Seis poetas cubanos en Miami se reunieron bajo el rótulo de Poesía desobediente para leer sus versos en la noche del 25 de Abril.
Jorge Valls volvió a ser el niño que desandaba las llanuras de su país y recordó a su madre, se junto con la poesía para volver sobre el hecho de ser un hombre que arma la vida a través de lo que escribe. Ángel Cuadra se arrimó a la fatídica jornada de los años ’80 en Cuba, cuando los Actos de Repudio iniciaban una era de dolor y odio.
Estuvieron además Manuel Vázquez Portal, Regis Iglesias, Janissete Rivero y Luis Felipe Rojas. Poetas que han armado la palabra para apuntar a la desgracia de su país, pero que recorren los mismos caminos del amor, la amistad y el roce humano con la lírica como bandera para describir sus vidas y las de otros. Una poesía que se compromete con el dolor humano y con la alegría de vivir después de haber pasado por los barrotes de una celda, la separación definitiva de la familia y los amigos y la pérdida temporal del suelo patrio. Una poesía que transita del dolor a las ganas de vivir.
La velada nocturna tuvo como eje central a poetas que han pasado por la cárcel, la persecución y el escarnio público y no ha dejado de escribir versos para sí y las generaciones actuales. Los largos y difíciles años de prisión que pasaron Valls y Cuadra, las injustas condenas a que fueron sometidos Vázquez Portal y Regis Iglesias no han apagado el espíritu de su lírica y la lectura pública demostró cuanto empeño pone quien se empina por encima de las falsas ordenanzas.
El Taller-Galería Iván Galindo abrió sus puertas la noche del viernes para mostrar otra cara de la literatura en Miami, con una salud que dice mucho del ambiente cultural que se respira hoy.
Los aplausos del público expectante afirmaron que la ‘Poesía desobediente’, esa que escriben ex prisioneros políticos de larga data y activistas sociales, sobrevive a quienes la persiguen e intentan matar a golpe de decretos en regímenes totalitarios.
Poesía que desobedece y canta
Una poesía que se compromete con el dolor humano y con la alegría de vivir después de haber pasado por los barrotes de una celda