Un hostelero exitoso asegura no necesitar nada de Estados Unidos. Fue invitado al VII Congreso del Partido como ejemplo de que el Estado y los negocios no están divorciados.
El periodista independiente Guillermo del Sol cree que las filas del Partido Comunista de Cuba están divididas. Unos militantes apoyan a Obama en su programa para reforzar el crecimiento empresarial privado, mientras otros, los de la "vieja guardia", dice, no comulgan con el presidente norteamericano. Más bien lo rechazan porque prefieren arreglar sus asuntos puertas adentro.
Pero el comunicador, que estuvo de visita en Estados Unidos y pudo comprobar cómo cualquier ciudadano puede abrirse un negocio en pocas horas a través de internet, recela de ciertos empresarios nuevos que, mientras dicen no estar interesados en la ayuda norteamericana, mueven una fortuna de extraña procedencia.
"¿Cómo alguien puede hacer dinero suficiente para montar una empresa solvente en Cuba si el salario promedio aquí es de 180 pesos (10 dólares al mes)?", se pregunta Del Sol, un antiguo constructor y restaurador que mira con asombro cómo hay gente haciéndose de bienes patrimoniales con mucha facilidad.
"Han comprado casas coloniales, con patios interiores y aljibes", comenta, y agrega que sólo hay dos maneras de obtener fondos para eso: que provengan del exterior, o que se trate de lavado de dinero, dinero conseguido mediante corrupción, "porque ahora hay muchos exmilitares y exaltos funcionarios montando negocios".
No es el caso de China, un país que se abrió a la economía de mercado en los años 80 y rápidamente surgieron multimillonarios, desde abajo.
Un hostelero de la "vieja guardia"
El periódico oficial Trabajadores publicó una semana atrás la entrevista con un hostelero (arrendador, se dice el hombre) que asiste como delegado al VII Congreso del Partido. Dice haberse sorprendido mucho con la invitación, como parte de la comitiva de Villa Clara. "Estar allí indica que el sector no estatal es valorado y forma parte de las prioridades del proyecto cubano", expuso Ernesto García Ramos, quien además es secretario general de la sección sindical (supuestamente independiente) de arrendadores de viviendas de Santa Clara.
Con 16 años en la labor, García Ramos es un afortunado cuentapropista que vive de su gestión, según argumenta, y le va bien. Comercia directamente con el Estado, el único mayorista del que se tienen noticias a día de hoy.
"Su capacidad para nuclear a más de 80 afiliados, interactuar con los órganos de relación, exigir demandas, hacer cumplir lo contenido en el Código de Trabajo para este sector, establecer convenios con entidades estatales, lo han convertido en líder de estos trabajadores en Villa Clara", lo presenta así el diario editado en La Habana.
Recientemente, este hostelero asistió a la reunión que tuvo el presidente norteamericano en Cuba con empresarios privados. Dice que no lo dejaron hablar con Obama, pero de todas maneras "no es él quien tiene que ofrecernos colaboraciones, o darnos posibilidades de crecimiento; los cuentapropistas tenemos opciones de créditos en Cuba, nosotros mismos en Villa Clara los usamos y las hay muy interesantes para inversiones y reparaciones", expuso en la entrevista.
"Obama vino a encantar y a cautivar, pero a mí no me mareó", aclara el hombre, quien, según la nota periodística, "fue de los trabajadores no estatales que promovió la lucha por el regreso de los Cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos por combatir el terrorismo".
El sindicalismo independiente contradice la "Ley Mordaza"
Desde la propia ciudad de Santa Clara, Guillermo del Sol asegura que el sindicalismo independiente es sólo un nombre. No funciona, dice, toda vez que protestar o hacer huelga laboral podría procesarse mediante la Ley 88, o "Ley Mordaza", como también se le conoce a un recurso del código penal establecido contra la libertad de expresión.
"Existen sindicatos independientes de cocheros y motoristas, de transportistas, pero no funcionan. Al sindicato de arrendadores nunca lo he oído mencionar", indica el comunicador y disidente, quien coordina la agencia de prensa Santa Clara Visión, bastante crítica con el régimen comunista.
