en desgracia dentro del aparato estatal es grave, entonces eres hombre muerto”, señala un militante del Partido jubilado.Cuando en el futuro se abran los archivos secretos del Departamento de Seguridad del Estado se sabrá cuánto hay de ficción y cuánto de realidad.