El número de cubanos que viajan a Estados Unidos ha aumentado significativamente desde que el Gobierno levantó las restricciones de viaje el año pasado, al eliminar el costoso permiso de salida y facilitar que los emigrantes regresen a la isla, según nuevas estadísticas del Gobierno estadounidense.
Con un mayor acceso a dinero en efectivo y documentos de viaje legales, la mayor parte de los que salen de la isla evitan el arriesgado viaje en balsa a través del Estrecho de la Florida y la mayoría de los recién llegados pasan por México o vuelan directamente a Estados Unidos.
Más de 22.000 cubanos se presentaron en las fronteras de Estados Unidos con México y Canadá en el año fiscal que terminó el mes pasado. Eso prácticamente duplica la cifra de 2012 y casi triplica la de 2011, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Influencia de las reformas
Los cambios en las leyes cubanas han facilitado a sus ciudadanos viajar fuera de la isla con autorización legal. La reforma de las leyes de propiedad ahora permite a los cubanos la compraventa de casas y vehículos, lo que facilita a los posibles emigrantes reunir el dinero necesario para comprar los boletos de avión. Como resultado, el patrón histórico de la emigración cubana está cambiando, con más personas que emprenden el viaje por aire y luego tierra, en lugar de endebles balsas.
El gobierno cubano pasa apuros para hacer crecer una economía disfuncional de planificación centralizada después de décadas de ineficiencia y falta de inversión. Cambios recientes destinados a fomentar el emprendimiento han dado pocos frutos y muchas personas están buscando oportunidades en otros lugares.
Aunque el número de cubanos que intentan llegar a Estados Unidos por mar también aumentó a cerca de 4.000 personas el año pasado, la mayor alza fue entre los que entran en Estados Unidos por tierra. Aquellos que vuelan a Latinoamérica o directamente a Estados Unidos por lo general pertenecen a los estratos más prósperos y mejor conectados de la sociedad, lo que acelera la fuga de los mejor preparados académicamente.
"Cubañoles" y "ecubanos"
Muchos cubanos están aprovechando la oportunidad que les ofreció España en 2008, cuando permitió a los descendientes de los exiliados durante la Guerra Civil española reclamar la ciudadanía del país europeo. Un pasaporte español permite la exención de visado a Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.
El número de cubanos con pasaporte español se triplicó entre 2009 y 2011, cuando alcanzó 108.000 personas. Muchos de esos cubanos vuelan a México o Estados Unidos con sus pasaportes españoles, y luego presentan sus pasaportes cubanos ante los funcionarios estadounidenses.
Otros miles de viajeros hacen su primera parada en Ecuador, que eliminó el requisito de visado para todos los turistas en 2008. El número de cubanos con rumbo a Ecuador alcanzó 18.078 en 2012, el último año del que hay estadísticas disponibles. Desde allí, muchos llegan a Estados Unidos por avión, tren, barco o autobús a través de Colombia, Centroamérica y México.
El año pasado, el Gobierno cubano extendió de uno a dos años el período de tiempo que los cubanos pueden pasar sin perder los derechos de residencia. Eso significa que los emigrantes ahora pueden obtener residencia en Estados Unidos y regresar a Cuba durante períodos prolongados, recibir prestaciones del Gobierno e incluso invertir el dinero obtenido en Norteamérica.
Jóvenes con un plan
Particularmente notable es la salida de los jóvenes con instrucción académica y los medios económicos para dejar la isla. En la capital, La Habana, parece que la mayoría de los veinte y treintañeros tiene un plan para irse más temprano que tarde, la mayoría a Estados Unidos. Casi todo el mundo tiene un amigo cercano o un familiar que se fue a Estados Unidos en los últimos años.
Decenas de inmigrantes cubanos se presentan todas las semanas en la oficina del Servicio Mundial de Iglesias en Miami en busca de asistencia. Los que no tienen familiares en Estados Unidos se han mudado a otras partes del país, donde encuentran empleo, vivienda y toman clases de inglés.
