La tragedia de Calixto Martínez es un ejemplo de que el talante dictatorial del gobierno sigue marcando el paso hacia una futura reconversión de un sistema fracasado
La reciente petición de libertad inmediata para el periodista independiente Calixto Martínez Arias por parte de Amnistía Internacional, apenas ha rozado los oídos de quienes ordenaron su detención el 12 de septiembre del año pasado.
Tal solicitud choca con la intransigencia de la policía política que baraja la opción de procesarlo por el delito de desacato (falta de respeto) a las figuras de Fidel y Raúl Castro.
Aún no existen cargos formales contra el comunicador, pero es presumible que su liberación no sea inminente. En el historial de arbitrariedades del régimen cubano son conocidos decenas de casos en que los detenidos han estado más de un año tras las rejas para finalmente obtener la libertad sin que medien desagravios. Jamás el encierro fue avalado por un tribunal.
La suerte de Calixto Martínez pudiera estar en armonía con tal proceder. ¿Retornará a su hogar antes que expire el 2103? ¿Lo juzgarán por una transgresión que pudiera exceder los 5 años de privación de libertad?
Es difícil conocer qué le depara el destino a este periodista, arrestado en el momento que investigaba sobre la presunta retención, en el aeropuerto de La Habana, de un lote de medicinas para combatir el cólera. Tomar algunas fotografías y entrevistar a varios empleados de la terminal aérea fue suficiente para que hoy se encuentre en una de las galeras del Combinado del Este, la mayor prisión de Cuba, ubicada en la periferia de la capital.
La convivencia junto a reos comunes de alta peligrosidad es algo común en este tipo de casos en que la víctima es miembro de una agrupación contestataria, en este caso, la agencia de prensa independiente Hablemos Press.
Es oportuno subrayar que la calificación como preso de conciencia, otorgada por Amnistía Internacional, le proporciona una mayor visibilidad internacional, pero no lo exime de una existencia marcada por el peligro de ser agredido por delincuentes entre los que no faltan asesinos, atracadores profesionales y dementes.
En los casi dos años que estuve preso por realizar labores informativas al margen de las instituciones estatales que controlan el sector de las comunicaciones, tuve la alarmante experiencia de conocer a un par de antropófagos.
Es decir, que el encierro injusto no basta para tener una idea exacta de lo que representa en Cuba ir a la cárcel por motivos políticos. Este nuevo episodio, refuerza las opiniones más sombrías en cuanto a las posturas del gobierno frente al libre ejercicio de las libertades fundamentales.
Los estrechos márgenes de permisividad, que se conceden desde el punto de vista utilitario y no a partir de una visión abarcadora de la tolerancia y la pluralidad, definen una actitud mezquina que pone al descubierto la falta de voluntad del gobierno en asumir nuevos derroteros políticos.
El debate real, sin exclusiones temáticas y de personas, y la posibilidad de una plena liberalización en todos los ámbitos que interesan a la raza humana, son proyectos congelados por la élite política nacional.
La tragedia de Calixto Martínez es un ejemplo de que el talante dictatorial del gobierno sigue marcando el paso hacia una futura reconversión de un sistema fracasado. Esto, obviamente, a definirse después de que los fundadores del castrismo estén en el camposanto o postrados en un butacón, conversando con seres imaginarios a causa de la demencia senil o el Alzhéimer.
Publicado en Primavera Digital el 11 de Febrero del 2013
Tal solicitud choca con la intransigencia de la policía política que baraja la opción de procesarlo por el delito de desacato (falta de respeto) a las figuras de Fidel y Raúl Castro.
Aún no existen cargos formales contra el comunicador, pero es presumible que su liberación no sea inminente. En el historial de arbitrariedades del régimen cubano son conocidos decenas de casos en que los detenidos han estado más de un año tras las rejas para finalmente obtener la libertad sin que medien desagravios. Jamás el encierro fue avalado por un tribunal.
La suerte de Calixto Martínez pudiera estar en armonía con tal proceder. ¿Retornará a su hogar antes que expire el 2103? ¿Lo juzgarán por una transgresión que pudiera exceder los 5 años de privación de libertad?
Es difícil conocer qué le depara el destino a este periodista, arrestado en el momento que investigaba sobre la presunta retención, en el aeropuerto de La Habana, de un lote de medicinas para combatir el cólera. Tomar algunas fotografías y entrevistar a varios empleados de la terminal aérea fue suficiente para que hoy se encuentre en una de las galeras del Combinado del Este, la mayor prisión de Cuba, ubicada en la periferia de la capital.
La convivencia junto a reos comunes de alta peligrosidad es algo común en este tipo de casos en que la víctima es miembro de una agrupación contestataria, en este caso, la agencia de prensa independiente Hablemos Press.
Es oportuno subrayar que la calificación como preso de conciencia, otorgada por Amnistía Internacional, le proporciona una mayor visibilidad internacional, pero no lo exime de una existencia marcada por el peligro de ser agredido por delincuentes entre los que no faltan asesinos, atracadores profesionales y dementes.
En los casi dos años que estuve preso por realizar labores informativas al margen de las instituciones estatales que controlan el sector de las comunicaciones, tuve la alarmante experiencia de conocer a un par de antropófagos.
Es decir, que el encierro injusto no basta para tener una idea exacta de lo que representa en Cuba ir a la cárcel por motivos políticos. Este nuevo episodio, refuerza las opiniones más sombrías en cuanto a las posturas del gobierno frente al libre ejercicio de las libertades fundamentales.
Los estrechos márgenes de permisividad, que se conceden desde el punto de vista utilitario y no a partir de una visión abarcadora de la tolerancia y la pluralidad, definen una actitud mezquina que pone al descubierto la falta de voluntad del gobierno en asumir nuevos derroteros políticos.
El debate real, sin exclusiones temáticas y de personas, y la posibilidad de una plena liberalización en todos los ámbitos que interesan a la raza humana, son proyectos congelados por la élite política nacional.
La tragedia de Calixto Martínez es un ejemplo de que el talante dictatorial del gobierno sigue marcando el paso hacia una futura reconversión de un sistema fracasado. Esto, obviamente, a definirse después de que los fundadores del castrismo estén en el camposanto o postrados en un butacón, conversando con seres imaginarios a causa de la demencia senil o el Alzhéimer.
Publicado en Primavera Digital el 11 de Febrero del 2013