Ellos pueden denunciar los abusos y violaciones de los derechos humanos del régimen de los Castro con la propiedad de haber sido víctima de esas vejaciones.
La dictadura cubana ha tomado en tiempos recientes varias decisiones que repercutirán significativamente en las actividades de la oposición y en la percepción que sobre ella, se tenga en Cuba y en el exterior.
Todas las providencias del régimen de una u otra manera han estado vinculadas a la represión y contención de la sociedad en general, y de la oposición en particular. Nada novedoso en el fondo, pero si en la forma.
Durante años fueron mandatorios las fuertes sanciones a prisión, la otra alternativa, eran las condenas a muerte. La represión fue brutal. El ciudadano fue abatido y surgió el compañero, el cordero del rebaño en que se había transformado la sociedad.
Después de décadas de brutal represión en las calles y prisiones, se produjo un quebranto cuando el paredón quedó como una espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de todos los cubanos.
Hace un par de años el escenario cambio sin que la represión desapareciera. Las altas condenas a los presos sin delitos, fueron reservadas a casos específicos.
Muchos de los detenidos empezaron a ser sentenciados a pocos años de cárcel, por los mismos actos en los que otros en el pasado habían sufrido severas condenas.
Paralelamente el régimen también instrumentó una represión de baja intensidad que se caracteriza por breves arrestos, constante acoso, permanente intimidación, vejaciones, en particular a las mujeres, y restricción a la libertad de movimiento. Ninguno de estos recursos es nuevo en el arsenal represivo, salvo que en la actualidad su práctica es sistemática.
Otra providencia ha sido la política migratoria que inauguró este año. Cierto que las nuevas regulaciones afectan a todos, pero el régimen tiene la certeza de que los más beneficiados no serán los cubanos de a pie, sino aquellos individuos que tienen familiares fuera del país, o los activistas más destacados de la oposición, para los que siempre habrá de parte de los exiliados el apoyo necesario para que puedan viajar al exterior.
El gobierno con esta nueva legislación monta un entramado complejo que demanda de la oposición de las dos orillas mucha cautela, por la simple razón que la dictadura convierte en privilegio lo que en cualquier país del mundo es un derecho inalienable.
La dictadura siempre ha procurado aislar de la población a los opositores, pero en esta ocasión refuerza los viejos métodos, porque esa masa que ha visto con poco menos que indiferencia los abusos contra los opositores, se resentirán contra el vecino que por su activismo ciudadano, es reconocido fuera del país, viaja al extranjero y regresa con bienes que ellos no poseen.
Por otra parte en el propio entablado de la oposición surgirán celos y contradicciones. La condición humana puede manifestarse de muchas maneras y no es de dudar que algún que otro Caín se deje comprar por un plato de lentejas.
Esos son algunos de los retos que enfrentaran los dirigentes de la oposición cubana cuando regresen a Cuba, por eso la modestia y sobriedad han de ser factores claves para ampliar las bases de la oposición y ser más eficiente en la lucha por la democracia.
Viajar, conocer otros parajes, otras personas y realidades, son muy importantes en la vida y mucho más para un político. La mayoría de los opositores cubanos han estado obligados a vivir entre paréntesis, por lo que es muy importante que cuando viajen al exterior, más aun si deciden regresar a la isla para continuar con las obligaciones que asumieron por sus convicciones, no pierdan oportunidades, y como esponjas, recojan conocimientos y experiencias para que puedan usarla y trasmitirla.
Salir de la isla prisión en una bendición para cualquiera, porque eso incrementa las oportunidades de poder trabajar con mayor eficiencia a favor de la democracia.
Los exiliados, no todos los cubanos que viven fuera lo son, y los amigos de la causa democrática de Cuba, gracias a estas personas que viajan, puede tener un mejor conocimiento de lo que ocurre más allá de las costas de la isla.
Ellos pueden denunciar los abusos y violaciones de los derechos humanos del régimen de los Castro con la propiedad de haber sido víctima de esas vejaciones. El mejor testigo es quien ha presenciado un crimen y ellos tienen ese doloroso privilegio y a la vez el honroso deber de decirles en la cara a quienes incompresiblemente siguen negando la naturaleza de la dictadura cubana, la verdad.
