El 27 de enero se reunirán en Quito, Ecuador, los jefes de delegaciones de los 33 Estados miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Llegó el momento de analizar el cumplimiento de lo pactado en cumbres anteriores y diseñar nuevas estrategias.
Recordemos que la CELAC se creó como bloque para conseguir concentración política y la integración económica, social y cultural de América Latina y el Caribe. Los Jefes de Estado del área se sentaron a la mesa para examinar intereses comunes y proyectaron la estructura de dicha organización.
Nadie podría olvidar el papel entusiasta y aglutinador del entonces carismático, potentado y excéntrico presidente de Venezuela, Hugo Chávez, un hombre que tuvo talento y capacidad para atribuir valor y solemnidad a la inmundicia. Ha llovido desde aquel 3 de diciembre de 2011; el contexto político cambió, pero el momento que hoy vivimos no es muy diferente al de entonces.
Las reuniones preparatorias a esta IV Cumbre Presidencial han tenido particularidades que no debemos pasar por alto. Entre el 7 y el 9 de diciembre último, se celebró el primer encuentro entre representantes del Partido Comunista de China (PCCH) y los principales partidos políticos de la región. Por lo tanto, no es raro entender por qué en el orden del día de este cónclave se encuentra en primera línea las relaciones con el gigante asiático.
Algo similar sucede con la Unión Europea (UE). El pasado junio, se realizó en Bélgica, la II Cumbre Celac-UE donde, además de firmar los compromisos ordinarios para ampliar los nexos entre ambos bloques, fue contenido de la agenda el embargo de Estados Unidos a Cuba y sus efectos extraterritoriales.
Es fácil saber lo que va a pasar en esta Cumbre CELAC. Se abordarán asuntos que dañan la relación entre las naciones miembros: la reestructuración de la deuda soberana, la contienda anticorrupción, la seguridad alimentaria, el cambio climático, la lucha contra el terrorismo y, aprovechando el inside, oportunista más que oportuno, se hablará de la necesidad de que las migraciones en la región sean regulares, ordenadas y seguras.
Disertarán sobre la situación de los cubanos en Costa Rica y elogiarán el plan humanitario, algo que de sólo escucharse marca pauta política. Después de agotar la reserva de bebidas y comida, los jefes de delegaciones presentes en tan importante reunión, harán como si este punto les importara, queda como asunto a solucionar y luego pasa al olvido; en cuanto salgan las familias que puedan autofinanciarse el viaje. No obstante, y porque viene como anillo al dedo, los oradores del foro rechazarán la política selectiva con que Estados Unidos trata a los migrantes según su origen, la Ley de Ajuste Cubano.
Las delegaciones presentes en la cita quiteña, además, prestarán atención al progreso de las negociaciones de paz que tienen lugar en La Habana entre el Gobierno de Colombia y las FARC. No hace falta ser erudito, sólo saber leer para enterarse que el Gobierno colombiano y la guerrilla solicitaron a la CELAC y a la ONU monitorear el alto al fuego bilateral.
En fin, que por un lado y por el otro, Cuba estará en el tintero de los participantes que, como en anteriores encuentros, otra vez rechazarán el embargo y levantarán sus voces a favor de la devolución del territorio que ocupa la base naval de Estados Unidos en Guantánamo. Y justo en este punto, lanzarán el anzuelo de la soberanía a la nueva administración de la República Argentina, con un recordatorio del viejo pero aún latente tema, Islas Malvinas.
Lo puedo asegurar. Porque conozco el lado sórdido del general
Raúl Castro y porque en uno de sus más recientes discursos dejó muy clara su estrategia al decir: "En medio de este contexto regional riesgoso y complejo, resulta esencial defender la unidad de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)".