El joven cubano Junior Martin Ferrera, licenciado en Enfermería, rediseñó su vida cuando abandonó la profesión para dedicarse por cuenta propia al trabajo de “tatuador”, que le aporta mejores beneficios económicos.
El joven culpa al sistema por haber tenido que anular su carrera como profesional para emprender un nuevo modo de subsistencia que aun no está reconocido entre las actividades que se pueden realizar por cuenta propia en la isla.
El tatuador asegura que la vía para obtener los materiales para hacer su trabajo es difícil y costosa. Acude al mercado negro, en el que los materiales con los que trabaja se obtienen a un precio que oscila entre los 15 y 20 CUC.
Su caso no es una excepción. Muchos jóvenes cubanos han visto en la actividad por cuenta propia una opción de empleo no estatal para evadir las trabas económicas y culturales que existen, y abrirse paso hacia un mejor futuro económico.
Pero la apertura en Cuba hacia el cuentapropismo se estancó en agosto de 2017, tras la suspensión temporal de las licencias, hecho que según la viceministra primera de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, será por un breve tiempo.
Los cubanos que ya tenían sus negocios y querían ampliarse, y los nuevos emprendedores que habían hecho gastos para inmuebles con la esperanza de abrirlos, se quedaron a la espera de nuevas regulaciones que estuvieran avalados por las normativas vigentes en aquel momento.
Meses después, el gobierno sigue sin dar respuesta, y las personas ven la falta de coherencia por parte del estado entre el discurso, la legislación y la lógica.