El luto impuesto por la muerte de Fidel Castro en la isla no sólo tiene enfadados a los alcohólicos, por la obligada abstinencia, sino también a los fieles devotos de Santa Bárbara o Shangó, como se le sincretiza en la religión afrocubana.
La noche del 3 de diciembre es siempre en Cuba una de las más bulliciosas del año. Desde que empieza a caer la tarde se escucha el toque de los tambores que los creyentes tributan a Changó, orisha mayor, dios del fuego, el rayo, la guerra y el baile, publica hoy el diario 14yMedio.
En la noche de este sábado los tambores hicieron silencio. El duelo nacional de nueve días decretado por la muerte de Fidel Castro ha traído, entre otras consecuencias, la suspensión de todo tipo de fiestas. En medio de las restricciones, pocos osaron tocar los cueros y entonar algún canto. El funeral de Castro ha impuesto la cautela y el recogimiento por todos lados.
“La santa está seca” cuenta Raiza, una devota de Santa Bárbara y Changó residente en el populoso barrio de Jesús María en La Habana. La mujer asegura que en su zona “la policía advirtió que había que dejar los toques de tambor y las fiestas para después” y que “la gente ha aceptado ¿Qué va a hacer?”, cuestiona con molestia.
Cuando se puso el sol, volvió el mismo silencio que ha predominado desde que el 25 de noviembre se anunciara el fallecimiento de Castro. Las historias de multas impuestas a quienes han osado encender un equipo con música en su casa o en su auto, recorren todo el país.
Este sábado, solo un discreto toque de tambor se escuchaba en la cuadra de la calle Hospital entre Salud y Jesús Peregrino, en Centro Habana y otro -en la alta noche- brotó de las profundidades del barrio de Pogolotti. Pero fueron breves, temerosos, sin la pompa y la euforia que tradicionalmente los acompañan.
En el poblado de Perico en la provincia de Matanzas, de arraigadas tradiciones relacionadas con religiones afrocubanas, el activista Félix Navarro comentó a este diario que no se celebraron ceremonias en ninguno de los lugares donde se acostumbra a hacerlas.
“Que viva Changó Que viva Changó/ Que viva Changó señores” tarareaba José Francisco de 68 años y quien trabaja como parqueador en los bajos de un edificio multifamiliar en la calle Zanja de la capital. “He traído mi tabaco para no irme en blanco”, reflexiona el hombre, que se apresura a decir “pero nada de tragos, que la cosa está mala”.
Ramiro Hinojosa, de alrededor de 70 años, dijo a este diario que según recuerda, nunca se ha dejado de celebrar la víspera de Santa Bárbara. Ni siquiera en 1969, cuando se suspendieron las navidades debido a las movilizaciones agrícolas por la zafra de los 10 millones. El hombre no entiende que en estos días se permitan las canciones de contenido político y no los toques religiosos.