La periodista cubana Aimeé Cabrera considera que aunque el gobierno ha tomado medidas para aparentar que en Cuba no hay racismo el síndrome del "Negrito de la Caridad" persiste aún a todos los niveles.
"EL racismo está ahí, siempre estuvo y siempre estará, porque está en la mente de las personas" sentencia un habanero blanco cuya descendencia es mestiza. "Mis hijos es lo que más quiero en la vida pero les cuesta trabajo triunfar.
La gente encasilla a los negros y mulatos: para ellos es el baile, la música y el deporte. No pueden tener otras aspiraciones. De tenerlas, son muchas las barreras que tienen que enfrentar. Tengo ejemplos para escribir un libro"- enfatiza.
La prensa oficial se muestra reacia a aceptar las verdaderas proporciones que alcanza el racismo en Cuba. En el artículo titulado "Justicia social y color cubano: cercanas realidades", publicado en el periódico Granma del pasado 27 de agosto, el periodista Pedro de la Oz asegura: "Entre los que fuera y dentro de Cuba tratan de hallar fisuras que conduzcan a la desintegración del cuerpo de la nación, el tema de la racialidad, en tiempos recientes y con intereses aviesos, se ha puesto de moda".
"Aquí había mucho racismo, llegabas a alquilar y te decían que no había alquiler, si querías estudiar o trabajar era muy difícil conseguir un buen puesto, necesitabas una persona blanca y de buena posición que se responsabilizara, que diera garantías. Cuando triunfó la revolución, hicieron el paripé de que se había acabado el racismo, pero siguió con otras formas. Eso lo seguimos sintiendo quienes no somos blancos", comenta una anciana profesora ya jubilada.
"Lo primero que te sueltan a boca de jarro es qué cómo siendo negro te atreves a hablar mal del gobierno que te lo da todo. A mí me ha dado bien poco", me dice un negro de unos 40 años que está a punto de emigrar a Estados Unidos. Me pide a modo de súplica: "No pongas mi nombre, no quiero me echen a perder el viaje".
Desde hace un tiempo, a partir de fuertes debates en centros de estudio y de trabajo así como en barriadas sobre el escabroso tema, se han tomado ciertas medidas para aparentar ante el mundo que en Cuba no hay racismo. Por ejemplo, ahora son un poco más los dirigentes del Gobierno y el Partido que no son blancos. Pero la cifra aun no es relevante. El síndrome del "Negrito de la Caridad" persiste aún a todos los niveles. Los principales cargos hablan por sí solos.
En el ámbito familiar, las parejas interraciales podrían crear los guiones más entretenidos para cooperar con las sosas telenovelas cubanas. Muchos negros y mulatos han sufrido la marginalidad hasta en el seno familiar. Parte de la familia continúa apartándose, cuando no conviene presentar al que no es blanco, a menos que sea una personalidad.
En los últimos tiempos, los negros y mestizos han logrado cierto espacio, aunque haya quienes se escondan para criticar y decir que "esto es lo antes nunca visto". La frase "tenía que ser negro" está a flor de labios. Así de sencillo es el racismo. El socialismo cubano no podrá acabar con esta injusta realidad y sus complejidades.
Publicado en Primaver Digital el 11 de septiembre de 2013.
La gente encasilla a los negros y mulatos: para ellos es el baile, la música y el deporte. No pueden tener otras aspiraciones. De tenerlas, son muchas las barreras que tienen que enfrentar. Tengo ejemplos para escribir un libro"- enfatiza.
La prensa oficial se muestra reacia a aceptar las verdaderas proporciones que alcanza el racismo en Cuba. En el artículo titulado "Justicia social y color cubano: cercanas realidades", publicado en el periódico Granma del pasado 27 de agosto, el periodista Pedro de la Oz asegura: "Entre los que fuera y dentro de Cuba tratan de hallar fisuras que conduzcan a la desintegración del cuerpo de la nación, el tema de la racialidad, en tiempos recientes y con intereses aviesos, se ha puesto de moda".
"Aquí había mucho racismo, llegabas a alquilar y te decían que no había alquiler, si querías estudiar o trabajar era muy difícil conseguir un buen puesto, necesitabas una persona blanca y de buena posición que se responsabilizara, que diera garantías. Cuando triunfó la revolución, hicieron el paripé de que se había acabado el racismo, pero siguió con otras formas. Eso lo seguimos sintiendo quienes no somos blancos", comenta una anciana profesora ya jubilada.
Desde hace un tiempo, a partir de fuertes debates en centros de estudio y de trabajo así como en barriadas sobre el escabroso tema, se han tomado ciertas medidas para aparentar ante el mundo que en Cuba no hay racismo. Por ejemplo, ahora son un poco más los dirigentes del Gobierno y el Partido que no son blancos. Pero la cifra aun no es relevante. El síndrome del "Negrito de la Caridad" persiste aún a todos los niveles. Los principales cargos hablan por sí solos.
En el ámbito familiar, las parejas interraciales podrían crear los guiones más entretenidos para cooperar con las sosas telenovelas cubanas. Muchos negros y mulatos han sufrido la marginalidad hasta en el seno familiar. Parte de la familia continúa apartándose, cuando no conviene presentar al que no es blanco, a menos que sea una personalidad.
En los últimos tiempos, los negros y mestizos han logrado cierto espacio, aunque haya quienes se escondan para criticar y decir que "esto es lo antes nunca visto". La frase "tenía que ser negro" está a flor de labios. Así de sencillo es el racismo. El socialismo cubano no podrá acabar con esta injusta realidad y sus complejidades.
Publicado en Primaver Digital el 11 de septiembre de 2013.