En Cuba en el 2010 se festejó lo que llamaron “restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Moscú y La Habana”. Pero es que en Moscú llevan otra cuenta. Una más larga, que data de 1902.
En el mes de mayo del 2010 Raúl Castro encabezó un acto político en la Sala Universal de las FAR para recordar las cinco décadas de “amistad”. Dos meses antes, el canciller ruso, Serguei V. Lavrov, había firmado en La Habana un acuerdo para el festejo. Lavrov no fue a la celebración con Castro, pero envió un mensaje en la distancia.
Durante la reciente visita de Castro a Moscú, el Kremlin le aclaró en dos ocasiones a Raúl Castro que las relaciones de ambos países no tienen 50 años (o 52), sino 110 años.
En un comunicado de prensa divulgado el 10 de julio por la oficina del presidente Vladimir V. Putin, se aclaraba que “el 6 de julio de 2012, se cumplieron 110 años desde la fecha del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Rusia y Cuba”.
Un día después, en el encuentro con el gobernante cubano (que tuvo lugar en la residencia campestre del presidente ruso, no en el Kremlin), Putin le recordó al inicio de la conversación que “recientemente celebramos los aniversario 110 años de relaciones diplomáticas. Durante este tiempo fueron los diferentes períodos en nuestras relaciones”.
Las cuentas rusas son claras a la hora de contar la historia con Cuba. Ellos mismos fijaron la fecha del 6 de julio, porque fue un 6 de julio de 1902, cuando el Zar Nicolás II contestó al entonces presidente cubano Tomás Estrada Palma una misiva enviada el 26 de mayo. En su respuesta, el Zar aceptaba la oferta para establecer relaciones diplomáticas entre el Imperio Ruso y la joven república que se había proclamado dos meses antes.
El primer consulado de Cuba en San Petersburgo, la capital del imperio, que data de 1913, tuvo entre sus funcionarios al Campeón Mundial de Ajedrez José Raúl Capablanca.
En marzo de 1915 la bailarina rusa Anna Pavlova viajó a La Habana, junto a su excelente y renombrada compañía para presentarse en el habanero Teatro Pairet. Presentaciones que repitió en 1917 y 1919.
El 5 de Agosto de 1925 estuvo en La Habana, camino a México, el poeta ruso Vladimir V. Mayakovski y allí escribió el poema Black and White.
Verdaderos acontecimientos culturales en la Isla fueron las presentaciones del compositor, pianista y director Serguei V. Rajmaninov en enero de 1923 y Serguei S. Prokofiev en 1930.
Gran parte de los intelectuales cubanos de la primera mitad del siglo XX apoyaban al régimen soviético: Emilio Roig de Leuchsenring, Fernando Campoamor, Alejo Carpentier y Juan Marinello.
En los años treinta, en pleno auge de la represión estalinista, la poetisa María Villar Buceta y el senador liberal Ramón Vasconcelos regresaron de la URSS con alabanzas en la pluma para los soviéticos.
Las relaciones diplomáticas y el reconocimiento del régimen soviético, se concretaron el 17 de octubre de 1942, luego de acuerdos suscritos en Washington por los embajadores de Cuba y la URSS.
El embajador nombrado ante La Habana fue Maxim M. Litvinov, entonces representante de Moscú en Washington. Litvinov viajó a la capital cubana en abril de 1943. El segundo embajador de Moscú en La Habana fue Andrei A. Gromiko.
Aurelio Fernández Concheso, visitó Moscú en 1943 para presentar sus cartas credenciales de ministro plenipotenciario de la Isla en la URSS, debido a su condición de embajador en Washington. En la capital soviética se reunió con Iosef V. Stalin y el canciller Viasheslav M. Molotov. Aurelio regresó a La Habana con una carta de Stalin para Batista, que arribó a la presidencia en 1940 como candidato de la Coalición Democrática Socialista.
El 2 de abril de 1952 la misión soviética en Cuba decidió suspender las relaciones tras un incidente con un correo diplomático de Moscú ocurrido el 21 de marzo de ese año. La valija diplomática fue examinada por policías cubanos lo que motivó la airada reacción de Moscú.
La Habana era un centro del espionaje y el entonces embajador Alexander S. Paniushkin, dejó Cuba y Estados Unidos, para dirigir el espionaje exterior en el KGB, con grado de general de brigada.
Lon intereses comerciales fueron más poderosos y las relaciones se reanudaron en 1953 cuando el gobierno de Fulgencio Batista ordenó la exportación de azúcar a la URSS. Hacia 1955 el monto de la venta del crudo al Kremlin fue de 643 mil 314 toneladas de azúcar.
A pesar de no existir relaciones diplomáticas, en 1957 Alicia Alonso al frente de su compañía hizo una extensa gira por importantes ciudades de la URSS como Moscú, Riga, Leningrado y Kiev.