Raimel Rosel, de 31 años, dijo que dejó su trabajo en un centro de cría y genética porcina de La Habana cuando los agentes de la Seguridad del Estado comenzaron a interrogarlo sobre el ingreso adicional que ganaba como asesor privado.
Viajó en avión a Ecuador en agosto y luego demoró 30 días en llegar a Estados Unidos por la frontera con México. Describió su viaje como "agotador" y una situación "bastante tensa".
"Considero que la lancha es una locura", dijo otro hombre en la oficina del Servicio Mundial de Iglesias.
Él, su esposa y su hija tenían pasaportes españoles, según dijo. Después de vender en $8.000 su casa en la provincia de Matanzas, volaron a Ciudad de México y luego a Tijuana, desde donde cruzaron hacia Estados Unidos. Se negó a proporcionar su nombre para proteger a sus familiares en Cuba de alguna repercusión.
Los cubanos que llegan a una frontera o aeropuerto estadounidense reciben automáticamente permiso para permanecer en el país bajo la Ley de Ajuste Cubano de 1966, lo que les permite solicitar la residencia permanente después de un año, casi siempre con éxito. Pero Estados Unidos limita el número anual de visas para inmigrantes y las de turista son caras y difíciles de conseguir, sobre todo para los jóvenes, quienes son los que más quieren salir, lo que les deja dos opciones: aire o mar.
"La gente está estudiando el terreno, viendo por dónde les va mejor", dijo Felipa Martínez, una oficinista jubilada de 68 años en La Habana. "Antes era directo a los Estados Unidos... Ya la gente está yendo para Ecuador".
La balsa es una locura
Aunque el número de balseros con destino a la Florida aumentó bruscamente este año, la cifra de 2014 es en general parecida al promedio de la última década. La Guardia Costera de Estados Unidos dice que detuvo a 2.059 balseros cubanos en alta mar hasta el 22 de septiembre, unos pocos cientos más que el promedio de 1.750 interceptados cada año desde 2005.
Aproximadamente 2.000 balseros más llegaron a tierra firme este año. La cifra de los interceptados fue más alta entre 2005 y 2008, bajó drásticamente durante tres años y luego empezó a subir de nuevo en 2012. Las estadísticas de todos los contactos de la Guardia Costera con balseros cubanos no estaban disponibles para años anteriores a 2010.
En una de las peores tragedias de balseros cubanos en los últimos años, una embarcación que había partido desde la sureña ciudad de Manzanillo con 32 personas estuvo casi un mes a la deriva en el mar. Y cuando un pescador mexicano encontró la balsa en septiembre, sólo 15 personas estaban con vida. Los otros habían muerto en el mar, sus cadáveres arrojados por la borda, o trataron de nadar hasta la orilla. Dos de los sobrevivientes murieron después.
Sin embargo, el buen tiempo puede haber motivado a más balseros a intentar el viaje este año, dijo el comandante Timothy Cronin, subjefe de actividades policiales del distrito de la Guardia Costera responsable de la mayoría de las interacciones con los balseros cubanos.
"No ha habido ninguna tormenta importante en la zona, ni huracanes", apuntó. "Hemos sido bendecidos, y de alguna manera maldecidos, por cada día de buen tiempo para que un marinero se lance al mar, ya sea para bien o para mal".
Los que llegan a Florida llaman a sus familiares en Cuba, lo que talvez inspira a los demás a intentar la travesía a pesar de los riesgos.
Yennier Martínez Díaz llegó a Florida en una balsa con otras 8 personas después de 10 días en el mar en agosto. El grupo de amigos y vecinos de Camagüey, provincia de la zona central de la isla, construyó la balsa con piezas de metal, madera y un motor de un viejo tractor ruso.
Martínez Díaz, de 32 años, ganaba el equivalente a unos $10 a la semana cortando maleza y caña de azúcar. Dijo que quería buscar un trabajo con mejor paga en Estados Unidos para ayudar a un hermano con cáncer.
Después que el motor casi se quedó sin combustible, los balseros estuvieron a la deriva en mar abierto durante días. En un momento se toparon con una poderosa tormenta y casi se ahogan.
"Yo advierto a todos que no vengan por mar", dijo con la cara todavía enrojecida por el sol.