Escucharles, debatir ideas, discutirlas, es de gran beneficio para todos, pero en particular para la democracia en Cuba, si cuando regresen siguen cumpliendo con su conciencia, a pesar de los riesgos y peligros que tal actividad encierra, podemos estar seguros que un día no muy lejano todos y cada cubano será verdaderamente libre.
Todas las providencias del régimen de una u otra manera han estado vinculadas a la represión y contención de la sociedad en general, y de la oposición en particular. Nada novedoso en el fondo, pero si en la forma.
Durante años fueron mandatorios las fuertes sanciones a prisión, la otra alternativa, eran las condenas a muerte. La represión fue brutal. El ciudadano fue abatido y surgió el compañero, el cordero del rebaño en que se había transformado la sociedad.
Después de décadas de brutal represión en las calles y prisiones, se produjo un quebranto cuando el paredón quedó como una espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de todos los cubanos.
Hace un par de años el escenario cambio sin que la represión desapareciera. Las altas condenas a los presos sin delitos, fueron reservadas a casos específicos.
Muchos de los detenidos empezaron a ser sentenciados a pocos años de cárcel, por los mismos actos en los que otros en el pasado habían sufrido severas condenas.
Paralelamente el régimen también instrumentó una represión de baja intensidad que se caracteriza por breves arrestos, constante acoso, permanente intimidación, vejaciones, en particular a las mujeres, y restricción a la libertad de movimiento. Ninguno de estos recursos es nuevo en el arsenal represivo, salvo que en la actualidad su práctica es sistemática.
Otra providencia ha sido la política migratoria que inauguró este año. Cierto que las nuevas regulaciones afectan a todos, pero el régimen tiene la certeza de que los más beneficiados no serán los cubanos de a pie, sino aquellos individuos que tienen familiares fuera del país, o los activistas más destacados de la oposición, para los que siempre habrá de parte de los exiliados el apoyo necesario para que puedan viajar al exterior.
El gobierno con esta nueva legislación monta un entramado complejo que demanda de la oposición de las dos orillas mucha cautela, por la simple razón que la dictadura convierte en privilegio lo que en cualquier país del mundo es un derecho inalienable.
La dictadura siempre ha procurado aislar de la población a los opositores, pero en esta ocasión refuerza los viejos métodos, porque esa masa que ha visto con poco menos que indiferencia los abusos contra los opositores, se resentirán contra el vecino que por su activismo ciudadano, es reconocido fuera del país, viaja al extranjero y regresa con bienes que ellos no poseen.
Por otra parte en el propio entablado de la oposición surgirán celos y contradicciones. La condición humana puede manifestarse de muchas maneras y no es de dudar que algún que otro Caín se deje comprar por un plato de lentejas.
Esos son algunos de los retos que enfrentaran los dirigentes de la oposición cubana cuando regresen a Cuba, por eso la modestia y sobriedad han de ser factores claves para ampliar las bases de la oposición y ser más eficiente en la lucha por la democracia.
Viajar, conocer otros parajes, otras personas y realidades, son muy importantes en la vida y mucho más para un político. La mayoría de los opositores cubanos han estado obligados a vivir entre paréntesis, por lo que es muy importante que cuando viajen al exterior, más aun si deciden regresar a la isla para continuar con las obligaciones que asumieron por sus convicciones, no pierdan oportunidades, y como esponjas, recojan conocimientos y experiencias para que puedan usarla y trasmitirla.
Salir de la isla prisión en una bendición para cualquiera, porque eso incrementa las oportunidades de poder trabajar con mayor eficiencia a favor de la democracia.
Los exiliados, no todos los cubanos que viven fuera lo son, y los amigos de la causa democrática de Cuba, gracias a estas personas que viajan, puede tener un mejor conocimiento de lo que ocurre más allá de las costas de la isla.
Ellos pueden denunciar los abusos y violaciones de los derechos humanos del régimen de los Castro con la propiedad de haber sido víctima de esas vejaciones. El mejor testigo es quien ha presenciado un crimen y ellos tienen ese doloroso privilegio y a la vez el honroso deber de decirles en la cara a quienes incompresiblemente siguen negando la naturaleza de la dictadura cubana, la verdad.
Escucharles, debatir ideas, discutirlas, es de gran beneficio para todos, pero en particular para la democracia en Cuba, si cuando regresen siguen cumpliendo con su conciencia, a pesar de los riesgos y peligros que tal actividad encierra, podemos estar seguros que un día no muy lejano todos y cada cubano será verdaderamente libre.