A partir de 1960 las relaciones con el Kremlin se hicieron todavía más fuertes y diversas. En ocasiones se tornaron muy trágicas como en la Crisis de los Misiles.
La historia de las relaciones del Kremlin y La Habana es una cuenta que los rusos llevan con esmero, y que, ciertamente, no comenzó en 1960.
Durante la reciente visita de Castro a Moscú, el Kremlin le aclaró en dos ocasiones a Raúl Castro que las relaciones de ambos países no tienen 50 años (o 52), sino 110 años.
En un comunicado de prensa divulgado el 10 de julio por la oficina del presidente Vladimir V. Putin, se aclaraba que “el 6 de julio de 2012, se cumplieron 110 años desde la fecha del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Rusia y Cuba”.
Un día después, en el encuentro con el gobernante cubano (que tuvo lugar en la residencia campestre del presidente ruso, no en el Kremlin), Putin le recordó al inicio de la conversación que “recientemente celebramos los aniversario 110 años de relaciones diplomáticas. Durante este tiempo fueron los diferentes períodos en nuestras relaciones”.
Las cuentas rusas son claras a la hora de contar la historia con Cuba. Ellos mismos fijaron la fecha del 6 de julio, porque fue un 6 de julio de 1902, cuando el Zar Nicolás II contestó al entonces presidente cubano Tomás Estrada Palma una misiva enviada el 26 de mayo. En su respuesta, el Zar aceptaba la oferta para establecer relaciones diplomáticas entre el Imperio Ruso y la joven república que se había proclamado dos meses antes.
El primer consulado de Cuba en San Petersburgo, la capital del imperio, que data de 1913, tuvo entre sus funcionarios al Campeón Mundial de Ajedrez José Raúl Capablanca.
En marzo de 1915 la bailarina rusa Anna Pavlova viajó a La Habana, junto a su excelente y renombrada compañía para presentarse en el habanero Teatro Pairet. Presentaciones que repitió en 1917 y 1919.
El 5 de Agosto de 1925 estuvo en La Habana, camino a México, el poeta ruso Vladimir V. Mayakovski y allí escribió el poema Black and White.
Verdaderos acontecimientos culturales en la Isla fueron las presentaciones del compositor, pianista y director Serguei V. Rajmaninov en enero de 1923 y Serguei S. Prokofiev en 1930.
Gran parte de los intelectuales cubanos de la primera mitad del siglo XX apoyaban al régimen soviético: Emilio Roig de Leuchsenring, Fernando Campoamor, Alejo Carpentier y Juan Marinello.
En los años treinta, en pleno auge de la represión estalinista, la poetisa María Villar Buceta y el senador liberal Ramón Vasconcelos regresaron de la URSS con alabanzas en la pluma para los soviéticos.
Las relaciones diplomáticas y el reconocimiento del régimen soviético, se concretaron el 17 de octubre de 1942, luego de acuerdos suscritos en Washington por los embajadores de Cuba y la URSS.
El embajador nombrado ante La Habana fue Maxim M. Litvinov, entonces representante de Moscú en Washington. Litvinov viajó a la capital cubana en abril de 1943. El segundo embajador de Moscú en La Habana fue Andrei A. Gromiko.
Aurelio Fernández Concheso, visitó Moscú en 1943 para presentar sus cartas credenciales de ministro plenipotenciario de la Isla en la URSS, debido a su condición de embajador en Washington. En la capital soviética se reunió con Iosef V. Stalin y el canciller Viasheslav M. Molotov. Aurelio regresó a La Habana con una carta de Stalin para Batista, que arribó a la presidencia en 1940 como candidato de la Coalición Democrática Socialista.
El 2 de abril de 1952 la misión soviética en Cuba decidió suspender las relaciones tras un incidente con un correo diplomático de Moscú ocurrido el 21 de marzo de ese año. La valija diplomática fue examinada por policías cubanos lo que motivó la airada reacción de Moscú.
La Habana era un centro del espionaje y el entonces embajador Alexander S. Paniushkin, dejó Cuba y Estados Unidos, para dirigir el espionaje exterior en el KGB, con grado de general de brigada.
Lon intereses comerciales fueron más poderosos y las relaciones se reanudaron en 1953 cuando el gobierno de Fulgencio Batista ordenó la exportación de azúcar a la URSS. Hacia 1955 el monto de la venta del crudo al Kremlin fue de 643 mil 314 toneladas de azúcar.
A pesar de no existir relaciones diplomáticas, en 1957 Alicia Alonso al frente de su compañía hizo una extensa gira por importantes ciudades de la URSS como Moscú, Riga, Leningrado y Kiev.
A partir de 1960 las relaciones con el Kremlin se hicieron todavía más fuertes y diversas. En ocasiones se tornaron muy trágicas como en la Crisis de los Misiles.
La historia de las relaciones del Kremlin y La Habana es una cuenta que los rusos llevan con esmero, y que, ciertamente, no comenzó en 1960.