Del Sol duda de la veracidad de lo que se ha privatizado, sobre todo de los grandes negocios. Está convencido de que las Sociedades Anónimas no existen en Cuba. En Santa Clara, en particular, todo está muy controlado. La ciudad no tiene más de 10 kilómetros cuadrados y una población que no alcanza los 300.000 habitantes, según sus datos.
"Muchos se han ido últimamente, cuadras completas, se han ido y vendido sus casas, personas en edad laboral, de entre 18 y 35 años. Son los que están ahora en Panamá tratando de llegar a Estados Unidos", asegura el comunicador.
Mientras, su coterráneo Ernesto García Ramos dice que estableció convenios con agencias de viajes como Cubanacán, Havanatur, Amistur, Cubatur, "para recibir turistas en nuestras casas, prácticamente es un encargo estatal como cualquier empresa del país; eso resuelve un problema relacionado con la capacidad de alojamiento del turismo. Ingresamos mucho más de forma personal, son mayores las contribuciones y no hay posibilidad de subdeclaraciones". Se refiere a una actividad que, en su caso, no tendría por qué recurrir a la evasión de impuestos.
Millonario vendiendo semillas
Después de la reforma y la apertura de mercado china de los años 80, un humilde trabajador que vendía "pipas" de girasol se convirtió en el primer millonario de ese país por cuenta propia. El entonces máximo líder de la república comunista, Deng Xiaoping, lo salvó de que lo molieran en una maquinaria similar a la que hubo en Cuba por esas fechas, el denominado "plan maceta".
el Partido Comunista de China (PCCh), que cuenta con 80 millones de miembros, junta a las 300 personas más poderosas del país.
Fue así cómo el campesino Nian Guangjiu, fundador de la marca "Semillas de Girasol El Tonto", se convirtió en un ejemplo de lo que se podía llegar a hacer en una sociedad comunista con economía mixta, todo un experimento novedoso para la época.
"Tenemos que imitarlo", dijo Xiaoping, dando luz verde a los negocios, siempre y cuando estuvieran supervisados por el poder supremo.
Hoy en día no son pocos los millonarios chinos que pertenecen al partido comunista.
El interés es mutuo. Muchos de los millonarios son impagables economistas, campesinos que levantaron fortunas con ingenio y sudor en un ecosistema hostil. Su participación en la planificación nacional es un activo irrechazable. Además, "las fortunas pueden evaporarse en un día. El carnet da una mayor protección, amplía la agenda de contactos", argumenta un artículo de El Periódico de Cataluña, fechado en 2011.
Según esta publicación, el Partido Comunista de China (PCCh), que cuenta con 80 millones de miembros, junta a las 300 personas más poderosas del país.
Preguntado por Martí Noticias sobre la economía en el gigante asiático, el periodista Leonardo Anoceto, también de Santa Clara y actualmente con residencia en Miami, dice que hacerse millonario no es mal visto allí, sino todo lo contrario.
"Es el patrón a seguir", asegura Anoceto, quien vivió seis años en Pekín. "Muchos millonarios son muy nacionalistas, más que comunistas; están impulsando la idea de que China sea la primera potencia mundial. Ellos no se consideran capitalistas", argumenta, y sobre la estrategia a seguir aclara: "Dejar la figura de Mao donde está; no revisar el pasado. Esa es la máxima de muchos chinos; hay chinos disidentes, pero no es la mayoría. El chino mira por su economía y le agradece a Deng Xiaoping el cambio que trajo".
Anoceto cierra con el ejemplo de la marca de automóviles Volvo. "¿Quién es su propietario? Un chino".
Pero el empresario cubano Ernesto García Ramos lo tiene crudo. Cada cierto tiempo, el Estado revolucionario envía inspectores a los negocios para comprobar si el dueño se está enriqueciendo más de lo debido. Los impuestos suben cada día, el turismo ha mermado por la inseguridad en las calles, y el poder de gestión, aunque él no lo reconozca, es limitado.
A diferencia de China, Cuba es un país en el que no crece su Producto Interno Bruto, desarrolla poco en el sector inmobiliario y nada en nuevas tecnologías. Y lo más importante: El mercado de García Ramos, quien no sabemos si es militante del Partido Comunista, no está al doblar de la esquina, como sí lo tenía el chino vendedor de "pipas".