El terrorista puertorriqueño Oscar López Rivera, preso desde mayo de 1981 e indultado en sus últimos días de gobierno por el expresidente de EE.UU. Barack Obama, fue invitado por Raúl Castro a visitar Cuba para rendirle “los honores y el afecto que te mereces”.
Un reporte de Telesur fechado el pasado 19 de mayo daba cuenta de que los medios cubanos divulgaron un mensaje del gobernante al extremista boricua, dos días después de que obtuviera su libertad plena al cabo de tres meses de arresto domiciliario:
"Recibe fraternales felicitaciones en nombre del Partido, Gobierno y pueblo cubanos, quienes compartimos la alegría por tu liberación", y "te esperamos en Cuba, cuando te sea posible, con los honores y el afecto que mereces", escribió Castro, y añadió: "La historia no olvidará tu firmeza y lealtad a la causa por la independencia de Puerto Rico, que es esencial para Nuestra América". El ex convicto López ha prometido visitar Cuba en noviembre.
En un referéndum llevado a cabo en Puerto Rico en noviembre de 2012, sólo el 5,5% de los votantes se pronunció a favor de la independencia, mientras que cerca del 61% de los puertorriqueños votaron a favor de que la isla se convirtiera en el estado número 51 de la Unión norteamericana. En el más reciente plebiscito, el pasado 11 de junio, casi medio millón de votantes apoyaron la estadidad, más de 7.600 el actual Estado Libre Asociado y apenas 6.700 la independencia
Múltiples cargos
Fugitivo desde 1976 y acusado en 1977 y 1979, López Rivera, un miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional Puertorriqueñas, fue finalmente arrestado el 29 de mayo, 1981 y juzgado por el gobierno de los Estados Unidos.
Los cargos contra él incluían conspiración sediciosa, uso del poder para cometer un robo, transporte interestatal de armas de fuego, y conspiración para el transporte de explosivos con la intención de destruir propiedades del gobierno. López Rivera sostenía que según el derecho internacional él era un combatiente anticolonialista y no podía ser procesado por el gobierno de los Estados Unidos.
El 11 de agosto de 1981, fue condenado a 55 años de prisión en una penitenciaría federal. El 26 de febrero de 1988 fue condenado a otros 15 años por conspirar para escapar de la prisión federal de Leavenworth.
En 1999 el entonces Presidente Bill Clinton les ofreció clemencia a López Rivera y otros 13 miembros encarcelados de las FALN, a condición de que renunciaran a la violencia, pero López Rivera la rechazó.
El 17 de enero de 2017, tres días antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente Obama conmutó su sentencia y fue trasladado de una prisión de Indiana a Puerto Rico, donde cumplió el arresto domiciliario hasta el 17 de mayo pasado.
El mismo Obama accedió en 2015, como parte de su política de deshielo Cuba a un reclamo de La Habana para que sacara a la isla de la relación anual de Estados Patrocinadores del Terrorismo del Departamento de Estado, en la que había permanecido ininterrumpidamente desde 1982. En realidad el patrocinio de Cuba a grupos terroristas databa de mucho antes. Incluido el que prestó a las FALN.
¿Héroe de la libertad o asesino?
Un miembro del Consejo Carnegie para la Ética en los Asuntos Internacionales analiza en el Wall Street Journal las razones por las que habituales patrocinadores del Desfile Puertorriqueño de Nueva York como los Yankees de la MLB, Coca-Cola, la cadena Univisión, la aerolínea JetBlue y la firma de alimentos Goya, así como conocidas figuras públicas de la Gran Manzana y del estado, se retiraron del más reciente evento después que los organizadores designaran a López Rivera como el primer “Héroe Nacional de la Libertad” de la parada.
El autor, Zach Dorfman, repasa el historial criminal de las FALN, que dice sólo fue posible gracias al patrocinio de Cuba.
Recuerda que entre mediados de la década de los 70 y mediados de la de los 80, entre muchos otros crímenes feroces, las FALN perpetraron más de 130 ataques con explosivos. Fueron responsables de la explosión de 1975 con 10 libras de dinamita en la histórica Fraunces Tavern, en la que murieron cuatro personas y 63 resultaron heridas; de una ola de bombas en la ciudad de Nueva York en agosto de 1977 que dejó un muerto y seis heridos y obligó a la evacuación de 100.000 empleados de oficinas; y de un ataque con el propósito deliberado de mutilar a cuatro agentes policiales.
Dorfman apunta que semejante carnicería fue posible gracias a la sofisticación organizativa y operativa de las FALN, incluidas sus numerosas conexiones con la Cuba comunista y sus servicios de inteligencia.
Las autoridades estadounidenses, agrega, han estado al tanto de esos nexos durante décadas. De acuerdo con documentos judiciales un agente encubierto de la policía de Nueva York (NYPD) reportó en 1983 que Filiberto Ojeda Ríos, uno de los presuntos fundadores del grupo, le confesó que había recibido entrenamiento en explosivos en Cuba.
Y el articulista afirma que el FBI calculaba en 1973 que alrededor de 135 extremistas puertorriqueños habían recibido de los servicios de inteligencia castristas “amplio adiestramiento en tácticas de guerra de guerrillas, confección de artefactos explosivos y métodos sofisticados de sabotaje”.
Dorfman dice haber descubierto en los archivos del Instituto Hoover en la Universidad de Stanford un documento de la NYPD sin fecha, pero que parece de alrededor de 1977. Por entonces ese departamento estimaba que "las FALN se iniciaron a mediados de la década de los 60 con un núcleo de terroristas puertorriqueños que recibieron entrenamiento avanzado en Cuba. . . . Después (…) regresaron a Puerto Rico y una ola de atentados con bombas e incendios sacudió a esa isla. En los últimos años han mudado sus actividades al territorio continental (de EE.UU.). . . . Se cree que han mantenido estrechos vínculos, y que de hecho podrían estar trabajando en coordinación con agentes de inteligencia cubanos".
Observa el analista que, viéndolo desde esta perspectiva más amplia, las FALN no era simplemente un "adversario muy motivado e inteligente", como planteaba el documento que él encontró, sino un instrumento de la guerra librada durante décadas en las sombras entre EE.UU. y Cuba.
Para Dorfman, al margen de los lazos históricos y culturales entre ambas islas caribeñas colonizadas por España, desde el punto de vista de Castro el entrenar a un grupo de extremistas marxistas determinados cuyas accciones podían desestabilizar a grandes ciudades de EE.UU. como Nueva York y Chicago podía ayudar a desarrollar una estrategia encubierta y de bajo costo para debilitar a su gran antagonista.
En mayo de 2015, la administración Obama sacó a Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, a fin de allanar el camino para la reanudación de relaciones diplomáticas dos meses después.
En junio de ese año el Departamento de Estado dijo en su informe anual sobre el terrorismo en el mundo que Cuba le había dado garantías de que no facilitaría el terrorismo internacional (salir de la lista le ofrecía ventajas económicas) y que La Habana había dado pasos para distanciarse del terrorismo internacional y para reforzar las leyes antiterroristas.
El reporte de la cancillería también admitía que Cuba continuaba refugiando a fugitivos convictos de la justicia estadounidense y les proporcionaba vivienda, cartilla de racionamiento y atención médica, mientras que seguía negándose a devolver a ciertos individuos que huyeron a la isla en el pasado
Allá viven, cobijados por el gobierno de Raúl Castro, Joanne Chesimard, Ronald (Alí) LaBeet y otras decenas de asesinos y terroristas, algunos ya condenados por la justicia estadounidense. Uno de ellos, William Morales, fabricaba las bombas del grupo de López Rivera, para sembrar el terror en Nueva York.
Pronto los dos cómplices se darán un abrazo criminal en La Habana, y quizás Castro, como ya es su costumbre, les levantará las manos, como si fueran apenas dos boxeadores compartiendo la victoria.
[Con información de The Wall Street Journal]